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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Volver a empezar

Maru Díaz

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Septiembre siempre huele a libros sin abrir, a cuadernos y bolis nuevos. Huele a extraescolares por estrenar, acompañadas de buenos propósitos y nuevos hábitos. Huele a radio con la vuelta a la rutina y como no, huele a comienzo. Da igual si el año está más bien por terminar. Septiembre siempre es el momento donde el curso nos da una segunda oportunidad para pensar a largo plazo, planear y hacer balance.

El septiembre de hace un año comenzó complicado, hecho que ya dejaba entrever que íbamos a vivir un año complejo y convulso para la política de nuestro país. Un día como hoy hace un año, las noticias ponían el foco en la Cataluña independentista en pie de guerra, faltarían algunas semanas para que todos nos familiarizáramos con el llamado 155, y faltarían también algunas semanas para que medio país se tiñera de banderas de España colgadas de ventanas, balcones y fachadas. ¡Qué corta es la memoria! Ahora el problema son los lazos amarillos y llevamos 365 días con banderas descoloridas que despiertan el mismo espíritu de división que estos lazos…

Septiembre siempre me ha gustado porque se acaban los culebrones televisivos de verano. El año pasado medio país especulaba sobre si Dalí había tenido o no una hija, así que el calor lo pasamos entre exhumaciones y pruebas de ADN. Y este verano, pues hemos tenido más de lo mismo pero sin ADN. Se acaban las “serpientes de verano”, esperamos que con Franco por fin ya fuera del Valle, y retoman su actividad las tertulias más sesudas y los temas parlamentarios. Volveremos a hablar de techo de gasto, de impuestos y de presupuestos. Y este curso parece que también estarán entre los temas de debate del café la política de inmigración (¡cómo no! es llegar un gobierno progresista y la derecha vuelve con sus mantras). Lo que no sabemos es cuál será el artículo del código penal que Ciudadanos querrá reformar, espero sinceramente que no sea, otra vez, la mal llamada prisión permanente revisable y por fin sean los artículos que distinguen, en contra de la normativa de medio mundo, entre abuso y agresión sexual. En cualquier caso el debate está servido.

Lo que parece estar más claro es que este septiembre no hablaremos de Mariano Rajoy. Y es que parece mentira que sólo medie un verano entre su gobierno y el gobierno de Sánchez. Un verano que nos ha hecho olvidar que 2018 había sido, hasta junio, un año plagado de escándalos de corrupción, con máster y cremas mediante. Pero el verano y el calor lo borran todo. ¡Qué lejos quedan los “casos aislados”! Tanto como quedaron en el imaginario colectivo los “hilillos de plastilina”, lo de “dije que bajaría los impuestos y los estoy subiendo” o el ya mítico y por desgracia anecdótico “Luis se fuerte”. Este verano hemos aprendido a vivir sin Rajoy, y oye que me da que no nos ha costado tanto adaptarnos. ¿La pena? Pues que con el fin de su era, Mariano se ha llevado con él cualquier atisbo de responsabilidad política para con un partido condenado por corrupción. Ahora su líder es guapo, joven y casi recién salido del frasco donde se deben conservar en formol las ideas del siglo pasado. Y parece que no pasa nada, que el PP ya no es lo que era, que ya no hay ordenadores rotos a martillazos, cajas b o lo peor, recortes indiscriminados y políticas suicidas contra la gente corriente.

Un verano y todo esto parece haber quedado atrás, pero como con los excesos estivales, por mucho que una se haga la desmemoriada, los restos, las huellas colean en la nueva etapa. Por lo que sería bueno empezar septiembre echando la vista atrás. Porque aunque a algunas últimamente nos llamen rencorosas, soy de las que cree que para caminar con paso firme, la mejor aliada siempre es la memoria.

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