Escalada en hielo en Siberia
Rafa Vadillo, Antón Fontdevila y Xavi Pérez Gil acaban de regresar de la remota Siberia de un viaje que ha contado con el ruso Iván Témerev como anfitrión y que les ha convertido posiblemente en los primeros españoles que escalan cascadas en Siberia. El propio Rafa Vadillo así nos lo relata:
“¿Por qué hemos ido a escalar cascadas de hielo a Siberia?
En el pasado “Rally 12h Escalada Terradets” invitamos a participar a una cordada de escaladores rusos. Uno de ellos, Ivan Témerev, no es solo un gran alpinista, sino uno de los mayores activistas de la escalada de cascadas de hielo en Rusia. Posiblemente, la cascada más difícil de Siberia (en torno al grado 6), en el valle de Chulysman, es obra suya.
Charlando en Terradets me comentó que a él también le apasionaba la escalada de cascadas de hielo. Un par de meses más tarde me enviaba un mensaje privado desde Facebook, con el link de unas fotos de cascadas de hielo en Siberia. ¿Te animas?, decía su mensaje. Siberia y cascadas de hielo es un binomio suficientemente excitante para mí como para ponerme inmediatamente a mirar las posibilidades de realizar ese viaje, aunque el invierno no es una época buena para largos viajes para mí por razones profesionales. Máximo 8 días posibles. ¿Tiempo suficiente para viajar hasta Siberia, escalar y volver? Seguro que sería mejor tener más días, pero el proyecto me compensa.
De vuelta de escalar con dos buenos amigos (Anton Fontdevila y Xavi Pérez Gil) les comento la idea. Inmediatamente se apuntan. Están jubilados y por lo tanto no tienen problemas de fechas. ¡¡Ya tenemos plan!!
Marchamos un martes y 13 por la tarde. Largas escalas en los aeropuertos de Zurich y Moscú (los vuelos con menos escalas son más caros) y llegamos un miércoles 14 por las tarde a la localidad de Novosibirsk, la tercera ciudad más grande de Rusia y capital oficiosa de Siberia.
Después de dormir en casa de Alex Avdienko (otro potente alpinista ruso), emprendemos el viaje en el coche de Ivan hasta el pueblo de Aktash, a las puertas de las montañas de Altai. 13 horas de largo y cansado viaje. Hemos llegado justo cuando comienza una “ola de calor” en Siberia, por lo que la previsión de temperaturas va a ser benevolente con nosotros, ya que no se espera que baje de los -20 por la noche y entre -10 / -12 durante el día.
Al día siguiente ya estamos enfrascados en la escalada de la primera cascada: Hrapovskite, dedicada a un alpinista clásico accidentado en montaña. Hacemos cordada Anton Fontdevila y yo por un lado y Xavi Pérez Gil con Ivan Témerev por otro. La primera impresión es que el hielo es muy, muy duro y estalla en grandes trozos al clavar el piolet, lo que hace la escalada más cansada, al tener que dar varios golpes de piolet en cada anclaje. Eso sí, los tornillos de seguro quedan a prueba de bombas. Por otro lado, la cantidad de hielo y el grosor en las cascadas es impresionante.
Un nuevo día, una nueva cascada. En esta ocasión escalamos Kara-Tik, un poco más difícil que la anterior. Anton decide quedarse y hacer fotos desde abajo.
El domingo 18 nos vamos hasta el Valle de Chulysman. A excepción de las carreteras principales, en Rusia, buena parte de las carreteras son pistas sin asfaltar y en muchas ocasiones en muy malas condiciones. En este caso, la pista en algunos tramos en infernal, solo apta para todo terrenos, especialmente los últimos kilómetros de bajada hasta el Valle. Recorrer poco más de 100 kilómetros nos costó más de 5 horas.
El Valle de Chulysman es un lugar especial. Una gran hondonada solitaria y poco accesible. Una especie de “Shangri La” Siberiano. Solo una familia y cuatro casitas de madera es todo lo que hay en este lugar. No hay agua corriente (hay que ir a cogerla al río) y con una cocina de leña que hace también de estufa para calentar la habitación.
En este lugar no hay prácticamente nieve. El clima es tremendamente seco y frío. Cualquier presencia de agua está congelada (ríos, lagos, cascadas…), todo está congelado.
El lunes 20 escalamos una de las cascadas más bonitas del Valle: Katu-Yarik, ¡¡al sol a -10º!! Ivan nos dice que cree que estamos haciendo la tercera escalada de esta cascada (la segunda la hizo él también), ya que a diferencia de las cascadas de Aktash, a Chulysman no han ido a escalar más de 5 o 6 cordadas, incluyéndonos a nosotros.
Al día siguiente emprendemos el regreso hacia Aktash, pero de pasada escalamos una cascada en la parte superior del Valle, a la que accedemos rapelando por arriba: Baja-Kaya, una estética cortina, muy ancha.
Finalmente, el martes 21 emprendemos el regreso desde Aktash hasta Novosibirsk. A medio camino comienza un una fuerte ventisca que no cesa hasta Novosibirsk. Fueron 14 horas de viaje, la mitad de ellas envueltos en ventisca.
A partir de aquí, el tiempo y las temperaturas vuelven a la normalidad siberiana. Solo 2 días después de nuestro regreso, la temperatura bajó hasta los -35º. Hemos tenido la suerte de nuestro lado durante este viaje.
Al parecer, hemos sido los primeros alpinistas “no rusos” en escalar cascadas de hielo en Siberia.
A continuación detallo las cascadas que escalamos. Las dificultades las he puesto (no hay información de graduaciones de estas cascadas), según los grados en zonas de Alpes. Según la graduación que habitualmente tienen las cascadas en zonas en Pirineos, estos grados serían “duros” y en nuestras zonas tendrían medio grado más.“