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Los Pou abren dos nuevas rutas en Perú

Pou CHURUP

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A finales de junio, Iker y Eneko Pou se apuntaban su primera ruta al nevado de Churup (5.493 metros), una montaña que desde hacía tiempo tenían en mente escalar. Una ascensión elegante, difícil y comprometida más a su larga carrera en Perú, donde ya han abierto 19 rutas. Los propios Pou nos lo relatan:

“Era una de las pocas montañas que se ven desde Huaraz que nos quedaban por ascender… Un clásico en los años 80 y 90, cuando había mucha más nieve y mucho más hielo, que por culpa de la subida de temperaturas ha pasado a segundo plano, ya que la roca que ha quedado a la vista, de tan rota, que es casi impracticable... Escalamos su cara suroeste, nuestra noroeste, en 17 horas ida y vuelta desde la laguna Churupita, y lo que pensamos que iba a ser un trámite para aclimatar se convirtió en una ardua tarea por culpa de la falta de nieve y de las zonas mixtas, los 800 metros de desnivel y alrededor de 1.000 metros de recorrido, y los 8-10 rápeles bien verticales y peligrosos sobre roca descompuesta.

En conjunto, una ascensión elegante y comprometida que nos ha dejado muy buen sabor de boca. Aunque es probable que haya alguna línea anterior no hemos encontrado ninguna información, así que dejamos información del trazado que hemos seguido para futuras repeticiones. En cuanto a las dificultades sería algo como M5+/V+/65⁰. Importante: el campo base en la laguna Churupita es uno de los más bonitos en los que hemos estado en la Cordillera Blanca“.

Unos días más tarde, Iker y Eneko abrían otra gran ruta en Perú. Después de tres días de escalada libre en estilo alpino alcanzan la cumbre este del Jurau A (5.520 metros). La capacidad de creación e innovación de los dos hermanos alaveses es internacionalmente conocida, y en esta ocasión le han dado una vuelta de tuerca más firmando la que es su primera ruta abierta en el salvaje macizo del Huayhuash, vecino a la Cordillera Blanca y famoso por su belleza. Bautizaron la nueva ruta con el nombre de Kuntur ( 6c/70º/M5/1.575m.), cóndor en Quechua, en alusión a las cuatro enormes aves que les sobrevolaron durante gran parte de la escalada.

“Independientemente del esfuerzo, la dificultad, la altura, los buenos y malos momentos vividos durante la apertura, lo que más nos ha marcado, sin lugar a dudas, ha sido esta grandiosa expresión de la naturaleza que en siete temporadas en la Cordillera Blanca todavía no habíamos tenido el gusto de vivir. Ha sido algo sensacional, poder compartir la escalada con los cóndores, algo tan difícil de ver…”.

El resultado ha sido una ruta con 1.575 metros de recorrido, una dificultad de 6c en la roca, 70º en la nieve y el hielo, y M.5 en la escalada mixta:

“Alcanzamos la cumbre con las últimas luces del segundo día, tras haber realizado un incómodo vivac en una pequeña repisa a 5.000 metros. Rapelamos desde lo más alto a 5.520 metros durante dos horas ya de noche, y a una altura de 5.250 metros decidimos parar nuevamente a dormir. Necesitábamos descansar, la jornada había resultado maratoniana con casi 13 horas de actividad, a lo que habría que sumar las casi 12 del día anterior y las casi 5 de dos jornadas antes. El tercer día nos levantamos muy cansados, pero había que seguir buscando la ruta de descenso, con lo que nos centramos en ello hasta que 7 horas después logramos alcanzar el campo base”.

Los hermanos alaveses han dejado la vía entera totalmente limpia ya que la ascendieron únicamente con material flotante (empotradores que quitaban y ponían) y recomiendan encarecidamente su repetición...

“Sobre todo es una gran vía de roca, del estilo de ”La Esfinge“, el gran emblema de la Cordillera, pero todavía un poco más larga y más alta, y con los últimos largos en nieve y hielo, con lo que la ascensión es aún más completa. Los largos clave, aunque no tienen una dificultad extrema, son bastante expuestos porque son difíciles de proteger, y en la mayoría de los casos no permiten caídas…Tampoco hemos dejado nada de material emplazado con lo que es una escalada bastante seria. También habría que sumarle que al tener que llevar equipo de vivac y comida para tres días hemos acarreado bastante peso, por lo que ha resultado una escalada muy física y logísticamente complicada”.

Ni Iker ni Eneko dudan en poner en valor lo conseguido, sobre todo en un momento vital complicado:

“Ha sido una ascensión importante. Queríamos algo grande y lo hemos conseguido, pero a pesar del enorme desgaste físico y mental, lo peor no ha resultado la propia escalada, lo más difícil ha sido superar mentalmente lo que ha supuesto primero el accidente mortal de los tres chicos que tratamos de rescatar en el Artesonraju y que no fue posible hasta casi veinte días más tarde y, después, el goteo de compañeros que han ido falleciendo en accidentes de montaña en diferentes cadenas montañosas del mundo- hasta ocho amigos- en un intervalo de apenas dos semanas y media. Estas desgracias nos han afectado profundamente y nos han lastrado anímicamente durante toda la expedición, con lo que cuando hemos logrado la cumbre y la apertura en el Jurau A nos hemos quitado un gran peso de encima. Lo cierto es que hemos estado a punto de no lograrlo, durante días, no nos hemos sentido con fuerza y ganas para volver a la montaña, y aún menos a una actividad tan exigente y tan dura”.

No obstante, lo han conseguido a pesar de todas las adversidades y haciendo nuevamente historia en un país en el que la gente los quiere y les reconoce su labor.

“Volvemos año tras año a Perú porque nos sentimos queridos y aprecian todas estas vías que les estamos dejando, pero creemos que aún valoran más nuestra labor desinteresada en favor del colectivo montañero, sobre todo cuando dejamos nuestros proyectos de lado para sumarnos a los rescates, donde se sufre mucho, antes, durante y después de los mismos. Físicamente te dejan muy cansado, pero anímicamente acaban contigo, sobre todo cuando no consigues sacar con vida a los compañeros… Son ya varios en los que hemos participado y, a pesar de todo el sufrimiento que estamos contando, lo seguiremos haciendo, porque es parte de la obligación de un montañero y porque demuestra los mejores valores de un ser humano. Devolver a los accidentados a su familia y amigos es algo que no tiene precio”.

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