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Toledo merece saber la verdad sobre el Alcázar

Vicepresidenta de Unidad Cívica por la República
El ministro nazi del Interior Heinrich Himmler, tercero por la derecha, escucha al General Moscardó, segundo por la derecha, en una visita a las ruinas del Alcázar en 1940

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El Alcázar de Toledo es una fortaleza ubicada en una de las partes más altas de la ciudad de Toledo. Su nombre es de origen árabe que lo llamaron «Al Qasar» القصر, que significa «fortaleza».

Fue utilizado como palacio romano en el siglo III, fue restaurado bajo el reinado de Carlos I y su hijo Felipe II en la década de 1540.3 En 1521, Hernán Cortés fue recibido por Carlos I en el alcázar, tras la conquista del Imperio azteca (…) Hasta aquí , todo bien, porque esta historia está contrastada y nos enriquece culturalmente. Desgraciadamente, el Alcázar no es célebre por ninguna de estas efemérides, sino por acontecimientos ocurridos en el siglo XX que han ensombrecido para siempre este milenario edificio.

La leyenda negra del Alcázar comienza con José Moscardó Ituarte. 

Moscardó fue un militar golpista contra el legítimo gobierno de la II República española. Como militar más caracterizado de los sublevados en Toledo durante el golpe de Estado de julio de 1936, alcanzó celebridad por su actuación en el Alcázar de Toledo, tras ocuparlo y atrincherarse en este junto con guardias civiles, falangistas y militares, durante los primeros meses de la Guerra de España, para evitar a toda costa que esta posición fuera recuperada por las fuerzas gubernamentales legítimamente constituidas .

Exactamente, según Alberto Reig Tapia, historiador y politólogo español, Moscardó se encierra en el Alcázar con más de un millar de hombres, 100 jefes y oficiales, unos 800 guardias civiles de toda la provincia que se habían concentrado en Toledo por órdenes de su jefe el teniente coronel Pedro Romero Basart, unos 150 soldados, unos pocos cadetes, pues se encontraban de vacaciones, y unos 200 civiles y voluntarios (falangistas y afiliados a las JAP fundamentalmente). Moscardó ha tomado unos cuantos rehenes y le acompañan algunos familiares de los que han optado voluntariamente por refugiarse en la fortaleza. Antes de que la Fábrica de Armas cayera en manos republicanas Moscardó hace buen acopio de armas, municiones(dispuso de un millón de cartuchos) y víveres.

Moscardó, a las 7 de la mañana del 21 de julio, proclama en Toledo y su provincia el estado de guerra en el patio del Alcázar donde establece la Comandancia Militar y a donde también se ha trasladado al gobernador civil y su familia.

Con respecto a la muerte de Luis Moscardó, la propia literatura pro-franquista se hizo eco casi en el mismo momento (1937) de las circunstancias de que su muerte se produjo al formar parte de una saca ,a consecuencia de la cual, Luis Moscardó fue fusilado, si bien la propaganda franquista se encargó de ocultarlo y de seguir alimentando la leyenda con mentiras, manipulaciones y silencios como que, a la “dramática” conversación telefónica que se produjo el 23 de julio de 1936, le siguió la inmediata ejecución.

Las fuerzas republicanas empezaron la ofensiva sobre el fortín de los sublevados-golpistas el 21 de julio de 1936 y no cejarían en el empeño hasta el 27 de septiembre, hasta la llegada del Ejército de África al mando del general José Enrique Varela, haciendo el general Francisco Franco su entrada en la ciudad al día siguiente. 

Las consecuencias de este trágico episodio liderado por José Moscardó Ituarte supuso que Toledo cayera en manos de los golpistas y la subsiguiente “masacre de Toledo” que provocó 1.783 asesinados sólo en Toledo capital.

El dato es claro y objetivo: en el cementerio municipal de Toledo todavía hay 783 víctimas del franquismo (aproximadamente) sin identificar. Forman parte de los 1.783 represaliados por el régimen que, entre 1936 (inicio de la Guerra de España) y 1947, fueron enterrados en el cementerio de la capital regional.

La masacre de Toledo (Río, 2022) es desconocida por gran parte de la ciudadanía. 24 horas terroríficas en Toledo… Y las que siguieron.

Todo comenzó los días 27 y 28 de septiembre de 1936, las columnas del Ejército de África, comandadas por el general Varela, tomaron Toledo. Durante 24 horas, entre las 17 horas del 28 de septiembre y las 14 horas del 29 todas las crónicas de la época, las de Peter Wyden, Geofrey Cox o la del embajador americano Claude G. Bowers, coinciden en la total impunidad de la represión inicial franquista en Toledo. Con la participación de falangistas y señoritos extremeños y talaveranos.

