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La Cuenca vaciada y quemada

Incendio en Barchín del Hoyo (Cuenca)

Jorge Martínez. Vicepresidente de la Asociación de Propietarios Afectados por el incendio de Barchín del Hoyo

En los últimos meses ha habido un estallido reivindicativo de esa 'España vacía' que está cansada de padecer la merma continua y profusa de habitantes o la disminución de los recursos económicos y sociales. Las manifestaciones del 31 de marzo y el paro de este último 4 de octubre han puesto sobre la mesa las reivindicaciones y carencias de un gran parte del territorio español.

Entre las demandas destacan la falta de infraestructuras, comunicaciones y servicios mínimos. La provincia de Cuenca no se ha mantenido al margen y han surgido numerosas asociaciones y plataformas ciudadanas que han hecho también suya la reivindicación nacional. Han puesto voz a las numerosas carencias que sufren gran parte de sus municipios: disminución de servicios sanitarios, mengua de líneas de transporte público, mal estado de las carreteras, escasez de efectivos policiales para hacer frente a los frecuentes hurtos y pillajes, e incluso la deficiente o ausente señal de televisión, internet y telefonía.

A pesar de ser una de las provincias más grandes de España, se sitúa a la cola de las listas de provincias respecto a número de habitantes (menos de 200.000) y, según los últimos estudios, la que más población perderá en la próxima década. Con una economía basada principalmente en la agricultura, y conservada gracias a las subvenciones, el éxodo de población en la provincia en las últimas décadas ha sido una realidad. De forma similar al contexto nacional, esta situación de dejadez ha creado una profunda sensación de desatención entre la población conquense.

Esto ha originado la creación de plataformas vecinales que agrupan a ciudadanos y colectivos de diversa índole, cuyo fin es vindicar la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes. Llama la atención la auto-denominación de las coordinaras vecinales como apolíticas, principalmente por el gran descontento que la ciudadanía tiene de la gestión administrativa en estas áreas deprimidas. Y es que las políticas aplicadas en las últimas décadas no han conseguido revertir el problema. Muchas de las subvenciones recibidas, principalmente de fondos europeos, han sido insuficientes e ineficaces a la hora de evitar el despoblamiento. Las ayudas sólo han servido para mantener a duras penas la subsistencia del medio rural, pero no han incentivado la reactivación de la economía de la zona.

De igual forma, las administraciones regionales, provinciales y locales no han sido lo suficientemente operantes a la hora de recabar, canalizar y solucionar las reclamaciones constantes de sus habitantes. En determinadas ocasiones, la administración provincial ha pecado de cierto grado de conformismo ante la búsqueda de soluciones, argumentando el bajo peso político que la provincia tiene en los gobiernos autonómicos y nacionales. En otras, las reivindicaciones ciudadanas se han utilizado como herramienta electoralista en la lucha por el poder regional.

Por otro lado, la Administración local ha sufrido un grave problema de organización territorial, consistente en la gran atomización de municipios con bajo número de habitantes. En este contexto, el presupuesto de los consistorios se ha visto mermado y supeditado a la llegada de subvenciones y recursos desde la administración provincial y autonómica, muchas veces tardíos e insuficientes.

Algunos ayuntamientos han tenido la suerte de contar con grandes iniciativas privadas, por ejemplo la instalación de grandes centrales eólicas o fotovoltaicas. Esto ha supuesto una ingente cantidad de ingresos para las arcas consistoriales. Ahora bien, el uso que se ha hecho de estos recursos ha sido muy variado. Algunos municipios han invertido en servicios y fomentado la llegada de familias con niños, lo que ha supuesto la reapertura de escuelas.

Otros, por el contrario, han empleado sus presupuestos en la construcción de polideportivos vacíos, o el obsequio a sus vecinos de sillones y televisores. Casos puntuales aparte, en muchas zonas rurales deprimidas con escasa población, los ayuntamientos son concebidos por sus habitantes como herramientas de poder local y fuente de recursos para intereses particulares. En estos ayuntamientos, el reducido tamaño de las corporaciones municipales ha hecho que determinadas reivindicaciones vecinales tengan poca representación; o que la discrepancia y el disenso hayan sido interpretadas como afrentas personales, creando mayor frustración entre los vecinos afectados.

