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Hosteleros y Ayuntamiento de Molina de Aragón, aún lejos de firmar la paz

Imagen de varios establecimientos hosteleros en el casco antiguo de Molina de Aragón (Guadalajara)

Raquel Gamo

El conflicto entre el Ayuntamiento de Molina de Aragón y los hosteleros de este municipio de Guadalajara, a cuenta de la ordenanza sobre terrazas, avanza hacia un acuerdo aunque éste sigue aún lejos por las diferencias que separan a ambas partes. Tras un mes marcado por la tensión y las discrepancias, el equipo de Gobierno aceptó reunirse por primera vez con los representantes de este sector. El encuentro, que contó con la asistencia de todos los grupos políticos del Ayuntamiento -PP, PSOE, Molina Se Mueve (la marca local de Podemos), IU e Independientes por Molina-, además de cuatro empresarios locales, sirvió para romper el hielo entre las partes e introducir algunas modificaciones en la normativa.

El origen del conflicto entre la hostelería y el Consistorio molinés se remonta al 11 de abril, cuando el Ayuntamiento aprobó la ordenanza sobre ocupación de la vía pública con mesas y sillas con fines lucrativos en un Pleno extraordinario, gracias a los votos del Partido Popular, Molina se Mueve e Izquierda Unida. El PSOE se abstuvo y el grupo de Independientes por Molina, que forma parte del Equipo de gobierno, votó en contra. El enconamiento de las posiciones desembocó el pasado 1 de mayo en la primera huelga del sector de la hostelería en Molina: todos los establecimientos cerraron para protestar contra una normativa que consideran que lesionan sus negocios.

La reciente reunión entre ambas partes ha contribuido a rebajar los ánimos, aunque el acuerdo aún sigue siendo una quimera. Entre las variaciones que se van a introducir en la normativa, con el fin de suavizarla, destacan la ampliación parcial del horario de cierre de las terrazas, una de las principales reivindicaciones del sector hostelero. De este modo, el servicio de los establecimientos se amplía una hora más de lo que fija la ordenanza que actualmente está en vigor. Es decir, bares, restaurantes y locales de ocio de la capital molinesa podrán abrir desde la medianoche hasta la 1 de la madrugada los días laborables y desde las 1,30 hasta las 2,30 horas los fines de semana y festivos. Así mismo, según comentan fuentes del ayuntamiento, el equipo de gobierno tiene previsto conceder mayor libertad horaria a los negocios hosteleros durante la celebración de festividades especiales en la localidad.

Además, se concede a los propietarios de bares y restaurantes una moratoria de un año para cambiar las vallas de las terrazas y otro año más para que los hosteleros organicen la recogida del mobiliario durante el tiempo en que los locales permanecen cerrados al público. Todas estas medidas se han empezado a aplicar desde el pasado fin de semana, aunque desde el punto de vista jurídico no se incorporarán a la ordenanza hasta dentro de unos meses. El ayuntamiento levantó acta de la reunión con los hosteleros.

El alcalde de Molina de Aragón, Jesús Herranz (PP), ha declinado hacer declaraciones a eldiarioclm.es. Según relatan varios testigos del último encuentro con los hosteleros, el primer edil molinés reclamó “lealtad institucional” a toda la Corporación municipal para abordar este problema.

Sin embargo, el hecho de que el Ayuntamiento no haya tenido en cuenta a los hosteleros en la toma de decisiones en esta materia sigue irritando a los miembros del gremio afectado. “A pesar de que han cedido en algunos aspectos, estamos decepcionados con la actitud del alcalde. Nos convocaron para comunicarnos lo que habían decidido ellos sin haberlo acordado previamente con nosotros”, afirma Manolo Pérez, gerente del pub Metrópoli, uno de los locales históricos de la capital molinesa.

“El Ayuntamiento ha cometido fallos desde que se aprobó la ordenanza. El primero, no reunirse con nosotros. Aunque ha mejorado algunos puntos, debería adaptar los horarios a las necesidades de cada negocio. No es lo mismo un restaurante que un bar o un pub. Y la limitación perjudica claramente a las discotecas”, reconoce otro hostelero molinés que ha optado por no revelar su identidad.

Cambio de mobiliario

Otro aspecto de la ordenanza que centró las discrepancias de los hosteleros tiene que ver con la obligación de unificar el mobiliario de las terrazas por la elevada inversión que supondría para cada negocio. En este sentido, el Ayuntamiento ha accedido a estudiar detenidamente durante los próximos meses una opción que sea asequible para todos los propietarios implicados. Esta decisión supone, en la práctica, paralizar el cambio de mobiliario de las terrazas en el plazo de 12 meses, tal como recoge la ordenanza municipal aprobada.

En cambio, donde no ha sido posible alcanzar un acuerdo ha sido en lo que se refiere a la superficie a ocupar por las terrazas en la vía pública. Si bien la ordenanza establece que estos espacios deben limitarse a los 10 metros de fachada por 4 metros de profundidad, los hosteleros reclaman una mayor flexibilidad, de tal forma que la cantidad de mesas y sillas se adapte a las características físicas de cada uno de los establecimientos, siempre y cuando no se cause ningún perjuicio a los viandantes. Esta reivindicación, según los hosteleros, no fue atendida por el Equipo de Gobierno municipal, con el consiguiente perjuicio para algunos locales, que disponen de menos mesas, lo que merma la cifra de negocio.

En este sentido, David López, concejal de la formación Independientes por Molina (IPM), que forma parte del equipo de gobierno molinés y votó en su día en contra de la aprobación de la ordenanza, valora como “positivos” los cambios que se han introducido en la normativa: “Hemos cedido todos los partidos en el tema de los horarios y considero factible adaptar las medidas estrictas que recoge la norma a las terrazas de algunos locales que se han visto claramente perjudicadas”, sostiene López a eldiarioclm.es.

Por su parte, Francisco Javier Montes, concejal del PSOE, reconoce que la dimensión de las terrazas es un aspecto que les genera “inquietud” y sobre el que su grupo seguirá trabajando en aras de mejorarlo. “No descartamos analizar la petición de los hosteleros de adecuar la superficie a las necesidades de cada uno de los establecimientos. Creo que el equipo de Gobierno ha demorado demasiado una solución con los hosteleros. La falta de diálogo del alcalde ha enquistado el asunto y lo peor es que hemos dado una mala imagen de Molina”, admite.

Según Montserrat Lacalle, concejal de Molina Se Mueve, esta misma demanda del gremio hostelero quedó definitivamente descartada por su grupo porque “era muy complejo aplicarla y la ordenanza se dirige a todos los molineses, vecinos y hosteleros. Creo que se ha hecho un gran esfuerzo desde el ayuntamiento para acercar posturas y llegar a acuerdos, que aunque no satisfacen plenamente al sector hostelero, sí defienden la convivencia de todos”, puntualiza.

“Nula voluntad de diálogo”

Al margen de los cambios de la normativa, lo cierto es que esta toma de contacto entre Ayuntamiento y hosteleros ha evitado una nueva protesta del sector, que estaba prevista para el próximo 2 de junio: “Vamos a desconvocar la manifestación a la espera de ver cómo evoluciona la situación. Estamos a las puertas del verano y queremos trabajar sin más complicaciones. Pero, después de todo lo que ha ocurrido, nos planteamos crear una asociación de hosteleros en Molina”, revela Manolo Pérez.

Los portavoces de este sector se han quejado en las últimas semanas de la “nula voluntad de diálogo del gobierno municipal y su precipitación en sacar adelante la ordenanza”.

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