La masacre inicial, los fusilamientos por traición a la patria y el sistema punitivo franquista serán hechos esenciales para entender el aumento cuantitativo de las defunciones en Toledo», según los datos de dos fuentes históricas fundamentales consultadas, como son el Registro Civil y el Libro de Defunciones del cementerio toledano.

Ya el 20 de julio de 1936 el alcalde, Guillermo Perezagua (tío abuelo de la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón), firmó un decreto suspendiendo todas las sesiones del Ayuntamiento por la anormalidad de las circunstancias. Por lo que el Registro Civil dejó de funcionar el 21 de julio de 1936, lo que significa que durante esos meses dejó de ser una referencia administrativa y una fuente histórica fiable. Por fortuna existe un mecanismo que ha permitido la recuperación de las identidades de un buen número de personas desaparecidas, las denominadas inscripciones fuera de plazo, que han sido esenciales para sacar del anonimato a parte de los desaparecidos y muertos republicanos represaliados por el franquismo durante la masacre de Toledo. Obviamente, no está completa». La causa de la muerte es «haber sido pasado por las armas.

Estos espeluznantes sucesos, que quedaron impunes, y en los que se aniquiló en su mayoría a población civil por el simple hecho de ser sindicalistas, tener filiación política o ser pariente de… Han permanecido en el olvido colectivo de la ciudad, mientras se contaba la “gesta del Alcázar” a visitantes y turistas durante décadas. 

Y a colación de esto viene la “leyenda urbana” que durante tantos años se ha transmitido tanto en libros de texto , como en las visitas guiadas al Alcázar de Toledo , como en la película italiana rodada en 1940 'Sin novedad en el Alcázar', que además fue premiada en el Festival de Venecia como mejor película italiana, en una Italia comandada por el fascista Benito Mussolini. 

Hay que tener en cuenta también otras importantes consideraciones sobre el mito del alcázar de Toledo.

La revisión crítica de la mitología política del Franquismo no lleva implícita la artera voluntad de ensombrecer determinados actos de heroísmo en función del color político de que se hallan revestidos. Pero, cuando determinados acontecimientos han sido propagandísticamente distorsionados durante tanto tiempo obedeciendo a un inequívoco ánimo político maniqueo de mistificar la realidad estricta de los hechos, es responsabilidad ineludible de cualquier científico social depurar los hechos con la máxima pulcritud de que sea capaz. Esta cuestión de la falsificación permanente de la Historia y su consecuente y continua revisión, por ser precisamente algo tan viejo como el mundo y no hacer distingos ideológicos, resulta particularmente fascinante.

En conclusión:

1. El Alcázar era una sólida fortaleza y ofrecía excelentes condiciones para resistir un asedio. Franco se percató del impacto propagandístico que su liberación podía provocar en su beneficio, en aquellas fechas en que se estaba sustanciando el mando único, al que él era el más firme candidato, y desoyendo a sus más íntimos consejeros [Yagüe, Kindelán, Barroso... ], decidió acudir en su ayuda instrumentalizando el hecho como arma propagandística.

2. El Alcázar no fue defendido apenas por un puñado de cadetes como exclamó a los cuatro vientos la propaganda para ensalzar aún más su resistencia (fueron exactamente nueve: ocho de infantería y uno de Caballería los que, por casualidad, allí se encontraban, estando todos los demás de vacaciones), sino por 1.197 hombres combatientes, de los cuales 800, el núcleo fundamental, eran guardias civiles, cuyo papel —por cierto— el mismo Franco intentó minimizar.

3. Los atacantes no fueron “25.000 fieras marxistas”, como decía el concienzudo historiador Manuel Aznar, sino 2.320 cómo están perfectamente enumerados en la bibliografía al uso, aunque hasta en la literatura más oficial se dijera que «el número de asaltantes, según referencias ascendió a 10.000». Comentarios críticos más que conocidos y citados sobre una decisión más política que militar y, por ello, tremendamente controvertida. Cifra oficial correspondiente a combatientes militares y civiles del Alcázar estampada en sus propios muros que, junto con el personal no combatiente: hombres, 33; mujeres, 328 y niños, 210, más los dos nacidos durante la contraofensiva, suman el total de 1.770. 

Las bajas sumaron un total de 148, así desglosadas: combatientes muertos en la defensa, 94; combatientes muertos a consecuencia de heridas, 10; fallecidos de muerte natural, 9 y desertores, 35. Por lo que el neto total sería de 1.622 (Museo del Ejército del Alcázar de Toledo. Sala del Asedio).Cifra que hace constar el coronel de Infantería Luis de Martín-Pinillos y Blanco de Bustamante, Juez Instructor del expediente de juicio contradictorio instruido para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando, colectiva, a las fuerzas que intervinieron en la defensa del Alcázar de Toledo (Orden general de 12 de enero de 1937 dada en Salamanca, B.O.E., núm. 100, Burgos, 28 de enero de 1937, pág. 237).

