Una veintena de personas centenarias de Cantabria legan 2.248 años de recuerdos
El desconocimiento de la Historia nos puede condenar al olvido, a la ignorancia, a vivir como si aquellas personas que han sido constructoras de esa Historia no hubiesen vivido, caminado, caído, triunfado, aprendido, enseñado, luchado, trabajado, sufrido, deseado, amado… Vivir con memoria es, sin embargo, vivir aferrados a los recuerdos que nos explican y que nos proyectan al futuro.
Desde 2021, Legado Cantabria, un proyecto de la Fundación Patronato Europeo de Mayores (PEM), se dedica a recopilar las historias de vida de personas de 70 años o más que viven en esta comunidad autónoma: es una manera de preservar la historia en voz de quienes la protagonizaron. El privilegio de preservar viva la memoria vale tanto como las historias vividas por más de 170 personas que ya han entregado sus testimonios a este proyecto, de las cuales 22 han compartido recuerdos cuando han cumplido 99 años o más. Estas últimas representan algo más del 12% del total de las entrevistas que pueden verse en el sitio web de Legado Cantabria.
Vicente-Marino Movellán Pecoustán falleció hace muy poco, el 12 de julio de 2025, con 107 años, seis días antes de alcanzar los 108. “Él representa un símbolo de la memoria centenaria que hemos querido cuidar en este tiempo”, dice orgullosa Zhenya Popova, coordinadora de Legado Cantabria. Vicente-Marino nació el 18 de julio de 1917 en el hospital San Rafael de Santander, edificio que hoy alberga la sede del Parlamento de Cantabria, y su madre, pobre y digna, cargó con el bebé 22 kilómetros a pie hasta llegar a casa de sus abuelos, en Polanco.
Bajo la crianza de sus abuelos maternos, en un principio, fue testigo de la época en la que se afirmaba que “la letra, con sangre entra”. A los 13 años surgió su interés por la política, lo que le llevó a participar, ya como adulto, en marchas, y más activamente en las Juventudes Socialistas Unificadas y a militar en el Partido Comunista y en las Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas.
En tiempos de guerra y tras las lecciones de manejo de armas en el cuartel Francos Rodríguez, participó en batallas en Jarama, Guadalajara, Ebro, del Centro y de Aragón, con la consecuente entrada a hospitales, prisiones y al campo de concentración La Aurora. Ya liberado, en 1947 y hasta la década de 1980, su vida transcurrió en París, donde fue chófer de un diplomático cubano y, más tarde, ya de vuelta, trabajó en numerosas empresas como Solvay, Sniace y fábricas de tejidos, ladrillos y tejas. El 15 de noviembre de 2023, cuando acudió al homenaje a los 'legados' de ese año, Vicente decidió entrar caminando, con 106 años a las espaldas y con las insignias en la solapa que recordaban su(s) lucha(s).
Como un homenaje a todas las mujeres centenarias que han compartido su historia, Legado Cantabria recuerda de manera especial a Carmen Ceballos Calderón, quien nació el 16 de julio de 1917 en Las Rozas de Valdearroyo. Acaba de cumplir 108 años. Ella es un ejemplo de la vida dedicada al trabajo entre el campo, la hostelería y el servicio doméstico. Entre sus vivencias, rememora especialmente el impacto económico y social que tuvo la construcción del Pantano del Ebro para las tierras ubicadas entre Horna y Arroyo, heredadas de sus abuelos, y donde ella y su familia solían cultivar.
Huérfana de madre desde temprana edad, Carmen desempeñaba un papel fundamental en su familia cuidando ganado vacuno, arando las tierras y cultivando para asegurar la alimentación de la familia. La venta de leche, mantequilla y el transporte de leña y carbón, provenientes de una mina, también fueron actividades con las que ella aportaba al sustento familiar.
Entre otros empleos, Carmen se decidió a trabajar en el cuidado de personas mayores en Bilbao, San Sebastián y Madrid, aunque eso le significó dejar su tierra natal, a la que volvía en temporadas de verano. Jubilada a los 56 años, su vida transcurría entre Arroyo y Bilbao. Sin embargo, en 2023 regresó a Cantabria, donde vive con Mari Carmen, una de sus dos hijas, a las que decidió criar soltera.
Legado Cantabria recuerda también a Martina López Martínez, —nacida en 1918 en Guadalajara y fallecida este 2025 a los 107 años— cuya vida también estuvo atravesada por la Guerra Civil española. El estallido del conflicto la sorprendió en un viaje turístico a Barcelona, en 1936, donde se refugió en el pueblo de Roca, “pasando mucha hambre”. Su regreso a su natal Tierzo fue en un coche de soldados.
