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Entrevista Francisco Javier López Marcano (PRC)

“Afrontamos el futuro del PRC con un liderazgo incuestionable y enérgico, que pido que continúe”

Francisco Javier López Marcano, consejero de Industria y Turismo de Cantabria.

Laro García

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Francisco Javier López Marcano (Torrelavega, 1955) lo ha sido prácticamente todo en la política: concejal, alcalde, diputado, consejero... En sus más de treinta años en la primera línea de la actividad pública ha ocupado diversos cargos de responsabilidad siempre como hombre de confianza de Miguel Ángel Revilla, que a principios de este año propició su regreso al Gobierno de Cantabria al frente de la Consejería de Industria, Turismo, Innovación, Transporte y Comercio. Esta decisión sirvió como “desagravio” para una de las personas más cercanas al líder regionalista, tras unos años en el ostracismo y después de salir indemne de una catarata de querellas en su contra por su gestión en la anterior etapa del bipartito PRC-PSOE.

Ahora, este licenciado en Filosofía y Letras, rama Hispánicas, y profesor de Latín en excedencia, vicesecretario general del PRC y máximo dirigente del partido en la comarca del Besaya, asume nuevas competencias pero no encuentra grandes diferencias con épocas pasadas en las que tuvo mando en plaza. Con su tono bajo, pausado y reflexivo, se toma tiempo para responder cada pregunta y mide sus palabras. Solo sube la voz para dejar claro que a Revilla solo lo sucederá Revilla. “Afrontamos el futuro del PRC con un liderazgo incuestionable y enérgico, al que yo mismo le pido, como otros muchos, que continúe. Probablemente fui el primero que lo sostuvo públicamente. El que es presidente cuatro años tiene que someterse al juicio de los ciudadanos”, sostiene. ¿Y sobre su futuro? Ahí quedan más dudas por despejar. “Si hay que ejercer como general, seré general. Si hay que ejercer como soldado, seré soldado”, asegura.

Casi un año después de su regreso a la primera línea política, ¿qué diferencias ha encontrado respecto a su anterior etapa en el Gobierno de Cantabria?

Esta semana se han cumplido exactamente nueve meses desde que regresé. ¿Diferencias? En líneas generales, ninguna. Hablamos de personas, y el carácter te impulsa a participar desde el primer instante en las cuestiones que te afectan. En la sustancia, no he detectado ninguna... [Piensa].

¿Y en las prioridades que hay que atender ahora?

Mis prioridades son más diversas. Mi ámbito de responsabilidad es bastante más amplio y hay unos cambios de registro importantes. Hablas con cotidianidad de asuntos diferentes, desde la industria, al transporte o el comercio y el turismo, y eso te obliga a estar en permanente estado de atención y dedicación. La época tiene muchas complicaciones, no es fácil para nadie. Tanto por las circunstancias económicas, como por circunstancias que se escapan a nuestro control, con los más de 18 meses ya, duros y complicados, que tenemos que superar por la pandemia. Y los que nos quedan. Ciñéndonos al aspecto económico, en mi anterior momento como consejero también vivimos una gran crisis, no exenta de dificultades. Ahora intentamos superar esa situación con más ayudas, con más administraciones protectoras. Con Europa, básicamente. Eso lo hace no un poco más fácil, pero sí nos permite tener mejores expectativas. Tenemos esperanzas más o menos fundadas de que todo se va a resolver positivamente. Todas las decisiones que tomamos a diario tienden a la resolución de las necesidades de los sectores que tiran de nuestra economía, como son la industria y el turismo, y que son capitales y estratégicos para nuestro futuro.

Llama la atención que una persona con una trayectoria política tan dilatada, y tras sufrir lo que siempre calificó como una “cacería política”, tuviera ganas de volver a tomar las riendas de una Consejería. ¿La necesidad de una rehabilitación pública era más fuerte que el sentimiento de dar un portazo y dejar todo atrás una vez enterradas las causas judiciales en su contra?

