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La lechuza ha perdido cerca del 50% de su población en los últimos años en Castilla-La Mancha

Lechuza común

Francisca Bravo Miranda

SEO/Birdlife eligió este 2018 a la lechuza común como el Ave del Año, una propuesta que celebra 30 años. “Como ocurrió con el sisón común en 2017, el ave de este nuevo año es fiel reflejo del mal momento que sufre la avifauna ligada a las zonas agrarias”, explican desde la organización ambiental, y que la población del ave ha disminuido en un 13%, si bien en otros territorios ha llegado hasta el 50%. Es el caso de Castilla-La Mancha, en donde la población de la especie se ha reducido en la mitad en los últimos 15 años, tiempo en el que los voluntarios de SEO han realizado un muestreo de los animales.

La organización asegura que la pérdida de aves “evidencia problemas como la pérdida de hábitat, los efectos del actual modelo agrícola o el despoblamiento rural”. La lechuza es un ave protegida a nivel nacional, incluida en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial lo cual le hace merecedora de una atención particular. Por ejemplo, se prohíbe cualquier actuación hecha con el propósito de darles muerte, capturarlas, perseguirlas o molestarlas, además de la destrucción o deterioro de sus nidos.

La situación del animal en la región comienza a ser “preocupante”, asegura Juan Carlos del Moral, Coordinador del Área de Estudio y Seguimiento de Avifauna de la organización, que señala que el declive se ha extendido por toda la región, según los muestreos que son “sistemáticos” a lo largo de Castilla-La Mancha. “Faltan en muchísimos pueblos y los números que hay son muchos más escasos que hace años”, explica del Moral. Por eso, defiende que la reducción de la población hace estar a la especie en una categoría de amenaza “muy importante, casi en peligro de extinción”.

Los factores que influyen en el declive de la especie, explica del Moral, son un conjunto que van desde las electrocuciones, los atropellos al azar por la noche debido a los faroles que los deslumbran, o incluso los tiroteos “indebidos” de los cazadores. El problema “gravísimo”, explica del Moral, viene eso sí del uso “salvaje e indiscriminado” de los productos fitosanitarios en el campo. Esto ha provocado que “apenas” se puedan encontrar ratoncillos, topillos, langostas o salamanquesa, por lo que se ha eliminado la fuente de alimentación de las lechuzas.

“Los animales que quedan están contaminados, al estar consumiendo hierbas tratadas químicamente. Se encuentran en mal estado”, explica el experto. Esto también revierte en la productividad de los animales, que han pasado de tener tres o cuatro crías a sólo uno o dos pollos. Con la desaparición de estos animales, se van eliminando los reguladores y controladores naturales de las plagas. “Son un preventicida natural, que eliminaba los ratoncillos, los topillos y las langostas”. Esto, explica del Moral, implica que ahora se necesitarán usar más herbicidas para eliminar artificialmente lo que se origina de forma natural. “Al romper la cadena atrófica, se ha alterado el medio y ahora se necesitan más medios artificiales en vez de lo natural”, concluye.

Tal como han criticado en otras ocasiones desde SEO/Birdlife, uno de los factores responsalbes de la pérdida de aves son las políticas que han impulsado iniciativas como la Política Agraria Común. “Lo único que persigue es producir más y financiar a las grandes explotaciones. Perdemos los cultivos tradicionales y el minifundismo que mantenía a muchas familias”, explica del Moral. Ahora son “muy pocos agricultores” los que reciben todas las financiaciones, “se generan latifundios y la desproporción en el reparto de las subvenciones y la riqueza”, señala. Así, se genera “despoblamiento, injusticia social y también baja la calidad de los alimentos”, concluye del Moral.

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