La segunda década de la vida de Martina estuvo marcada por la enfermedad de la pleura y la consiguiente extirpación de un pulmón. Y aunque vivió ocho décadas en Barcelona, la pandemia por COVID-19 la trajo a Cantabria, donde había pasado numerosos veranos; vivió en Colindres desde los 102 años con su hermana menor, Amparo, y su sobrino, hasta sus últimos días.
Martina es un ejemplo de que los deseos y la vida no cesan hasta el último momento. Aún en enero de 2025, con 106 años, hizo cosas por primera vez, como asistir en directo a un partido de fútbol, ella que era una apasionada de este deporte y que nació antes de que echara a andar la liga. Desear y cumplir deseos es vivir con intensidad. Por eso, al terminar el partido al que fue invitada por el Racing de Santander —el equipo no la decepcionó después de meter un 6-0 al Racing de Ferrol— seguía haciendo planes: “A ver si hacemos otra antes de que me vaya al otro mundo”.
La muerte es la que es: tiene sus tiempos propios. A veces, cuando llega, resulta intempestiva, imprudente e inesperada; interrumpe procesos, cariños, sentimientos, vivencias, deseos, relaciones y reclamos de justicia. Este último es el caso de Maximino de Cos Borbolla: su entrevista ya fue grabada por Legado Cantabria y está en proceso de edición. Lamentablemente, falleció en mayo de 2025 a los 103 años, poco después de que se cumplieron 80 años de la liberación del campo de concentración donde los nazis asesinaron a Donato de Cos, su padre, en 1941.
El último deseo de Maximino era que en Rionansa, donde Donato fue concejal con la República, reconociera que este combatió a los alemanes en el ejército francés después de exiliarse de España tras la Guerra Civil en España y que murió por defender las libertades. Maximino reclamó solo que se instalara uno de esos símbolos de memoria conocidos como ‘stolpersteine’ —o piedra de la memoria, heredados por el movimiento memorialista de lo aprendido en Alemania—. El actual alcalde consideró que reconocerlo era desbalancear el relato. Sin embargo, el testimonio de Maximino cobra relevancia en un contexto donde pareciera que se quiere olvidar el paso de quienes han forjado una parte de la historia que a algunos no les interesa que sea conservada.
Es por ello que Legado Cantabria honra la memoria, especialmente en esta ocasión, de quienes, con casi o más de 100 años, han entregado sus historias de vida a este proyecto. Preservar la historia oral de Cantabria contada por las personas mayores sería imposible sin esos gestos de generosidad.
Las personas que a continuación se enuncian, tenían 99 o más años cuando accedieron a ser entrevistados y ya forman parte del patrimonio cultural inmaterial. Entre todos ellos, suman 2.248 años preservados, relatos que también resguarda la Filmoteca de Cantabria Mario Camus.
Además de las tres personas nombradas hasta este punto, entre las personas de 99 y más años que han enriquecido Legado Cantabria con sus testimonios y que siguen compartiendo su vida con quienes les rodean, se encuentran Florinda Almaraz Garrote, con 104 años; originaria de la comarca del Besaya, Isabel Michelena Somacarrera próxima a alcanzar los 104; nacida en Logroño, pero residente en Santander, Victoria Jimeno Sesma, que tiene 103 años; reconocida entre el público racinguista, Magdalena Castañón Alonso alcanza los 101; tanto la pasiega Emilia Arroyo Alonso como la barquereña Carmen Peón Arco han visto ya los 100; la santanderina María Martina Múgica de la Mano cumplirá 100 este año, y su entrevista acaba de ser compartida; y Efrén Peña Gómez, Milagros Revuelta Fernández y Luis Alonso Bolado, que han llegado a los 99 en este 2025.
Quienes ya no están pero han dejado su memoria en Legado Cantabria son la trasmerana Benigna Carmen Joaquina Pérez Uslé, quien murió en junio de 2025 con 108 años. La entrevista con Josefa Boo Camus, de 104 años, no pudo ser publicada, pues no dio tiempo de grabarla. La torancesa María Pacheco Pérez recibió a Legado Cantabria poco antes de cumplir 103 años y se falleció un año después. Nacida en Vega de Liégana en 1920, María Jesús del Hoyo Gutiérrez vivió hasta los 104 años. Maximino de Cos Borbolla murió a los 103 años, al igual que Lucrecia Diego García quien nació en una zona próxima al alto de Valvanuz y pasó el resto de su vida en Tezanos. Jesusa de la Vega Ruiz, de Saja y vecina de Santander, fue entrevistada con 102 años. Pejina de nacimiento, Dolores Castillo González vivió hasta 2023, rondando los 101 años. Consuelo Sainz Quijano, originaria de Vioño de Piélagos, tenía 99 años al morir.
Y, aunque parezca un lugar común, las personas siguen vivas mientras tengan vida en la memoria de quienes las amaron. Pero la memoria audiovisual reunida por Legado Cantabria hará que esas vidas sean recordadas por toda una sociedad.
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