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Sobre este blog

El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

PP, PSOE y C´s: la gran coalición de apoyo a la caza

Imagen utilizada por Libera! para ilustrar su petición a la Xunta de Galicia para prohibir la participación de menores en cacerías

El caballo de Nietzsche

El PP, el PSOE y Ciudadanos han unido esta semana sus votos en el Congreso de los Diputados para apoyar la caza y a quienes la practican, a pesar del continuo descenso de aficionados a esa cruel práctica y del creciente rechazo social que suscita en una ciudadanía cada vez más concienciada sobre el sufrimiento de los animales.

Hace pocos días que ha comenzado la temporada de caza y el diputado del PP Teófilo de Luis, reconocido cazador, no pudo esperar para defender ante la Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente una proposición no de ley “de medidas en apoyo de la caza”, que contó con el apoyo, previa negociación de un texto común, de los dos partidos que en breve, previsiblemente, por activa o por pasiva, harán presidente del Gobierno a Mariano Rajoy. Resultado: 26 votos a favor, 8 en contra y 2 abstenciones con los que el Congreso pide al Gobierno que apoye a los cazadores.

Para ellos la caza es una “actividad” con un notable impacto económico que merece por ello el respaldo (más aún) de las administraciones públicas. El impacto ético de disfrutar matando, de permitir que niños y niñas empuñen un arma para disparar a animales indefensos, de poner en riesgo sus propias vidas y la de cualquiera que ose disfrutar del monte, parece ser una cuestión menor. Ya no hablemos, entonces, del impacto de la caza sobre los animales que la sufren, directa e indirectamente, y sobre su hábitat.

Casi al mismo tiempo que la proposición del PP comenzaba su tramitación en el Congreso, Ecologistas en Acción presentaba su campaña #LaVerdadDeLaCaza, con la que está pidiendo justamente lo contrario: que las administraciones públicas protejan a quienes quieren disfrutar en paz del monte y de sus habitantes de la amenaza que suponen quienes no saben hacerlo sin un arma al hombro. Entre sus argumentos están los 50 millones de animales asesinados por cazadores, el impacto medioambiental de la contaminación por el plomo de las municiones, los 30.000 perros abandonados cada año tras la temporada de caza (según las protectoras son muchos más los que llegan hasta ellas, más los que mueren antes de hacerlo), el 95% de ellos desnutridos.

A todo ello hay que sumar los accidentes entre los propios cazadores, de los que muchas veces son víctimas personas ajenas a sus matanzas: 40 muertos de media al año y cientos de heridos, según los datos del propio sector. Solo en dos días de este mes ha habido un muerto y cinco heridos, uno de ellos de trece años. En Galicia la Asociación Animalista Libera! ha iniciado una recogida de firmas para pedir que los menores no puedan participar en cacerías. Muchos cazadores, dice Ecologistas en Acción, no respetan las zonas ni las distancias de seguridad, y tampoco comprueban debidamente la dirección de su disparo, a veces porque no tienen la destreza mínima para empuñar un arma, ya sea por edad, por embriaguez o por cualquier otra circunstancia.

Algunos de esos argumentos fueron esgrimidos por el portavoz de Unidos Podemos en esa Comisión y diputado de Equo, Juantxo López de Uralde, que subrayó además el descenso del interés que la caza despierta en los ciudadanos: en 1990 había en España 1.443.000 licencias y hoy son 800.000, mientras crecen los aficionados a otras actividades en la naturaleza que pueden generar un impacto económico igual o mayor que la caza sin sus perjuicios, y que no cuentan con el apoyo que ya tienen los cazadores por parte de las administraciones.

De hecho, López de Uralde habló abiertamente de “privilegios” de este colectivo, gracias en gran parte a modificaciones legales impulsadas por el PP que permiten incluso cazar dentro de parques nacionales, algo “injustificable”. En su intervención, el diputado de Equo denunció también el creciente número de incidencias provocadas por cazadores, el corte de caminos y vías pecuarias, e incluso la colocación de cables que han provocado graves accidentes a ciclistas.

Enric Bataller, de Compromís, reconoció que la caza cuenta aún con “muchos adeptos”, pero subrayó que cada vez son menos y que esa actividad ahora es puramente “recreativa”, con un impacto medioambiental que sería aún más preocupante en caso de fomentarse un “turismo cinegético”. Pese a ello, su voto final fue abstención.

Nada de ello hizo mella en la gran coalición de cazadores, que no ve víctimas, solo placer y números. Teófilo de Luis había expueso antes con orgullo el compromiso del PP con la caza, solventando incluso “dos grandes factores de riesgo” que se cernían sobre ella: los accidentes en carreteras provocados por “especies cinegéticas” y que penaban a los propietarios de los cotos, y el furtivismo, que por ello se incorporó como delito al Código Penal. Su forma de hablar y los términos elegidos para defender su posición no dejan lugar a dudas de que donde pone la bala no ve otros ojos.

