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Alberto Zerain alcanza la cima del Annapurna

Zerain y García junto a los italianos Meroi y Benet.

“Acabamos de llegar a la cumbre —comunicaba Alberto esta mañana—. Es una cima difícil, muy aérea y en la que es fácil resbalarse. Además, ahora se ha metido viento y hace bastante frío”. El tiempo inestable y la perspectiva de un largo descenso han hecho que Zerain y sus compañeros no se demoren mucho en la cumbre. Sin embargo, Alberto no ha querido abandonarla sin agradecer desde allí el apoyo de Saunier Duval, patrocinador del proyecto 2x14x8000, así como el de todos los que han seguido y mostrado su apoyo a la expedición.

10 horas de escalada para salvar un desnivel de unos 1.000 metros, han culminado cinco semanas de duro trabajo para el alpinista alavés y su compañero Jonatan García. Esta mañana, por fin, todos sus esfuerzos han obtenido su recompensa. Acompañados por Nives Meroi y Romano Bennet con los que han trabajado en estrecha colaboración durante toda la expedición, Zerain y García han alcanzado la cumbre del Annapurna a las 10:30 (h. Nepal). Con ellos han hecho cima también los dos chilenos que ayer se unieron al grupo para repartir el trabajo de abrir huella.

Y es que, desde la cima, Alberto confirmaba lo que ya sospechaba: que entre el campo 4 y la cumbre no se encuentran grandes problemas técnicos, pero sí un trabajo muy duro. “La dificultad ha estado en abrir huella, ha sido muy largo y de mucho desgaste, porque, además, ya llevamos muchos días entregándolo todo”.

El premio a tanto esfuerzo ha sido muy especial para todos. Con éste, Zerain se apunta su décimo ochomil, a la vez que se quita el más temido por todos los ochomilistas. García, por su parte, se estrena con esta cima en el alpinismo de grandes altitudes y, según Alberto “tiene un subidón que yo creo que está ahora mismo más alto que el Annapurna”. Y en cuanto a los italianos, con esta montaña han culminado su sueño de ascender los catorce ochomiles y se han convertido, de paso, en la primera pareja en conseguirlo tras más de 20 años de expediciones. “Estamos todos muy contentos no sólo por haber hecho cumbre, sino por cómo la hemos hecho, en plan alpino, entrando desde el campo 2 con todo a cuestas, sin saber lo que encontraríamos por delante, solventando las dificultades sobre la marcha.”

Un Annapurna difícil

La montaña no les ha puesto las cosas fáciles a Alberto. Si bien es considerada la más peligrosa entre todas las montañas de ochomil metros, el Annapurna no tiene reputación de ser técnicamente difícil, al menos por su cara norte. Sin embargo, parece que este año la “Diosa de la abundancia” ha decidido añadir a sus imprevisibles peligros unas cuantas trabas más.

Para empezar, nada más alcanzar el campo base, Zerain y García supieron por otras expediciones que una enorme grieta había aparecido en los neveros por los que transita la ruta alemana, por la que ellos pensaban subir, haciéndola totalmente inviable. Su primera incursión en la montaña confirmó que no había forma de salvar la enorme abertura y que debían afrontar la sombría perspectiva de cambiarse a la ruta francesa. Esta vía, que fue la utilizada por los primeros ascensionistas en 1950, es con toda seguridad la más peligrosa de entre todos los ochomiles en cuanto a peligros objetivos. Al transitar en gran parte bajo una característica barrera de seracs conocida como “La Hoz”, la ruta francesa se ve constantemente barrida por bloques desprendidos y avalanchas, lo que hacen que haya que “pasar con mil ojos para no coger todos los boletos”, según nos contaba Alberto.

En la tarea de afrontar una ruta de semejante calibre, Zerain y García pronto encontraron la colaboración de los italianos Nives Meroi y su marido, Romano Benet. Al parecer, no solo compartían objetivos y filosofía, sino una gran afinidad personal, por lo que enseguida comenzaron a funcionar como una única cordada. Aun así, ha habido muy poca gente en el Annapurna este año, con lo que los cuatro han tenido que trabajar muy duramente para ganarle metros a la montaña.

El tiempo, por su parte, tampoco ha jugado a su favor. Las nevadas han sido constantes, haciendo que en cada nueva incursión a los campos de altura se vieran obligados a abrir huella. Un frente que llegó a descargar durante seis días ininterrumpidos, los tuvo confinados el campo base durante toda una semana, tiempo en el que conocieron la triste noticia del fallecimiento de Ueli Steck en el Nuptse.

Por fin, el pasado día 7, comenzó el ataque definitivo. Poco a poco, los cuatro alpinistas han ido ganando altura por un terreno muy técnico y, sobre todo, muy peligroso. Las cosas mejoraron finalmente el pasado día 10, cuando el grupo alcanzó campo 3 (en el emplazamiento del antiguo campo 4 francés del año 50), fuera ya de la trayectoria de caída de los seracs que se desprenden de La Hoz. Sin embargo, los seis alpinistas han confirmado hoy que el fin de las dificultades técnicas no supone que el resto del Annapurna sea un paseo. La montaña ha seguido vistiéndose con un manto de nieve cada tarde, por lo que avanzar por el plateau superior ha sido un trabajo, si no tan técnico, al menos igual de duro. Por suerte, tanto esfuerzo ha obtenido su resultado: la cumbre de la décima montaña más alta del mundo.

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