Sami Naïr: “El Estado español ha hecho todo para apagar la solidaridad con los refugiados”
“Dejar su hogar, huir, perder a sus hijos en el camino y encontrarse sin papeles en un país extranjero, a menudo sin conocer el idioma”. La dramática definición del refugiado por parte del politólogo francés de origen argelino Sami Naïr, experto en derechos humanos e inmigración, contrasta con la respuesta de la Unión Europea ante “lo peor que le puede ocurrir a un ser humano”. España, que a finales de año había acogido a un 5% de los refugiados comprometidos con la UE, tampoco ha cumplido, según el relato del sociólogo. “El Estado español ha hecho todo para apagar la solidaridad con los refugiados”.
“En la agenda política española no es un tema central. Ha sido un tema emocional. España se basado en la estrategia de 'yo no puedo hacer nada' sin la autorización de la Unión Europea, mientras Bruselas decía que tampoco podía hacer nada porque los estados no quieren. Frente a eso, estamos en el sistema de la desterritorialización de la política. Es como el empresario que dice a sus trabajadores que no puede hacer nada porque la dirección de la empresa está en Pekín y me han pedido cerrarla. Podéis ir a manifestaros a la embajada si queréis... Es una fuerza enorme del poder. Por eso lo importante es actuar diariamente con los partidos”.
Naïr, que ha hecho estas reflexiones en un desayuno informativo organizado por la federación Andalucía Acoge, considera que la llamada crisis de los refugiados ha provocado que la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 “ha muerto defnitivamente”. “Es un texto hipócrita que adorna la declaración de los derechos humanos de los gobiernos. Es la principal violación por parte de la UE. Los ciudadanos de los estados democráticos lo deben saber si mañana les ocurre algo. Se concibió para mostrar la solidaridad a las víctimas de los genocidios o de la opresión política. Era un texto emblemático, el núcleo de los valores europeos. Es una enorme consecuencia jurídica. La opinión pública no lo sabe, las élites políticas no lo dicen, pero es un cambio radical en la concepción del derecho a nivel internacional”.
“No voluntad de los gobiernos”
“Hemos creado un sujeto jurídico muy particular que no tiene derecho ni a circular ni a asentarse en ningún sitio. Se encuentran en tierra de nadie porque nadie les quiere aceptar. Es una situación que nunca hemos vivido. Europa tiene sistemas normativos muy fuertes. En octubre de 2015 se decidió adoptar una estrategia europea a distribuir la acogida entre los estados, pero hay una no voluntad de los gobiernos de ayudar y solucionar este problema, eso está absolutamente claro”, ha comentado.
Además de este elemento, Naïr también ha advertido de una “operación semántica”. “El acuerdo entre Alemania y Turquía se basa en que los refugiados son inmigrantes ilegales. Los han convertido con un golpe de bolígrafo, un golpe de estado semántico que transforma a los refugiados en inmigrantes económicos por el cual ya no tenemos obligación de cumplir la convención”.
A su juicio, “una parte de la sociedad civil europea ha manifestado su solidaridad con los refugiados, pero otra parte mayoritaria ha aceptado ese discurso de los refugiados como inmigrantes económicos que, ante la crisis social en Europa, dice 'sí, pero no podemos'. La concienciación de la sociedad civil sigue siendo un problema de fondo sobre el que hay que trabajar muchísimo. La solidaridad emocional de los primeros meses no se ha transformado en solidaridad de valores o solidaridad política. La sociedad civil no ha manifestado hasta la fecha una gran solidaridad frente a esta situación”, ha señalado.
Según ha expresado, “hay que seguir luchando” en dos vías. Una, con las organizaciones internacionales, “para que los refugiados obtengan un documento de libre circulación en Europa y el mundo, el llamado pasaporte de tránsito, para que se le permita buscar su suerte donde sea”. “La ciudadanía debe plantear la cuestión a los partidos politicos y dejar los campos de refugiados, indescriptibles desde el punto de vista humanitario”.
“Transformar los objetivos civiles en objetivos políticos”
La segunda propuesta de Naïr es “trabajar la solidaridad concreta en el terreno con la ciudadanía, concienciándola, explicar y educar, a partir de pequeñas reuniones, que se transforme en fuerza política para una reorientacion de la situación”. “Vivimos en una época en la que las movilizaciones de masas enormes no pueden cambiar muchas cosas. Hay que hacer una movilización con objetivos, plantear sistemáticamente a los partidos este problema, hacer que lo integren en sus programas, hacer que lo transformen en propuestas de ley en el parlamento, mediatizar políticamente la movilización de la sociedad civil, es decir, transformar los objetivos civiles en objetivos políticos”, criticando en ese sentido que “los medios de comunicación no tienen una actitud coherente” respecto a esta cuestión “pese a que muchos de ellos están muy sensibilizados”. “Los partidos reaccionan en función de eso, porque confunden opinión pública y medios de comunicación”, ha sentenciado.
“España y Francia están en una época de revolución pasiva en el sistema institucional y en el sistema civil, una puesta en cuestión de los partidos políticos, una sublevación de la ciudadanía democrática, pacífica. Los partidos intentan cada vez más apagarla pero cada vez saca la cabeza en ocasiones imprevistas”. “El sistema económico actual no entiende de futuro y no favorece la toma de conciencia del peligro demográfico. Ese es el problema. Si necesitamos gente, abrimos la puerta, y si no necesitamos gente porque hay una crisis pues los echamos”.
La presidenta de Andalucía Acoge, Elena Tajuelo, ha acompañado a Naïr en este desayuno informativo y ha recordado que el Estado Español se comprometió a acoger a 17.337 personas refugiadas. Sin embargo, el Gobierno español “no está cumpliendo sus compromisos y en mayo de 2017 solo había acogido a un 7,5% de los refugiados”.
Andalucía Acoge busca con su campaña de sensibilización 'Cinco Millones de pasos' promover que entre la población se establezca una conexión con los hechos que afectan a las personas refugiadas, sea cual sea su procedencia, mejorando por tanto la comprensión de estos hechos y la sociedad que compartimos colectivamente.