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La comunidad científica alerta de que cada vez serán más frecuentes los brotes de enfermedades en animales

El rebaño de trashumancia, a 15 de octubre de 2023, en Guadarrama, Madrid (España).

Javier Fernández Rubio

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Malas noticias para los negacionistas del cambio climático. Aunque no sea el causante directo, detrás de los brotes de fiebre hemorrágica epizoótica o de lengua azul que están azotando a la cabaña ganadera está el cambio climático. La aceleración de los cambios en el régimen de temperaturas, con inviernos más templados, veranos tórridos y períodos cada vez más largos en que unos y otros se internan en el terreno del contrario está provocando en la Europa templada y fría que insectos transmisores de estas enfermedades alcancen latitudes en las que antes no aparecían.

Fuentes de la Consejería de Ganadería de Cantabria no solo asumen que el calentamiento del planeta está detrás de la fácil propagación de la lengua azul y la fiebre hemorrágica epizoótica que se han convertido en un quebradero de cabeza para el sector en los últimos meses, sino que esperan y desean que el Estado, a través del Ministerio competente, asuma esta segunda como un reto y facilite las inversiones e incentivos de investigación para una vacuna, como ya se hizo con la primera.

“Desde África a España está demostrado que se transmiten enfermedades que se consideran emergentes y que han venido para quedarse. En África, los animales ya tienen desarrollada cierta inmunidad y aquí han de adquirirla mediante la inmunidad de rebaño, con contagio con escasos síntomas o asintomáticos, o mediante la vacunación. Es impredecible saber lo que va a pasar en alto grado”, afirman desde el Ejecutivo autonómico de Cantabria.

La fiebre hemorrágica se ha cobrado dos millares de reses. Según los últimos datos oficiales hechos públicos por el Ejecutivo autonómico, a 24 de noviembre se han contabilizado 2.142 animales fallecidos, 6.794 infectados y 243.705 sanos, lo que supone un porcentaje del 0,85% de fallecidos y el 2,69% de afectados del total de la cabaña ganadera.

La conocida como lengua azul es una enfermedad causada por un virus que afecta a los rumiantes, especialmente a las ovejas, pero también a los bovinos, caprinos y animales no domésticos como antílopes y cérvidos. El vector transmisor es un mosquito, del género Culicoides, el cual se está expandiendo por Europa inoculando el virus a las cabañas ganaderas de todo el continente, incluidos países tradicionalmente fríos como los nórdicos.

El cambio climático ya es asumido como el caldo de cultivo propiciatorio para la expansión del vector y, por lo tanto, de la enfermedad. Y del mismo modo que esta hacía acto de aparición cada 20 años, aproximadamente, en la actualidad, con los períodos de altas temperaturas más extremos y frecuentes, propician brotes con mayor frecuencia. El cambio climático está afectando sustancialmente la dinámica hospedador-vector-patógeno de algunas enfermedades animales y esta es la conclusión a la que llegan dentro de la comunidad científica.

Lengua azul

A diferencia de la fiebre hemorrágica, la lengua azul tiene una alta mortalidad en la cabaña enferma, entre el 70 y el 100% de las reses infectadas por el virus. Cantabria ya ha vivido hace décadas el azote de la lengua azul y el brote reciente, declarado oficialmente acabado el 1 de diciembre, ha sido una reaparición de una enfermedad considerada de alto riesgo por el Ministerio de Agricultura, lo que en contrapartida hace que haya financiación para campañas e incentivos económicos para que la industria farmacéutica investigue en vacunas, algo que no pasa aún con la fiebre hemorrágica epizoótica.

De hecho, la Consejería de Ganadería del Gobierno de Cantabria, que ha dado por cerrada la crisis de la lengua azul por las bajas temperaturas registradas, va a aprovechar el otoño-invierno para una gran campaña de vacunación con la que prevenir la lengua azul. Empezará en breve y tendrá su punto álgido en enero y febrero, lo que se compatibilizará con estudios selectivos en algunas ganaderías de control para testar la evolución de la enfermedad y su incidencia. Hasta ahora ha habido registrados cinco casos en Cantabria (en Solares, Suances, Valdáliga, Medio Cudeyo y Liérganes). El coste de vacunación rondará 1,3 millón de euros.

