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En Marinaleda Sánchez Gordillo sigue siendo el rey... hasta que diga lo contrario

Sánchez Gordillo posa en su despacho con unas manos que simulan romper sus cadenas.

Antonio Morente

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De acuerdo, puede que presentar como un rey a un personaje como Juan Manuel Sánchez Gordillo no sea precisamente la metáfora más fina, pero la popular ranchera es una excusa tan buena como cualquier otra para introducir al que pasa por ser el alcalde de España que lleva más tiempo en el cargo (desde 1979, ahí es nada 44 años) y la situación que se vive ahora en su pueblo, la localidad sevillana de Marinaleda, donde todos andan despistados con qué va a hacer el alcalde... aunque todos sepan qué es lo que va a hacer. Viene esto a cuento de que inicialmente se anunció que no se presentaba a la reelección, aunque horas después se puntualizó que “todavía” no ha tomado una decisión. Un sí pero no que viene a ser como un ya veremos.

Y así están en Marinaleda y sus 2.579 habitantes según el último censo, con la certeza de que se va pero que eso se lo creerán cuando se lo escuchen directamente a él. Ya hubo un momento, allá por 2014, que parecía que dejaba el cargo para seguir como parlamentario andaluz pero a última hora dio un volantazo. Hasta que abdique, sigue siendo el rey y su palabra es la ley, como canta el clásico mexicano. Mermado físicamente en los últimos años tras sufrir más de un ictus, Sánchez Gordillo (de 74 años) ha gobernado este mandato desde su casa, aunque todavía sale a dar sus paseos. Profesor en el colegio del pueblo, sindicalista, político, líder jornalero y parlamentario andaluz durante una docena de años en dos etapas, sus vecinos son conscientes de que están ante un fin de era (más que de etapa) del comunista que nunca ha pertenecido “al Partido Comunista de la hoz y el martillo” pero que lo es “como se sintieron el Cristo, Ghandi, Marx, Lenin y el Che”. Si le preguntan al Mesías Rojo, como tituló el periodista Carlos Mármol su biografía, se definirá antes como un poeta pero, sobre todo, como un utopista.

“Para nada es oficial que no se vaya a presentar”, subraya Sergio Gómez, segundo teniente de alcalde y al que todos sitúan como el delfín, el hombre llamado a encabezar la lista electoral en la que se integre la Candidatura Unitaria de Trabajadores (CUT), que en 2019 concurrió como Adelante Marinaleda en la estela de las confluencias que construyeron Izquierda Unida y Podemos. Profesor de Historia en un instituto de Secundaria en Marbella, Gómez (de 37 años) insiste en que “todo son suposiciones” hasta que las cosas se hagan como deben hacerse: una asamblea local para confirmar de viva voz si se presenta o no. “Es un referente en Andalucía y se ha ganado el derecho a decidir cuándo y cómo decirlo”, también por “respeto a los vecinos y militantes”, y es que había alguno que otro molesto por eso de haberse enterado por la prensa.

Una utopía hacia la paz

En el pueblo están acostumbrados, y a la vez un pelín hartos, de que de vez en cuando los periodistas se presenten por allí para poner el acento en lo pintoresco de un municipio que es el último en el que sigue gobernando la izquierda jornalera en lo que fue esa comarca roja de la Sierra Sur sevillana. Una utopía hacia la paz, reza el vistoso escudo local, bien destacado en la fachada del ayuntamiento y siempre escoltado por banderas como la palestina o la saharaui. “Los concejales tienen sus trabajos y por las mañanas no están aquí, vienen por las tardes”, explica una trabajadora municipal. Un mural dedicado a Salvador Allende –“el futuro es de los pueblos, no del capital”– y una decena de imágenes del Che Guevara (verdadero referente de Sánchez Gordillo) salpican las paredes del edificio municipal, en el que el despacho cerrado del alcalde se muestra, silencioso, como todo un símbolo.

