Las Fallas son el evento más esperado del año en Valencia. Una festividad donde la pirotecnia es la protagonista por excelencia, en sus diferentes formas: petardos, castillos, cohetes... Una combinación que, tal y como ya señalan las plataformas sociales, resulta perjudicial para los animales de la zona. Además, este año ha traído consigo una situación especialmente delicada, ya que algunas mascletàs se han situado en la periferia, en la zona de La Fonteta, donde existen hasta tres grupos de colonias felinas censadas por el propio Ajuntament de València.
Lucía es alimentadora de la comunidad de gatos de la zona. Cuenta cómo un día de finales de agosto fue a verlos y se encontró todo el perímetro cercado por vallas y sacos de arena. Ahí decidió contactar de inmediato con el Ajuntament. Al principio no obtuvo respuesta, pero pasados unos días la Jefatura de Sanidad le reconoció que no se podía hacer nada. Angustiada, recurrió a visibilizar el asunto por redes sociales de la mano del ilustrador Paco Catalán, mediante una viñeta donde etiquetó al Ajuntament, al concejal de Cultura Festiva, Carlos Galiana, y a la concejala de Bienestar Animal, Gloria Tello, de Compromís. Según Lucía, sólo después de viralizarse estas publicaciones las responsabilidades municipales comenzaron a hacer algo al respecto. “Es un desastre lo que hemos tenido aquí, la falta de información, de coordinación, de notificación… Es una dejación de funciones total”, afirma.
Por desgracia, los esfuerzos de Lucía no evitaron los temidos acontecimientos, pues todas las mascletàs se acabaron detonando, incluyendo el castillo de la Nit del Foc del pasado sábado 4 de septiembre. Todo ello a pesar de que en un primer momento Galiana anunciara que este año no habría explosivos. “Nadie se hizo responsable de lo que pudiera pasar con los animales esa noche”, explica Lucía. “Haciendo recuento de los gatos, a mi compañera le dio una crisis nerviosa (...) Hubo que llamar a los bomberos porque uno estaba atrapado, y no quisieron venir. También ha muerto un cachorro, que salió buscando a su madre, que había huido, y alguien lo mató de una patada”. La alimentadora también cuenta que la gente estuvo tirando petardos en las proximidades. “La Concejalía de Bienestar Animal debería haberse informado de dónde se ubicaban estos solares”, advierte.
Los peligros mortales de la pirotecnia
Entre las reacciones a esto ha destacado la del alcalde de Valencia, Joan Ribó, quien declaraba ante los medios que “la suspensión de una mascletà no puede condicionarse a que haya una colonia de gatos”. Una afirmación problemática, teniendo en cuenta los diferentes efectos que la pirotécnica tiene sobre los animales. Adrián Conde (@adrianconde.vet), veterinario y zootecnista, explica que estas detonaciones pueden provocar picos de estrés y desplazamientos indeseados: “Respecto a las colonias felinas, puede suponer un problema que salgan de sus territorios marcados (...) Pueden ir a otros territorios no controlados, aumentar el traspaso de enfermedades, provocar accidentes al cruzar la carretera o porque vayan a sitios peligrosos”. Esta generación innecesaria de estrés tiene, además, consecuencias nocivas en su salud: “Los animales ferales, como los gatos, pueden padecer virus como inmunodeficiencia o leucemia felina, que están muy relacionados con el sistema inmunitario. Una alteración de este por ansiedad puede hacer estallar una enfermedad a priori controlada o latente”. Conde destaca también que se pueden desencadenar crisis epilépticas e infartos. Ante la falta de soluciones institucionales, estos casos precisan de intervención profesional: “Hay que trabajarlo a través de la medicina del comportamiento, mediante veterinarios etólogos, recurriendo en algunos casos a ayuda farmacológica”, expone.
Raquel Aguilar, de PACMA, explica que este tipo de situaciones se producen porque los animales “reaccionan a un ruido que no saben de dónde viene, ni saben a dónde ir. Corren peligro de ser atropellados o, si están en un sitio concreto, pueden intentar saltar para huir y ahorcarse con el collar”, expone, refiriéndose a los animales domésticos. En cuanto a la fauna silvestre, explica que las aves “también huyen despavoridas”, llegando a colisionar con edificios, pudiendo desorientarse, terminar atropelladas e incluso acabando por abandonar sus nidos. “La respuesta del alcalde es un desprecio muy grande a la integridad de los animales y a los trabajadores que mantienen las colonias, alimentándolas y pagando esterilizaciones de su bolsillo”, espeta. Aguilar admite que desde las instituciones municipales no se ha llevado a cabo ninguna iniciativa para intentar preservar el bienestar animal, más allá de “intentar capturar a los gatos”. Una opción que se descartó por veterinarios y grupos animalistas por su poca viabilidad, debido a la falta de tiempo y recursos adecuados para ellos.