La vacuna será “polivalente” para combatir tanto el serotipo 4, que es el que está en auge y afecta fundamentalmente a ovinos y “casi de manera asintomática a bovinos”, como el serotipo 8, que es “más potente” con el ganado bovino y que amenaza desde el sur de Francia, con “más de mil focos”, ha explicado el consejero Pablo Palencia.

Para prevenir los casos, el Ejecutivo cántabro empezará vacunando a los ovinos y dando prioridad a las zonas donde no ha llegado la enfermedad, ya que tienen menor inmunidad.

El pasado 1 de diciembre han quedado liberadas las comarcas de Reinosa, Los Corrales de Buelna, Potes, Ramales de la Victoria, San Vicente de Toranzo y Villacarriedo, además de los municipios de Los Tojos, Cabuérniga, Ruente y Mazcuerras, en la comarca de Cabezón de la Sal, y los de Polaciones, Tudanca, Rionansa y Lamasón, en la de San Vicente de la Barquera.

Cambio climático

“Existen varias hipótesis de entrada a la península”, afirma en un escrito dirigido al Parlamento por el Gobierno de Cantabria, en fecha 18 de noviembre de 2022. “Una de ellas sugiere que la entrada se ha debido a la llegada de culicoides, infectados por el virus, transportados por el viento cientos de kilómetros desde focos de esa enfermedad en África. Los serotipos 6 y 8 de Enfermedad Hemorrágica Epizoótica llevan años circulando en el norte de África y la hipótesis de desplazamiento pasivo, a través de corrientes de aire, ya ha sido previamente confirmada en numerosas ocasiones para explicar los brotes de lengua azul que afectaron a gran parte de Europa. La enfermedad ha ido avanzando por la península hasta llegar a Cantabria”. 

Ese es su origen en Cantabria, pero poco ha trascendido de su vinculación con la evolución del clima. Apenas hay estudios, y menos datos, sobre la relación entre la salud animal y el cambio climático. Pero ya hay un consenso entre fuentes científicas solventes de que, si bien no es la causa, sí es el medio propiciatorio para que enfermedades endémicas de África se extiendan a países más fríos. Una de las consecuencias del cambio climático, que partidos como Vox niegan, es la proliferación de enfermedades.

Lo que sí ha quedado claro es que la vacunación no es causa de enfermedad. Un estudio de la Universidad Complutense, encargado por el Ministerio de Agricultura, concluyó ya en 2009 que no había una relación directa entre la vacuna contra la lengua azul y algún brote posterior de esta enfermedad, un rumor que caló en el sector y que había que despejar con base científica.

Más estudios

La Universidad de Liverpool ya ha advertido que en el futuro los casos de enfermedades en la cabaña ganadera serán más agresivos, se extenderán cada vez más al norte y ampliará el periodo de propagación que será de hasta tres meses.

La revista ‘Nature Climate Change’ ha publicado un estudio del Departamento de Ciencias Matemáticas de esta universidad que ya vaticinaba que el calentamiento del planeta, y la emisión a la atmósfera de gases de efecto invernadero, hará que la propagación del virus de la Lengua azul se irá acelerando hasta 2100.

Ante este panorama, solo cabe la vacunación y restringir al máximo la circulación del ganado entre comarcas y países, algo que ya están aplicando en Europa, no sin demasiado éxito ya que la proliferación de focos en Francia y Alemania hace que actualmente el peligro de transmisión no venga de África sino de la misma Europa.

La lucha contra el cambio climático es una política de primer orden de la Unión Europea que se está desarrollando en múltiples frentes.

Según recoge Diario Veterinario, durante la temporada 2022-2023 se confirmaron 80 focos de Lengua azul, todos ellos de serotipo 4 y localizados en la zona oeste de España. 

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