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Si el COVID-19 se está cebando con alguien, esos son los mayores, y en concreto aquellos que cuentan con multimorbilidad.
Estoy seguro de que todos aquellos que tienen padres mayores en este momento viven una situación muy complicada, quizás una de las más complicadas de su vida. Por muchas razones. Si viven solos, por ese motivo, ¿quién se encarga de ellos? ¿cómo ayudarles en su día a día si no podemos salir de casa? Si viven en residencia, esto se ha convertido en una pesadilla en los últimos días con la información que nos llega de residencias de Madrid, Cataluña, Castilla-La Mancha o Valencia, por poner unos ejemplos; y si has decidido quedarte con ellos para cuidarlos, te das cuenta de que el miedo que nosotros tenemos ellos lo tienen, pero lo viven de otra manera. Quizás esta sea la mejor opción en este momento, pero eso no siempre se puede elegir.
Por eso, para un investigador sobre cuidados de larga duración, hoy tengo que reflexionar un rato y hablar de todo el camino que queda por recorrer y que sin duda estos días ayudarán para que en el futuro se vuelva a hablar de los servicios sociosanitarios.
Los servicios sociosanitarios, la convergencia entre servicios sociales y servicios de salud, parecían fuera de los planteamientos políticos. Todos los gobiernos habían vuelto a separar los ministerios de Salud, de los ministerios de Servicios Sociales, y por ende también los gobiernos autonómicos. Hoy la emergencia empieza a reclamar claramente camas sanitarias en las residencias y uno se pregunta el motivo de por qué los geriatras dejaron de tener sus servicios en las residencias, por qué se volvió a llevar los mismos a los hospitales, cuando posiblemente desde la cercanía se podrían dar respuestas rápidas y mucho más flexibles que las que se están dando. Pero esa reflexión la dejo para el futuro.
Hoy quiero centrarme en el trabajo anónimo que las auxiliares, enfermeras, médicas, trabajadoras sociales, administrativas, ordenanzas, limpiadoras, educadoras sociales, directivas, cocineras, camareras realizan día a día en estas residencias para dar lo mejor de sí a las personas mayores.
He tardado mucho tiempo en hacerlo, es cierto, y es algo que debía haber hecho nada más faltar mi madre, como muestra de agradecimiento por los casi 5 años que mis padres pasaron allí, pero mi salud y otros acontecimientos me impidieron hacerlo. Hoy ha llegado ese día.
Podría personalizar en muchos de ellos y poner aquí un listado importante de nombres, y cometería el error sin duda de dejarme seguro a muchos de ellos. Por tanto, quiero que todos los trabajadores de la residencia de mayores “Paseo de la Cuba” sepan que este documento va por ellos y por todos aquellos que como ellos trabajan día a día en una residencia de mayores.
Con los años, todos nos vamos haciendo especiales, incluso nosotros, pero como casi siempre nos gusta verlo en los demás y creer que tú nunca serás así: pensar qué egoísta se está volviendo, qué caprichoso, qué boquisabroso… pero eso es la vida. El paso del tiempo te permite ser mucho más selectivo con cualquier acto que realizas, incluso con lo que denominamos actividades básicas de la vida diaria, para muchas de las cuales con el paso del tiempo también precisas de ayuda. Si algo ruboriza a muchos de nosotros, es que alguien tenga que bañarte, que alguien tenga que limpiar todo aquello que vas ensuciando, o incluso que alguien tenga que limpiarte después de hacer tus necesidades.
Pues a esas personas, a esas tan especiales y tan sensibles es a las que de una manera especial les está atacando este virus. El 19 de marzo Día del Padre, llegamos a las 767 muertes por el COVID-19, de las cuales vamos marcando como casos especiales las de menores de 65 años sin patologías, pero no nos detenemos en ponerles cara a esas personas mayores. ¿Cuántos abuelos que vivían solos en una casa han llegado al hospital juntos y han fallecido? ¿Por qué nos detenemos en los muertos en una residencia en el distrito madrileño de Moratalaz o en los fallecidos en una residencia de Tomelloso?
Claro, de nuevo las grandes cifras. Pensamos que han fallecido siete en una residencia, que hay 40 aislados y de nuevo el pánico se apodera de todos, mayores y familiares, y en estos momentos que vivimos confinados en casa qué difícil resulta la comunicación con los mayores, y esas noticias y la falta de comunicación hace de estos momentos unos de los más complicados en la vida de todos ellos.
Pero hoy, igual que ayer e igual que mañana hay unos trabajadores y trabajadoras que diariamente siguen yendo a las residencias, que escuchan las noticias, pero que lo único que buscan es hacer su trabajo lo mejor posible. Ellos y ellas tienen que vencer cada segundo esa pesadilla, tienen que seguir poniendo la mejor de su sonrisa a esas personas tan especiales y tienen que tratar de que en esa rutina no venza el miedo, todo lo contrario, sigan venciendo las ganas de vivir.
En Castilla-La Mancha personas mayores dependientes en este momento son 59.714, de las cuales 12.166 personas están en una residencia de mayores, de ellos 6.509 son grandes dependientes (Grado III), 4.284 de Grado II y 1.373 de Grado I. Por tanto, deberíamos de ser muy cautos y tratar de dar los recursos necesarios para atenderlos en las mejores condiciones posibles. El Gobierno central ha aprobado 300 millones para atención en residencias y centros sociales. Esperemos que lleguen recursos y personas para hacer frente a este reto al que nos enfrentamos, pensemos que todos pueden ser padres de alguno de nosotros y ellos dieron lo mejor que tuvieron para que nosotros hoy estemos aquí.
Por último, quiero terminar diciendo gracias, gracias de corazón por la labor diaria que realizan todas estas personas anónimas que trabajan en las residencias de mayores de nuestro país.
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