La caza, afirmó Teófilo de Luis, puede contribuir “de una forma notable” a romper la estacionalidad y la localización del turismo en España, al desarrollarse sobre todo en otoño e invierno en zonas diferentes a las que ofrecen sol y playa, y los “gastos colaterales” que comporta pueden incrementar el impacto económico de lo que ya es una “submodalidad” turística. Si es rentable no hay nada más que hablar, podría deducirse de su exposición.

Pero es que además, prosiguió, es una actividad de “muy profundas raíces en la historia y en las costumbres de nuestro país” y que incide en la conservación de espacios y especies. “Si no existen espacios en condiciones de acoger fauna es imposible practicar la actividad”, dijo sin despeinarse. “No me corto un pelo”, añadió a continuación, “y lo digo en términos muy llanos: quienes practicamos la caza somos uno de los más firmes y comprometidos defensores de la conservación del medio natural en las mejores condiciones posibles”.

Es decir, que los cazadores defienden la conservación del medio natural para que pueda acoger a animales destinados a ser asesinados por diversión. Si no hay medio natural no puede haber animales y se chafó la diversión. Y en ese caso, además, no podrían demostrar su amor por los animales, ese amor que les lleva a matarlos por placer porque prefieren tenerlos disecados en el salón o amontonados en el congelador antes que verlos disfrutar de su vida en libertad. Puro amor, y del bueno.

El portavoz de Ciudadanos, Luis Miguel Salvador, intervino para “mejorar” el texto del PP porque no le había convencido eso de que la caza forme parte de las “tradiciones”. Simplemente, dijo, tiene “un gran número de practicantes” y arroja unos datos económicos “muy importantes”, así que, al tajo: “Ya que se realiza la caza y hay que regularla”, su apuesta es eliminar trabas a la práctica en las diferentes comunidades autónomas y “favorecer” el equilibro con la vida rural.

También el diputado del PSOE Javier Antón intervino para “mejorar” la redacción del texto del PP introduciendo la colaboración con los gobiernos autonómicos y reclamando la puesta en marcha de un registro central de infractores. El “espacio de encuentro” de los cazadores que pedía Teófilo de Luis ya lo pusieron en marcha los socialistas, proclamó con satisfacción, y lo llamaron Consejo Nacional de Caza. Lo que sí hace falta, apuntó, es un banco genético para preservar las especies cinegéticas españolas. No vaya a ser que los cazadores se queden sin presas autóctonas.

El texto aprobado reclama al Gobierno “potenciar y difundir”, en colaboración con las comunidades autónomas, el uso de la licencia interautonómica de caza para reducir los trámites administrativos y hacer posible la práctica en cualquier parte del territorio. También pide la puesta en marcha del registro nacional de infracciones y del banco genético, y el fomento de “espacios de encuentro” entre el Estado y el sector cinegético para “conocer los problemas que afectan a esta actividad y utilizar esta información para proponer las oportunas soluciones”.

Quizá, solo quizá, algún día estos tres partidos se pregunten si fomentar una actividad con creciente rechazo social tiene algo que ver con la desafección de los ciudadanos respecto a sus políticos.

Quizá algún día se den cuenta de que sus balas de diversión matan de verdad a animales que no son solo miembros de una especie, sino seres únicos cuya vida vale más que el entretenimiendo de quien disfruta matando.

Quizá algún día reconozcan que el desequilibrio causado por la acción humana en el medio natural no puede solucionarse matando a las víctimas. Que ningún animal merece nacer con la única finalidad de ser asesinado.

Quizá algún día puedan disfrutar de la belleza de los animales en libertad y se les rompa el alma al ver los ojos de quienes eran sus víctimas. Quizá algún día puedan mirar a los ojos a Sonia, una jabalí de cuatro meses rescatada por el Santuario Gaia a la que los cazadores dejaron herida en una cuneta después de asesinar a su madre. O a Rayito, que vive en el santuario Wings of Heart a salvo de los disparos.

Quizá algún día todos esos disparos resuenen en sus tripas hasta querer hacerlos huir de sí mismos. Quizá algún día puedan, simplemente, vivir sin atemorizar ni asesinar por gusto a los más indefensos.

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El caballo de Nietzsche es el espacio en eldiario.es para los derechos animales, permanentemente vulnerados por razón de su especie. Somos la voz de quienes no la tienen y nos comprometemos con su defensa. Porque los animales no humanos no son objetos sino individuos que sienten, como el caballo al que Nietzsche se abrazó llorando.

Editamos Ruth Toledano, Concha López y Lucía Arana (RRSS).

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