El devastador incendio ocurrido en Barchín del Hoyo y municipios colindantes, entre julio y agosto de este año, es un ejemplo también de la dejadez y abandono del medio rural conquense. Según el Ministerio de Agricultura, han ardido 2.500 de hectáreas de pinar ubicados en los términos municipales de Barchín del Hoyo, Piqueras del Castillo, Gabaldón y Valverdejo. Entre estos cuatro municipios afectados suman un censo de población inferior a 500 personas.

En la última década ha habido numerosos incendios en la provincia, algunos de similar envergadura, por ejemplo el de los municipios de Poyatos y Las Majadas donde ardieron alrededor de 3.000 hectáreas. El porqué de incendios de tal magnitud no puede atribuirse sólo a negligencias o causas meteorológicas. Detrás hay un contexto político-social que es de nuevo reflejo de territorios despoblados en los que no se aplican inversiones por falta de rédito electoral. Debido a la despoblación, la baja rentabilidad del pinar maderable y la marcada fragmentación de la propiedad en parcelas de menos de 10 hectáreas (cifra mínima necesaria para la solicitud de ayudas para limpieza), muchos propietarios han perdido el interés por la gestión del pinar. Esto ha favorecido el crecimiento masivo y desordenado de vegetación y matorrales favoreciendo la rápida diseminación del fuego en amplios territorios. Los incendios no sólo implican un daño a la ya maltrecha economía de la zona, sino que suponen un varapalo emocional para muchos de los habitantes y visitantes habituales de la región.

El pinar solía ser un lugar de esparcimiento y disfrute para muchos lugareños: recogida de hongos y plantas aromáticas o medicinales, paseos por el bosque, rutas en bicicleta, etc. Concretamente en el incendio de Barchín y municipios colindantes, la gran pérdida medioambiental, unida a un fuerte componente emocional, promovió la rápida agrupación y organización de propietarios de estos cuatro municipios y la creación de la 'Asociación de Propietarios Afectados por el Incendio de Barchín del Hoyo'. Dentro de la Asociación, además de una lucha por defender los intereses particulares, reina el sentimiento común de protesta y reivindicación nacido del profundo pesar por la pérdida del valor ecológico de la zona. Todo ello unido a la sensación de hartazgo y abandono ya de por sí presentes en los años previos al incendio. Así, uno de los principales objetivos de la Asociación es la instauración de un Plan de Restauración de la zona del incendio, similar al aplicado por la Junta de Comunidades en el incendio de Guadalajara de 2005.

Muchos propietarios son sabedores de la lenta regeneración del pinar quemado, pero quieren que se haga lo posible para que ésta sea lo más rápida y adecuada. “La gente se escandaliza por los incendios ocurridos en el Amazonas, pero no tiene en cuenta que en España también tenemos un serio problema con los fuegos”, “queremos dejar a las generaciones venideras un pinar similar al que nosotros pudimos disfrutar”, son algunas de las opiniones de los numerosos socios de la Asociación.

Por ello, las exigencias del mundo rural despoblado son totalmente legítimas y justificadas. Son necesarias inversiones y medidas legislativas que hagan frente a la desigualdad, la desvertebración y la despoblación presentes en muchas zonas de la provincia. En este sentido la inversión en infraestructuras y comunicación digital son pilares básicos en la revitalización del medio. La llegada de población joven procedente de núcleos urbanos, especialmente emprendedora, facilitaría la implantación y desarrollo de nuevos proyectos, la creación de empleo y la reordenación del equilibrio poblacional de la zona.

Sin embargo, son necesarias también reformas estructurales de la administración regional y local que haga más eficiente la toma de decisiones y la aplicación de programas conjuntos que favorezcan globalmente al territorio, evitando caer en intereses locales, particulares o partidistas. De igual forma, la masa forestal forma parte primordial de ese medio rural despoblado.

La instauración de políticas de ordenación y gestión común del territorio forestal es básica a la hora de prevenir nuevos incendios. Pero también lo es la puesta en valor del bosque con la implementación de programas que fomenten el aprovechamiento turístico y educativo de la masa forestal, por ejemplo, creación de centros de interpretación, jardines forestales, rutas verdes, etc. Todas aquellas actividades que fomenten un aprovechamiento duradero y sostenible de nuestros bosques serán pieza clave en la reactivación de la economía de las zonas rurales conquenses.

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