Como diría el clásico, el alcalde –un verso suelto y también un dolor de cabeza dentro de Izquierda Unida– es de los que no deja indiferente, es un todo o nada, o lo amas o lo odias. Al periodista se le atiende con una amabilidad no exenta de desconfianza, y se habla con claridad, ya sea para ensalzar o para crucificar al personaje, pero nadie quiere identificarse. “A mí no me vayas a sacar”, “yo de eso no sé nada” o “soy de izquierdas y no tengo nada que esconder, pero no pongas mi nombre” son los lugares más comunes. Los partidarios sacan a relucir su honradez, las casas en autoconstrucción con una renta mínima y sin hipoteca, su lucha contra la injusticia social sobre el terreno, como las infinitas ocupaciones de la finca El Humoso, propiedad del duque del Infantado hasta que las expropió el Gobierno andaluz y que hoy gestionan ocho cooperativas del pueblo. Los detractores, en cambio, inciden en su sectarismo, en su “conmigo o contra mí”, en su hacerle la vida imposible al que no comulga con sus formas o en la progresiva decadencia del municipio.

En esto último se detiene Cristina Martín, de 45 años y cabeza de lista de Avanza Marinaleda-Matarredonda (una pedanía marinaleña) y única oposición municipal. Si 44 años lleva Sánchez Gordillo como alcalde, 44 fueron los votos que le dieron la Alcaldía en 2019 (891 a 847), con lo que en el pleno sólo se sientan los ediles de Adelante (seis) y los de Avanza (cinco). Ni PSOE (63 apoyos) ni PP (27) rascaron concejal. “Marinaleda era un referente en la comarca y se ha quedado atrás, es hora de un cambio para que haya progreso, bienestar y sobre todo transparencia”, apunta Martín, de 45 años, que estudió Relaciones Laborales y es profesora particular de inglés “dada de alta como autónoma, que después me sacan que si en negro”.

“Se necesita un cambio”

“Es normal que los que han hablado contigo no se identifiquen, algo que no debería pasar porque tendría que respetarse cualquier ideología y forma de pensar”. “Aquí se impone una forma de pensar única, por eso se necesita un cambio, para que haya tolerancia, respeto e igualdad”, subraya la edil, a la que, más que la figura de Sánchez Gordillo, lo que le “molesta de verdad” es “el estado del pueblo. La Casa de la Cultura, por ejemplo, se empezó hace más de 40 años y todavía no se ha terminado, esa es la imagen que damos”.

Uno de los epicentros de Marinaleda es la sede del Sindicato de Obreros del Campo, con su bar como eje. Otro mundo es posible, reza uno de los letreros de forja. Algunos parroquianos, jubilados, echan un rato a las cartas. ¿Se va el alcalde? “Eso ya se verá” o “hasta que no lo diga él no me lo creo” es la respuesta estándar y esquiva, con pocas ganas de conversación. En las paredes del local cuelgan fotos de marchas, ocupaciones y domingos rojos –“llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones”–, así como un poema enmarcado del propio Sánchez Gordillo, Padre nuestro...: “Padre nuestro que estás en la tierra, arrastrándote por el hambre y la falta de techo de millones de empobrecidos...”.

“Prueba en El Humoso, que allí igual habla alguno”. Para eso hay que salir del pueblo por la Avenida de la Libertad (la travesía del municipio, con unos murales que han vivido tiempos mejores), uno más de un callejero salpicado de singularidades y que extirpó todos los nombres franquistas en 1979. Aunque para peculiares los plenos municipales, siempre trufados de puntos reivindicativos como tres de los que se abordaron en la sesión de febrero: los medios de incomunicación, los paraísos fiscales y estamos en guerra. “Eso lo hace porque sabe que llama la atención fuera y así parece que es más comunista que nadie”, critica Hipólito Aires, que repite como candidato del PSOE tras ser concejal pero no conseguir retener su acta como cabeza de lista en 2019.