Tengo sentido del honor. Siempre desempeñé mis responsabilidades como lo estoy haciendo ahora, con la misma entrega, con la misma energía, con el mismo entusiasmo y rodeado de mis equipos. Mi pasado es la suma de mis aciertos y de mis errores. Y si en el pasado, como todo el mundo, cometí errores, aunque quiero creer que hubo muchos más aciertos, siempre fue en el desarrollo de mi tarea. Todo lo que he padecido, no solo yo, sino la gente que me rodea, desde mi familia hasta mis allegados, mis correligionarios, mis próximos, mis amigos... lo han padecido conmigo. Y ese sentido del honor me empujó siempre a desear volver como un acto no ya de desagravio, sino como un acto de justicia hacia una persona que había hecho las cosas todo lo bien que pudo y que antepuso el servicio público a lo privado desde el principio de mis responsabilidades. Ahora bien, ese regreso, esa página, se cierra para mí en el preciso instante en el que tomo posesión. Y eso es un minuto. En lo relativo a la emotividad y a los sentimientos es muchísimo tiempo, es atemporal, pero como hecho concreto dura un minuto. A partir de ahí, empieza un trabajo en el que me apetece aportar para la resolución de algunos problemas. Quiero aportar mi grano de arena al colectivo al que me debo, y a mi tierra, y a mi gente.

A nivel político, siempre se declaró “tranquilo, sereno, equilibrado y confiado”, incluso en los peores momentos. Pero, ¿qué consecuencias tuvo esa catarata de querellas en su contra a nivel personal ahora que lo puede valorar en perspectiva?

[Ríe] Lo viví de esa manera: enormemente confiado en que iba a llegar ese día en que todo acabara, en que iba a llegar el día en el que volviera a tener responsabilidades públicas. No sin dificultades, sin momentos complicados, algunos crueles. Sobre todo, los que pertenecen al ámbito familiar. Hubo momentos de padecimiento crueles, y los superamos entre todos. A la manera del Liverpool: nunca he caminado solo. Ese es mi carácter también, intentando vivir en silencio la carga más gravosa de la situación. Si no hubiera sido por mi familia, mis amigos, mis correligionarios, habría resultado imposible, seguramente.

Su vuelta ha coincidido con la gestión de una pandemia mundial que ha tenido consecuencias dramáticas, además del punto de vista sanitario, a nivel de empleo y destrucción de la economía. ¿Cree que hay herramientas suficientes para ser optimistas y confiar en una recuperación rápida y sostenible?

Sin duda. La primera consecuencia de la época que vivimos son los cambios, las mutaciones que hemos sufrido todos. Como conjunto y como individuos, a veces con plena percepción y otras veces de manera imperceptible. Las prioridades en esa enseñanza son fundamentales. Y eso, trasladado al Gobierno, convierte en axioma lo que ya una inmensa mayoría pensábamos. Entre esas prioridades están la sanidad y la educación, las primeras. Pero como seguimos viviendo, al lado de esas dos prioridades hay una tercera, porque necesitamos seguir trabajando. Y hay sectores capitales. Esta Consejería es imprescindible para el presente y para el futuro de Cantabria porque tira de la recuperación, tira de sectores que generan empleo y riqueza.

Precisamente sus competencias, la industria, el turismo, el comercio o el transporte, son las más afectadas por todo lo que ha supuesto la COVID y el cambio de paradigma que hemos vivido en tan poco tiempo. ¿No estamos obligados a repensar el modelo económico después de la pandemia?

Ahora conocemos los retos. Y entre todos, tenemos uno que es hacer sustentable el modelo económico. Todos esos cambios que se están produciendo se tienen que supeditar a la sostenibilidad, a la conectividad, a la eficiencia energética, pero también a la tecnología, a la investigación, al descubrimiento de talento. Se ha acelerado todo. Ha habido un acelerador social. Probablemente lo mejor es que dentro de esa hoja de ruta sepamos a dónde queremos llegar y qué hay que hacer para llegar ahí, y que seamos conscientes de que los grandes cambios se han de producir en los próximos años. Si no provocamos esos cambios, si no contribuimos a que se lleven a cabo, estamos condenados probablemente a quedarnos en el furgón de cola.

Nos encontramos ahora, por ejemplo, con serios problemas derivados por el precio de la energía, que están provocando ya parones en algunas fábricas y una gran incertidumbre en un sector esencial. ¿Hacia dónde deben ir las soluciones en este terreno?

Hacia la colaboración para solucionar el problema, porque es un problema que se ha agravado, pero que data ya de hace más de un año. El máximo riesgo que corremos es que lo coyuntural se convierta en estructural. Hay que encontrar soluciones urgentes, de hoy para mañana. ¿Cómo? Entre todos. Nosotros, elevando el tono reivindicativo y presentando propuestas, cosa que hacemos de manera conjunta con nuestras industrias y empresas, así como con otras comunidades autónomas, y con la tutela de las dos grandes administraciones de las que dependemos: el Reino de España y la Unión Europea. Hay una necesidad imperiosa de nuevos precios, de nuevas soluciones y de mecanismos de corrección y medidas de apoyo para que las soluciones sean inmediatas. La trascendencia del asunto es tal que no solo tenemos afectadas a un grupo de industrias maduras que se dan más en el norte que en otros lugares, que Miguel Ángel Revilla ha pedido a Pedro Sánchez que en la próxima Conferencia de Presidentes se debata el tema de la energía y sus soluciones.