La urgencia de un cambio real en las instituciones
En todo este asunto, los grupos animalistas están de acuerdo en una cuestión: no se ha tenido en consideración a los animales de la localidad. Por un lado, la Concejalía de Bienestar Animal afirma que “hubo una respuesta institucional” en cuanto se dieron cuenta de la situación. En un primer momento, se intentó desplazar la celebración de las mascletàs al notificarse su localización, pero ya era tarde: “Los permisos estaban concedidos y no podían cambiarse”, explican. Después se propuso el traslado de las dos colonias cerradas de Avenida del Puerto y Avenida de la Plata, y de la colonia abierta de La Fonteta, aunque como se menciona anteriormente, se descartó. “En ese recinto también se celebran partidos del Valencia Basket, por lo que se pensó que los gatos tendrían el mismo espacio para poder moverse que en esas ocasiones”, declaran fuentes de la Concejalía. El Caballo de Nietzsche también ha tratado de ponerse en contacto con la Junta Central Fallera, pero no ha obtenido respuesta.
Por otro lado, a pesar de que Bienestar Animal reconoce que “la pirotecnia tiene unas consecuencias para los animales”, admiten también que “no existe ninguna iniciativa sobre la mesa del Gobierno municipal destinada a suspender o modificar futuras mascletàs” por esta razón. Sin embargo, esto podría seguir generando problemas en el futuro. Mercedes Ortolá, abogada especializada en Derecho Animal y que representa a las alimentadoras, ha presentado ya una queja administrativa. Señala que “no se han establecido protocolos, habida cuenta de que los animales sufren mucho estrés e incluso paros cardiacos”. “Las Fallas tienen mucho poder, lo de la pirotecnia es un abuso. En Valencia no hay suficiente policía para controlar esto”, explica.
Ortolá insiste en que el Derecho Internacional establece, a través del artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, la obligación del Estado español de “tener plenamente en cuenta las exigencias en materia de bienestar de los animales como seres sensibles”, y que las autoridades municipales están legitimadas para legislar por su bienestar. “Pero España va a la cola, estamos en mitad de un vacío legal brutal”, sostiene. La queja administrativa a la que ha tenido acceso El Caballo de Nietzsche y que alberga como fin demandar protocolos de actuación específicos al Ajuntament, sostiene que “el uso de fuegos artificiales cerca de animales es cruel e inhumano, tal y como se desprende de las investigaciones realizadas sobre el tema, ya que produce un pánico ciego en algunos animales que puede conducir a lesiones graves, temores profundos, debilitantes o incluso la muerte”.
La falta de acciones para evitar estos contratiempos ha depositado el peso de la gestión en los grupos animalistas y en las alimentadoras, además de evidenciar lagunas en el marco institucional municipal. La también abogada Anna Mulà, especializada en Derecho Medioambiental, afirma que el desconocimiento sobre la situación de estas colonias por parte del Ayuntamiento “no puede eximirle de su responsabilidad”. Según Mulà, para evitar este tipo de acontecimientos, el reto estaría en la transformación de estas actividades pirotécnicas a través de la modificación de las ordenanzas municipales en el ámbito de la contaminación acústica o convivencia. “Se ha de lograr una convivencia absoluta entre personas y animales. Hay un interés superior, un bien jurídico que supone protección, como la convivencia, el bienestar de los animales, la conservación de la biodiversidad, el bienestar humano, la colectividad... Sería un intento de encontrar el equilibrio de libertades y derechos”, explica. “Ahora mismo, la utilización de pirotecnia no estaría justificada ni casaría con el sufrimiento provocado a animales y a algunas personas. El mecanismo de reconversión de actividades es una condición necesaria para su propia supervivencia”.
Después de la Cremà que clausuró las Fallas el pasado domingo, las alimentadoras continuarán haciéndose cargo de las colonias de la zona y procurarán que “esto no vuelva a repetirse”. Lucía, de la mano de Ortolá y otros grupos animalistas, seguirá intentando asegurar el cumplimiento de los derechos de los animales ante una cruda situación que es, en realidad, la punta del iceberg de su invisibilización estructural.
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