Artículos de opinión de Javier Gallego, director del programa de radio Carne Cruda.
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Qué sorpresa, los gobiernos europeos se pliegan ante una farmacéutica, las farmas venden la vacuna al mejor postor, el precio se dispara muy por encima de lo estimado, algunos países ricos acumulan dosis hasta para el cuádruple de su población y los menos desarrollados se quedan fuera del reparto. Quién lo podría haber imaginado. Cuando despertamos del sueño de solidaridad global en el que nos sumió la pandemia, el dinosaurio del capitalismo salvaje seguía aquí. Las autoridades se rasgan las vestiduras, los tertulianos se golpean el pecho, unos y otros abren los ojos para descubrir atónitos que gobierna el capital. ¿Hola? Bienvenidos al neoliberalismo, colegas. No se hagan los inocentes.
La presunta sorpresa saltó en Europa la semana pasada cuando la quinta farmacéutica mundial, AstraZeneca, anunció que recortaría un 75% en la entrega a la que se había comprometido. Iban a ser 120 millones de dosis antes de abril, lo dejaban en 30, la Comisión rogó que fueran 80, al final se queda en 40 y aún quieren nuestro aplauso. Tenemos que aplaudir que Europa haya invertido 870 millones para investigación y distribución, pero le hurten 90 millones de vacunas para venderlas en el mercado a mayor precio. Los europeos las compramos, la empresa se queda el dinero y las revende más caras. Nuestros planes de vacunación se retrasan varios meses, muere más gente y aquí no ha pasado nada, sigan circulando.
Es el neoliberalismo, amigos, capitalismo subvencionado en el que las empresas hacen beneficios a costa de nuestras pérdidas. La vacuna de Pfizer/Biontec se fundamenta en unos ensayos de la Universidad de Wisconsin desarrollados después para la farmacéutica por científicos formados en la Universidad pública de Maguncia. Por eso es importante lo público, queridos Youtubers, y por eso vosotros sois insolidarios como el mercado. Es el ejemplo de AstraZeneca, que ha recibido 336 millones de la UE para investigación, pero luego se queda con el control y rédito de lo invertido en ellos. Ponemos el dinero público en manos privadas para que ellos hagan negocio con nuestras vidas. Da igual que sean vacunas o hipotecas, el casino es el mismo, sólo cambia la mesa de juego.
Luego nos extrañamos de que haya negacionistas y conspiranoicos con las farmacéuticas. Pero se equivocan en lo básico. No hay conspiración para dominar el mundo porque ya lo controlan. Los gobiernos se limitan a pagarles las fichas con nuestro dinero y ellos lo multiplican especulando. Ni la Unión Europea, que representa a la tercera mayor población del mundo, puede torcerles el brazo, al contrario, nos lo retuercen ellos a nosotros. Europa se arrodilla, aprieta los puños, anuncia controles fronterizos para que no se nos escapen las migajas y amenaza con acciones legales que aún no hemos visto y suenan a pataleta de niño.
Estamos a merced de los tiburones porque los políticos no hacen su trabajo. Para eso sirve la política, para proteger los intereses generales frente a los privados. Para eso, la legislación, las sanciones, el derecho. Pero la política se ha rendido o se ha vendido. Gobierna el dinero a través de lobbies, puertas giratorias, amenazas y chantajes. Cuando el poder financiero baja el pulgar, el poder político ejecuta a países enteros. Cuando el poder popular levanta el puño, mandan reprimirlo.
Se le llama capitalismo salvaje porque es como el salvaje oeste. Por encima de la ley, está la ley de los pistoleros y el sheriff está desaparecido. El que más paga, más tiene. Ocurrió con las mascarillas, ocurre con las vacunas. Por eso Israel encabeza la carrera de la vacunación, por eso Gran Bretaña se ha llevado dosis que pagó Europa y por eso hoy el 50% de las vacunas están vendidas al 14% de la población y los países pobres tendrán que esperar para vacunarse a 2024, si sigue este ritmo de acopio de los ricos. El capitalismo es salvaje porque la vida no importa, importa lo que puedas pagar por ella. Como en un secuestro.
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