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Hablan los guías turísticos, ante el fin de las mascarillas obligatorias: “Será la realidad la que nos haga tomar las decisiones”

Última visita en Toledo con la mascarilla puesta

Francisca Bravo Miranda

20 de abril de 2022 19:20 h

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El fin de las mascarillas ya está aquí. El momento para algunos tan esperado ha llegado, pero eso sí, no sin reticencias. Los guías turísticos, que son parte de un sector muy golpeado por la crisis sanitaria, se preparan para enfrentarse a un situación que todavía parece un poco confusa. Ven a decenas de personas en los mejores días, personas que vienen de todos lados, y por tanto saben que todavía hay medidas preventivas que deben tomar.

Es el caso de la empresa Pasearte Toledo. Alberto López explica que la situación todavía debe abordarse con cautela, porque las pautas no han sido del todo claras, y que aunque no se puede “imponer” el uso de las mascarillas, sí las recomendarán de forma encarecida. “Es responsabilidad propia también, porque al final están muy cerrados”, señala en cuanto a algunos de los lugares en los que se llevan a cabo distintos tours. Los guías siguen utilizando la mascarilla incluso en exteriores, y muchas de las personas con las que trabajan también, pero reconoce que cada vez menos.

“Aunque aquí en Toledo hay calles en las que no puedes guardar la distancia de seguridad, y en esos momentos sí que se las ponen”, explica. “Tendremos que ver las directrices que nos dan los monumentos, supongo que serán sin mascarilla”. “Ya nos hemos habituado a usar la mascarilla, aunque sea difícil por las expresiones. Aunque de a poco hacemos más, porque es más sencillo interactuar con los visitantes”, señala López. La prueba de fuego vino en Semana Santa, también cuando los visitantes parecían ya más relajados en relación a las medidas. “Ahora lo que predomina es en exteriores que no se use la mascarilla”, recalca.

“Es un paso histórico”

Mónica y Samuel son guías de Toledo a Pie, una empresa turística con una filosofía que quiere abandonar el turismo más masificado, y por eso resaltan que trabajan en calles más abarrotadas. “Siempre intentamos ir por las calles más despejadas, de hecho en Semana Santa notamos más la masificación de gente al volver a casa, no trabajando”, explica Mónica. Reconocen que todavía puede haber más visitante y que hay que prepararse. “Antes de la pandemia, la avalancha era terrible”, recalca Samuel. Él también afirma que la situación ha cambiado vertiginosamente, incluso antes de que se quitara la obligación de las mascarillas en interiores. “Nueve de cada diez visitantes ya andaban en total libertad y sin mascarilla. Estamos muy contentos de estar aquí y que se parezca casi totalmente a lo que había antes de la pandemia”.

“Es cierto que eran más bien autorrestricciones las que nos imponíamos cada uno. Y es cierto que aquí en Toledo es imposible mantener la distancia de seguridad, especialmente en ciertas calles. Y antes no permitíamos que la gente se las quitara, pero eso ya no es viable”, recalca Mónica. De todos modos, explican que se trata de un “paso histórico”, el del llegar a un punto en el que cada uno debe decidir. “Será la realidad la que nos haga tomar la decisión, pero siempre habrá gente que no estará cómoda y a lo mejor igual habrá que apelar a que el resto de la gente se ponga la mascarilla, aunque es difícil claro”.

“Hace unas semanas empezábamos las rutas un poco tensos, porque hemos tenido problemas. A lo mejor había alguien que no quería llevar la mascarilla, e incluso discutían entre ellos, o la gente decía que se iba si alguien no la llevaba”, recuerda Samuel. Pero también señalan que cada vez menos personas la llevan puesta. “Se la ponen, se cansan, se la quitan. Terminas la ruta y nadie la lleva. Pero entendemos que en interiores puede haber más complicaciones”, explica Samuel.

Por ejemplo, el caso de las zonas subterráneas, donde Mónica es la más asidua en las rutas. Ella mantendrá la mascarilla, no tanto por ella, sino más bien por si hay visitantes que puedan tener miedo. Con la mascarilla también pueden evitarse situaciones más tensas“, explica Samuel, como el hecho de que alguien tenga un ataque de tos y no la lleve. ”Todo el mundo lo mira“, se ríen. Sin embargo, él lo tiene claro. ”Haré todo lo posible por no llevarla, porque el servicio que se entrega así es de mejor calidad. Se entiende mejor, con ella perdemos expresividad“, explica. ”Es un paso histórico que se debe dar antes o temprano. Tenía que llegar el día en el que las mascarillas deben dejar de existir“.

Desde el Consorcio de Toledo, una de las instituciones que gestionan espacios como los Baños del Ángel, muy pequeños y cerrados, señalan que no habrá más protocolo que el de recomendar el uso de mascarilla cuando no se pueda mantener las distancias de seguridad o no haya ventilación. El personal que trabaja en el organismo seguirá utilizándolas, pero los visitantes podrán tomar la decisión que vean conveniente.

Desde Cuenca Viajes, el guía Guillermo León explica que en realidad el mecanismo para ellos ha sido sencillo. “En autobuses, sí o sí obligatoria. Y en exteriores los guías llevarán mascarilla por protocolo”, recalca. Aunque sea por una temporada. Mientras tanto, irán evaluando la actitud de los clientes, que ha ido evolucionando claramente: “Los menores de 30 años nadie se la pone, y en los mayores se la ponen prácticamente todos”. Cuando llegue el momento en el que un grupo entero se presente sin mascarilla, explica, pues los guías también se lo quitarán.

“Aparte de la normativa siempre hay que dejar un margen de seguridad para los clientes y la persona que está trabajando. En una plaza se puede mantener la distancia de seguridad, el propio grupo se esparce, pero en un callejón muy estrecho pues ya no. Pero no es lo mismo la Catedral de Cuenca que una capilla más pequeña. Por eso hemos decidido apostar por una política conservadora”, explica León.

En cuanto al sector turístico, explica que efectivamente las cosas han ido mejorando, pero que todavía no se ha visto “la realidad” de, por ejemplo, las agencias turísticas. “Sospechamos que la mitad de las agencias de España son zombies, vamos a ver cuándo se puedan presentar los concursos de acreedores. Ahí se verá lo que queda del sector turístico, porque el daño ha sido muy profundo”, concluye.

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