A sus 54 años, de niño Aires llegó a tener a Sánchez Gordillo como profesor de Sociales en el colegio. “Si no estás con él no puedes vivir tranquilo, porque si no ibas a las asambleas no tenías derecho a trabajar”, básicamente acumulando jornales en El Humoso. “Él lo ha tenido siempre muy claro y ha engañado a la gente mucho tiempo”, un “populista” al que, eso sí, le reconoce que “es una persona valiente que se ha metido en todos los sitios”. “Mucho estar en contra del capital, pero el mayor terrateniente de por aquí es él y lo que siembra es para los suyos”, apunta Aires en referencia al control que ejerce sobre El Humoso. Convencido de que su apoyo popular sigue a la baja (“la gente no le ve futuro en el pueblo a sus hijos”), recuerda de paso su eterno ir a la contra, como cuando se sacó la Semana Cultural para hacerle la competencia a la Semana Santa o puso el Día del Pensionista cuando tocaba romería.

Si es agosto, toca ocupar una finca

El regidor marinaleño siempre ha sabido hacerse notar y pulsar las teclas precisas para ganarse unos minutos de telediario. Era amanecer agosto y empezar una marcha de protesta o iniciar la ocupación de una finca, sabedor de que la falta de otras noticias jugaba a su favor. Llegó a cortar el AVE y plantarse en la pista de aterrizaje del aeropuerto de Sevilla, sufrió desalojos y cargas policiales, se hizo fotos con Mario Conde y Cayetano Martínez de Irujo, de la Casa de Alba, y sus acciones llamaron la atención del mismísimo The New York Times (“trabajo y sin hipotecas para todos”) o The Guardian, que lo presentó como “el Robin Hood español” a propósito de la expropiación de alimentos tras el asalto a un Mercadona en Écija en 2012, en el que no estuvo presente pero del que se le acusó de ser el autor intelectual. Procesado, fue exculpado por la Justicia andaluza.

Ya en El Humoso, a una decena de kilómetros del pueblo, el mural de Tierra Utopía necesita un buen repaso, pero sí se aprecia bien conservada la frase que ocupa la pared principal: Este cortijo es para los jornaleros en paro de Marinaleda. Son días de vísperas y no mucha actividad, porque ya se ha recogido la alcachofa y en las próximas fechas se empieza con las habas, porque este año con la sequía no hay pimientos. Los productos los comercializa la cooperativa local, que no tiene competencia desde que la sociedad agroalimentaria Los Lugares (la única industria del pueblo) se marchó el año pasado forzada judicialmente tras una denuncia por impago de la nave municipal que ocupaba. El empresario se fue soltando sapos, acusando al Consistorio de haberle engañado.

El propio buque insignia que es El Humoso, por cierto, está judicializado por la propiedad de la tierra, después de que la Junta de Andalucía anunciase que quería desprenderse de suelo para dejar de acaparar tantas hectáreas. Aunque se les ofreció a los cooperativistas por una cantidad muy a la baja para lo que es el precio de mercado, Sánchez Gordillo se ha negado siempre a que se compren con el argumento de que tienen que ser entregadas gratuitamente porque las ganó el pueblo.

Y lo que dice Sánchez Gordillo sigue siendo la ley. ¿Hasta cuándo? “No hay una fecha concreta para la asamblea en la que dirá lo que sea, pero tiene que ser dentro de poco”, avanza Sergio Gómez, el llamado a ser su relevo, que defiende en estos 44 años “se ha desarrollado un proyecto político y económico muy interesante” que a su juicio sigue vigente. El PP, dicho sea de paso, no ha presentado todavía su candidato, “pero lo habrá”, aseguran desde el partido. Sea quien sea no ganará, porque aquí “volverá a arrasar la izquierda”, augura un vecino. ¿Será con o sin el alcalde al frente? Eso está por ver, pero mientras llega el momento Sánchez Gordillo sigue en la brecha: “No tengo trono ni reina / Ni nadie que me comprenda / Pero sigo siendo el rey”.

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