P. La semana pasada le recomendé que esperara al final de la conferencia política del PSOE antes de emitir un juicio. Bien, pues ya ha terminado. ¿Qué le ha parecido?
R. ¿Cómo? ¿Que ya ha terminado?
P. Sí, terminó ayer con el discurso de Rubalcaba.
R. Pues estaba esperando a que empezara... A ver qué hago yo ahora con todas estas palomitas que me había comprado para la dichosa conferencia.
P. No creo que la intención del PSOE fuera dar espectáculo.
R. No hace falta que lo jure. Por perder, este partido ha perdido hasta la capacidad de dar espectáculo. Fíjese el congreso de Suresnes... debió de ser soberbio: un chaval de treinta años alzándose con la secretaría general, lástima que no se pudiera televisar. El que sí se vio por la tele fue de aquel en el que Felipe renunció al marxismo. O Marx o yo. González siempre tan modesto. ¡Qué dominio de las tablas ha tenido siempre! El periodo de Almunia también fue bastante entretenido, sobre todo cuando eligieron candidato a Borrell. ¿Y qué me dice de la inesperada elección de Zapatero? Aquello fue súper emocionante. Bueno, pues hasta eso ha perdido el PSOE, hasta la capacidad de entretenernos con sus peleas familiares y luchas internas.
P. ¿No le parece un acto de generosidad renunciar a las luchas internas y centrarse en la elaboración de un programa, en dar soluciones a los problemas de la gente?
R. ¡Córcholis! No sabía que hubieran elaborado un programa ni que hubiesen dado soluciones a los problemas de la gente. He debido de dormirme delante de la tele.
P. Escuela pública y laica, igualdad de mujeres, política de becas, recuperación de jóvenes investigadores, listas cremallera, defensa de la ley del aborto, derogación de la reforma laboral, apertura a la sociedad con la creación de las figuras del afiliado y del simpatizante, elecciones primarias en diciembre... Dice usted que se ha dormido, pero ¿se ha leído la ponencia política?
R. Sí, pero pensé que era el programa de mano. Mientras esperaba el show fui pinchando en los temas que más me interesan. La ponencia me ha recordado mucho a aquellos preciosos carteles electorales del PSOE que José Ramón Sánchez dibujó con su estilo naïf en 1979. En ellos se veía a la gente feliz caminando por un parque. El PSOE ya se puso mimoso entonces. Aún así, las referencias a una reforma de la ley electoral me han parecido muy vagas. No me ha parecido tampoco que tengan intención de enmendar su enmienda de la Constitución. Confirman que van a seguir subvencionando la enseñanza privada. Y siguen resistiéndose a denunciar de manera clara los acuerdos con el Vaticano. Y sólo le cito las reformas que no necesitan el permiso de los bancos ni de Alemania ni de las corporaciones internacionales. Le cito solo las reformas que requieren voluntad política.
P. Deduzco que para usted habría sido más adecuado utilizar esta conferencia para elegir al líder, hacer una conferencia al estilo de los Estados Unidos: dar menos importancia a las ideas y más a la cara de los carteles electorales.
R. Deduce usted mal. Pienso todo lo contrario. Por primera vez en mucho tiempo, me he sentido identificado con las palabras de Pérez Rubalcaba: lo importante son las ideas, lo de menos es que quién vaya a ser el candidato a presidente del Gobierno. Pero la sensación que tengo es que han abierto la conferencia un sábado y que la han cerrado un domingo sin rellenarla por dentro. Le he hecho caso: como me dijo la semana pasada, he esperado al final para formular un juicio. La esperada conferencia no me ha parecido muy productiva ni creíble. Ha sido, como dice un proverbio castellano, “peer en botija para que retumbe”.
Pregunta: ¿Por qué autoentrevistas?
Respuesta: Porque al fin y al cabo todas las columnas de opinión son respuestas a unas preguntas que se han borrado.
P: Hable por usted, no por los demás.
R: Bueno, no sé si todas. Las mías sí. Cuando tengo que escribir una columna me hago preguntas, las contesto y luego borro la parte del entrevistador.
P: Y aquí ha decidido dejarla.
R: Sí, para darle voz a mi otro yo.
P: ¿Y no es un poco esquizofrénico eso de hacerse preguntas, contestarlas y llevarse la contraria?
R: Un poco, pero es la única manera que tengo de saber lo que pienso sobre las cosas. Y además no siempre estoy de acuerdo con mis opiniones.