Tenemos una legislación tremendamente protectora, con casi una treintena de supuestos que impiden la ubicación de parques eólicos. Tengo mucha fe

Parece que desde la Unión Europea sí se ha entendido en esta ocasión que para abordar una crisis sobrevenida como la que ha provocado el coronavirus hacen falta fondos públicos y no se puede volver al 'austericidio' que se aplicó en la anterior crisis. ¿En qué va a emplear su departamento la inyección económica que llegará de Bruselas?

Vivimos todavía momentos de incógnitas e incertidumbres. Faltan decisiones por tomar y soluciones de aplicar. Nuestras industrias de componentes de automoción, por ejemplo, están pendientes de un PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) que va a distribuir 3.400 millones de euros y en el que tienen que encontrar algún ámbito de trabajo. Faltan de distribuirse todavía muchísimos de esos fondos europeos. Lo que venimos recibiendo hasta ahora, que no es poco y que bienvenido sea, viene con nombre y apellidos, viene con epígrafes, y se llaman eficiencia energética, REAS, MOVES... Y nuestro próximo presupuesto se nutre en parte de esos fondos europeos que tenemos que gestionar y gastar en un año en el que a nivel de gestión exigirá muchísimos esfuerzos. En esta gestión vamos a acabar el año habiendo desarrollado la astronómica cifra de 50.000 expedientes.

Supongo que en el borrador de los Presupuestos Generales de Cantabria que tienen ahora mismo sobre la mesa se recojan algunas alternativas para afrontar una situación como la que estamos viviendo. ¿Se puede hacer un último esfuerzo desde las instituciones para sostener el tejido industrial o el margen económico que queda ya es limitado?

Lo que destacaría de ese futuro presupuesto es su incremento. La cifra global de 140 millones de euros no se ha alcanzado nunca ni por Industria ni por Turismo, sean cuales fueren sus circunstancias. Hay un incremento del 20,2% y a partir de ahora se convierte en una cifra de referencia. Es una cantidad importante, pero no es la más elevada que tendrá que recibir Industria en los próximos años. Es una Consejería que tiene que crecer. Y en líneas generales, lo vamos a dedicar a poner en marcha nuevos proyectos y convertirlos en realidades.

Y a nivel turístico, después de ver cómo teníamos que cerrar fronteras y limitar el movimiento de los ciudadanos casi por completo, ¿no estamos obligados buscar alternativas más sostenibles? ¿Cómo se plantearía el futuro del sector?

Nosotros tenemos un turismo maduro. Y la procedencia de ese turismo es fiel y leal. Tenemos que trabajar en mejorar aquello que no es una constante entre nosotros, en dos aspectos: primero, debemos mejorar los datos del turismo exterior, como venimos haciendo trabajando con otros actores implicados, y luego reforzando nuestra presencia dentro del mercado nacional. Hay que hacer un esfuerzo muy creíble y cargado de argumentos para conseguir la desestacionalización, que no siempre depende de los responsables de turno, sino que lo hace de otros factores como estamos viendo en este extraordinario mes de octubre, más allá de verano. Ahora convivimos generaciones que han experimentado realidades distintas. Hace ya algunos años, entre nosotros se decía que el verano en Cantabria duraba de virgen a virgen, es decir, de la virgen de julio a la virgen de agosto. Eso ya pertenece a nuestro pasado remoto. Nuestros hosteleros vienen de tener unos fines de semana y unos puentes que eran más que vacaciones de Semana Santa y de tener este año unos extraordinarios resultados, mucho mejores de lo que podríamos esperar en los meses de abril o mayo.

Lejos de ser un peligro, lejos de entrañar riesgos, el turismo es una fortaleza. Ni siquiera creo que sea una moda. Es un modo de relacionarnos con los demás

¿Y no le preocupa que en Cantabria haya una dependencia excesiva del turismo, con lo que eso supone de temporalidad en el empleo y, en muchas ocasiones, de precariedad para los trabajadores?

Nuestra realidad es que tenemos una larga tradición de economías de mixtura. Hemos sido simultáneamente una región industrial, que tenía una aportación varios puntos por encima de la media nacional, y hemos sido una tierra ganadera, en la que las economías diversas provocaron épocas de prosperidad. Eso es así. Y el turismo es una fortaleza. Lejos de ser un peligro, lejos de entrañar riesgos, el turismo es una fortaleza. Ni siquiera creo que sea una moda. Es un modo de relacionarnos con los demás.

