El Bizi, el servicio de bicicletas de alquiler que modernizó la movilidad en Zaragoza, enfila el garaje
Que tuviera durante muchos años varios miles de abonados más que el Real Zaragoza (llegó a duplicarlo) y que su volumen siempre haya superado al del baloncesto de elite local (estuvo cerca de cuadruplicarlo) permiten hacerse una idea del arraigo que el Bizi, el servicio de bicicletas de alquiler a precio asequible que opera en la ciudad desde 2008, ha tenido en la capital aragonesa.
Sin embargo, el Bizi se despedirá de sus calles en agosto de 2024 para, tras vencer la última prórroga posible del contrato con el ayuntamiento, dar paso a un sistema de bicis eléctricas de arriendo de titularidad municipal y financiado mayoritariamente con cargo a los fondos Next Generation.
La magnitud de la avalancha de usuarios que registró desde que se puso en funcionamiento, y la elevada cifra que mantiene pese al evidente deterioro de las instalaciones y los vehículos, ofrece una enseñanza similar a la que se está dando en el tren regional con los abonos por la inflación: los medios de movilidad sostenible generan usos masivos si las políticas públicas facilitan su acceso con tarifas asequibles.
Más de 38.000 abonados, el triple que ahora
El Bizi arrancó con casi 15.700 abonados en su primer año de funcionamiento para prácticamente duplicarse en los dos siguientes y alcanzar los 28.343 en 2010, antes de dar el salto a su etapa dorada con cuatro ejercicios por encima de los 30.000 (dos de ellos con más de 38.000).
Eso fue la etapa previa al inicio de una decadencia que, en paralelo al visible avance de la bicicleta particular, le llevó a perder la barrera de los 20.000 cinco años más tarde, en 2019, antes de cerrar el 2022 con ‘solo’ 12.815, dos tercios menos en una década.
El Real Zaragoza, cuyo volumen de abonados llegó a caer por debajo de la mitad del que tenía el Bizi (16.662 en la campaña 2013/14 por más de 37.000 y de 33.000), batió su récord en la temporada 2003/2004, cuando llegó a alcanzar los 30.289 en primera división, mientras que su mejor marca en segunda, categoría en la que compite desde el otoño de 2012, la ha establecido este año con 28.420.
El baloncesto de elite zaragozano, ya fuera como CAI, como Casademont o con otras denominaciones comerciales, se movió en sus años de mayor apoyo en el entorno de los 10.000 abonados.
Los usuarios de la bicicleta aumentan un 5% tras la pandemia
La llegada del Bizi antecedió en dos años a la del otro gran elemento transformador de la movilidad en la capital aragonesa, que fue la entrada en servicio de la primera línea del tranvía, en ambos casos más de una década antes de que el tercero, el establecimiento de la Zona de Bajas Emisiones (ZEB) en el centro, naciera formalmente pero careciera de aplicación efectiva entre la desgana del gobierno municipal conservador y los remilgos preelectorales del central previos a su entrada en ‘stand by’ a partir de la convocatoria electoral de 23J un día después del 28M.
En esos trece años, el despliegue de la bicicleta, tanto la pública como la particular y, en menor medida, la privada compartida, ha sido más que intenso en Zaragoza.
En este sentido, el último Barómetro de la Bicicleta sitúa en el 63,5% el porcentaje de habitantes de la ciudad que “van en bicicleta con alguna frecuencia” cuando el de quienes “saben circular correctamente en bici” es del 79,5%.
Según ese mismo estudio, la tasa de usuarios de la bicicleta ha aumentado en cinco puntos en relación con la previa a la pandemia, ya que en 2019 esta se situaba en el 58,1% de los habitantes de la ciudad.
No obstante, esa frecuencia de utilización de la bicicleta para desplazarse por la ciudad es, aunque superior en 6,4 puntos a la media estatal, claramente inferior tanto a la de las dos ciudades de referencia de Zaragoza, Valencia (71,2%) y Sevilla (70,5%), como a las de Madrid y Barcelona, que alcanzan el 66,5% en los dos casos.
Esa mayor frecuencia de uso de la bicicleta ha tirado de la construcción de carriles bici en Zaragoza, cuya red, utilizada también por los usuarios de patinetes y de potros vehículos de movilidad personal, supera ya los 130 kilómetros de longitud.
Cinco bicis eléctricas por cada tres de solo pedales
Ahora, el proyecto del ayuntamiento prevé reemplazar el Bizi por un servicio de bicicletas eléctricas de alquiler que, sobre el papel, va a aumentar la flota de vehículos en dos tercios, de los 1.300 actuales a 2.180, y en una proporción similar la de estaciones, que pasaría de 130 a 218, en línea con el proyecto de ZeC que acabó viéndose frustrado por un recurso del mismo PP que ahora impulsa el suyo.
Ese despliegue permitiría ampliar la presencia física del servicio de bicicletas de alquiler, que hasta ahora resulta prácticamente inexistente, salvo algunas excepciones, más allá del Tercer Cinturón.
El proyecto tiene, según la información difundida en su día por el propio Ayuntamiento, un presupuestos de 7,3 millones de euros para el que pidió a la UE una financiación de 6,57 con cargo a los Fondos Next Generation, a fondo perdido.
Fuentes municipales explicaron que los servicios técnicos del Departamento de Movilidad están trabajando en el pliego de condiciones que regirá la contrata para la explotación, que incluirá el mantenimiento y las condiciones de uso y de atención al usuario.
No obstante, las mismas fuentes precisaron que la programación temporal de la transferencia de los fondos comunitarios condicionaría la ejecución del proyecto, del que todavía se desconoce si planteará un despliegue solapado del nuevo servicio con la retirada del actual.
Clear Channel, la empresa de gestión de espacios publicitarios que gestiona el servicio, declinó hacer ningún tipo de manifestación pese a las insistentes peticiones de este diario.
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