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Las Olimpiadas Rurales que recuperan los juegos de toda la vida

Olimpiadas rurales.

Carmen Reina

No se celebran de cuatro en cuatro años sino cada verano, pero por lo demás, las Olimpiadas Rurales de Los Pedroches no tienen nada que envidiar a la cita deportiva por excelencia. Desde su ceremonia de inauguración, con el desfile y la bienvenida a casi un millar de participantes inscritos, repartidos en 48 equipos de toda España y dispuestos a darlo todo en cada una de las disciplinas en las que se divide esta particular competición, entre el deporte y el juego, que se celebra en un pequeño pueblo de la comarca de Los Pedroches, Añora, a donde llegan varios miles de personas cada año para ver este singular evento deportivo y lúdico.

Salto a piola, porteo de cántaros, puntería con el tirachinas, trepar por la cucaña, lanzamiento de adoquín, carreras de sacos y de cintas, zancos o salto de comba por equipos. Así hasta 15 juegos distintos componen el cuadrante de la competición de las Olimpiadas Rurales que entre el 3 y el 5 de julio de 2015 convierten Añora en un pequeño-gran estadio olímpico y que quieren recuperar los juegos de toda la vida en el mundo rural.

Celebrándose desde 2008, esta competición trata de aunar deporte, cultura y tradición para mantener vivos los típicos juegos del pueblo, con los que se vivía la calle, y garantizar su transmisión a las generaciones futuras. Y a fe que lo han logrado, porque desde sus inicios, las Olimpiadas Rurales han ido doblando número de participantes años tras año y acogiendo a personas de todo el país y de todas las edades, e invitando a visitantes y turistas a hacer un hueco en su agenda para conocer de cerca este evento.

Juegos y convivencia de lugareños y foráneos

En equipos mixtos de 16 a 20 integrantes, con jugadores mayores de 16 años, la competición toma las calles de Añora que se llena de público de toda la comarca, allegados de los jugadores y visitantes ávidos por conocer este singular evento. Si desde hace años la calle ha dejado de ser un lugar de juego habitual para las generaciones actuales, las Olimpiadas Rurales la recuperan como lugar de encuentro, de esparcimiento, de práctica de deporte y juegos tradicionales, para propios y ajenos al mundo rural.

Durante las jornadas que la competición se desarrolla, Añora se vuelca en la calle con los participantes. Calles llenas como improvisadas gradas, público que anima a los deportistas y convivencia de lugareños y foráneos alrededor de la competición, día y noche.

Personas desde los 16 a los 70 años, de 30 o de 50, unos aprendiendo juegos que otros rememoran de sus años de juventud en lo que se convierte cada año en la transmisión en vivo y en directo entre generaciones de las tradiciones de la zona.

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