Precisamente ahora hay un debate muy encendido en Cantabria por el desarrollo de la energía eólica y los efectos que puede tener la implantación de estos proyectos industriales en zonas protegidas o que viven esencialmente del turismo y del valor de sus paisajes. ¿Cómo se pueden combinar esos dos aspectos?

Yo vengo de mencionar por vez primera un concepto que se aplica en otros mundos. En el mundo de la hostelería y la gastronomía se habla muchas veces de los productos de kilómetro cero. Y yo quiero energía de kilómetro cero. Pero quiero energía renovable, energía sustentable, energía respetuosa con el entorno, energía limpia, energía garantista. ¿Cómo se puede conseguir? No hay otra manera. Primero, como un ejercicio de fe en la energía renovable. Y por otro lado, como un ejercicio de protección de la tierra que habitamos. Conviene no olvidar que un tercio de Cantabria está ocupado por espacios protegidos, por diversos regímenes de protección. Un tercio es territorio de caliza, y el otro tercio está habitado por los cántabros. Tenemos una legislación tremendamente protectora, con casi una treintena de supuestos que impiden la ubicación de parques eólicos. Tengo mucha fe. Tenemos una legislación ambiental tan altamente exigente que a la menor detección de uno de esos treinta supuestos se incumple, no se concede la autorización. Eso es así. Luego hay otro aspecto, y es que el desarrollo social y corporativo de las empresas también está cambiando. Son conscientes de la existencia de esa legislación exigente y de las necesidades de llegar a acuerdos con los ciudadanos en los territorios. Ahí se está produciendo un cambio que a mí me parece digno de tenerse en cuenta.

Las decisiones que se tomen ahora en este aspecto marcarán el futuro a medio y largo plazo de Cantabria. ¿No le parece que estamos en un momento trascendental?

Es así, a todos los niveles. El proyecto de Repsol en la presa de Alsa, con una cifra de 650 millones de euros, pero que puede irse hasta 740 millones de euros, eso sí marca el futuro de Cantabria. Con energía a nuestra disposición, con energía en nuestro territorio, con miles de puestos de trabajo durante la fase de ejecución, y contribuyendo decisivamente a que tengamos más energía de la que necesitamos sin provocar quebrantos al territorio y haciéndolo sostenible. Y eso es de aplicación a otras partes. He sido probablemente el primero en decir que ciertos proyectos no iban a salir adelante, y esos proyectos tenían nombres y apellidos, ante la preocupación de los vecinos. Esos eran los que estábamos seguros de que no iban a salir, porque no se cumplían las condiciones. Si todo lo hacemos con rigor y criterios de modernidad, respeto y sostenibilidad, creo que la convivencia puede ser pacífica y la coexistencia con varias formas de desarrollo puede ser real.

Ya para acabar, y hablando de futuro, le tengo que preguntar su partido y por usted mismo... ¿Dónde se ve dentro de dos años, cuando se agote la legislatura?

El futuro de mi partido es saludable y próspero. Hemos trabajado muy duro para que así sea, para merecer el respeto y la aprobación de los cántabros. El PRC antepone Cantabria a cualquier otra cosa y eso es una singularidad. No tenemos que acatar órdenes y propuestas de ámbito nacional. Y afrontamos el futuro del PRC con un liderazgo incuestionable y enérgico, al que yo mismo le pido, como otros muchos, que continúe. Probablemente fui el primero que lo sostuvo públicamente. El que es presidente cuatro años tiene que someterse al juicio de los ciudadanos. Y lo otro, lo que respecta a mi futuro, no es una preocupación. Estaré donde quiera mi partido que esté. Donde lo quieran los míos y donde me respete la salud. El partido me conoce perfectamente. Cuando el partido necesitaba que dimitiese, el primero que di un paso al frente fui yo. Si se me pregunta si quiero seguir formando parte del PRC, la respuesta evidentemente es que sí. Si se me pregunta si quiero seguir formando parte de los órganos de decisión de mi partido, la respuesta es sí. Estaré donde sea necesario.

Le he escuchado decir varias veces que solo se puede ser militante al 100%. ¿Eso quiere decir que mientras sea militante estará a disposición del partido para las tareas que se le encomienden?

Totalmente. Y me lo escucharás siempre. Si hay que ejercer como general, seré general. Si hay que ejercer como soldado, seré soldado. 

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