4. Luis Moscardó no fue un adolescente impregnado de mística sacrificial que sirviera para emular el caso de Guzmán «El Bueno», sino un joven que se llevaba mal con su padre con quien discutía de política encendidamente. Probablemente tuvo miedo de morir, algo en absoluto digno y tremendamente humano en cualquier caso. Fue víctima de una saca colectiva más tarde como represalia a un bombardeo franquista que provocó varios muertos (entre los cuales mujeres y niños) y, por consiguiente, su muerte está desconectada por completo de la conversación mantenida con su padre, con lo que el mito sacrificial queda totalmente pulverizado.

5. Jamás se habla de los rehenes republicanos —hecho persistentemente negado por los propagandistas de Franco— que secuestraron los sitiados y fusilaron en el propio Alcázar, utilizando sus cadáveres para tapar huecos dejados por los bombardeos. No digamos los espantosos actos de barbarie a que se abandonaron los regulares que ocuparon Toledo y la brutal represión que siguió a la ocupación de la ciudad.

En definitiva, los mitos desempeñan una evidente función integradora en comunidades primitivas o en determinadas circunstancias particularmente excepcionales tal cual una guerra y su inherente necesidad de justificación y propaganda de la propia causa. Es natural que una guerra genere abundantes mitos políticos en uno u otro lado, y es igualmente natural y lógico que los investigadores acometan su análisis con categorías científicas, sin que pueda deducirse en modo alguno de tan escrupulosa actitud profesional el más mínimo ánimo o voluntad de ofender a nada ni a nadie como pretende todavía algún que otro franquista o neofranquista o francófilo beligerante, más imbuido de su faceta de ex combatiente en 1936 —o heredero de valores e ideologías de entonces— que de la de ciudadano del siglo XX.

Lo que de verdad ofende a la inteligencia, es la persistencia en la distorsión propagandística en favor de una dictadura, ya desaparecida, por parte de algunos aficionados. Sorprende la mitificación de la cruel guerra que la hizo posible y abrió una profunda sima entre los españoles. Desconcierta la exaltación retrospectiva de un mediocre caudillo con la que algunos escribidores de profesión pretenden pasar por historiadores pese a los hechos tozudos que establece la historiografía especializada y rigurosa. Acaba por irritar su empeño en mitificar y dotar de algún tipo de carisma (al igual que otros casos del presente más inmediato), a pretendidos personajes auto-presentados como “salvadores de la patria” pero que todo lo condicionaron a su único y exclusivo interés personal y que, en realidad, sólo existen en su desbordada y mediocre capacidad fabuladora muy propia de su condición de malos novelistas. 

Por todo lo sucedido en el Alcázar y en la ciudad de Toledo, José Moscardó Ituarte fue bien recompensado. Ostentó el mando del Cuerpo del Ejército de Aragón hasta el final de la guerra. Durante el régimen franquista ocupó puestos relevantes, siendo jefe de la casa militar del Jefe del Estado, Capitán General de dos importantes regiones militares. Y, al asumir estos cargos, ejerció una gran represión sobre la población civil una vez acabada la contienda.

Una vez analizados los hechos y la trayectoria de José Moscardó Ituarte, considero que Toledo ( y el mundo) merece saber la verdad. 

El día 13-4-1956 se procedió a la inhumación de los restos del general Moscardó en la cripta del alcázar de Toledo, junto con dos de sus hijos, José y Luis. En un país democrático, no se puede mantener en la cripta principal del Alcázar de Toledo enterrado con honores a semejante personaje que dedicó toda su vida a defender valores antidemocráticos con hechos probados.

Los restos mortales de José Moscardó Ituarte, dirigente del golpe militar de 1936 no pueden permanecer , ni un minuto más ,en un lugar preeminente de acceso público, que puede favorecer la realización de actos públicos de exaltación, enaltecimiento o conmemoración de las violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra o la Dictadura, conductas manifiestamente incompatibles con los valores democráticos y los principios rectores de protección de los derechos humanos. 

Además, el mantener a golpistas en el Alcázar de Toledo lo convierte en un lugar de peregrinación del fascismo internacional y de exaltación y conmemoración de violaciones de derechos humanos, situaciones todas ellas, explícitamente proscritas por el art. 38.3 LMD.

José Moscardó Ituarte es un criminal de guerra y asesino de lesa humanidad según resoluciones de la ONU por provocar una guerra, la cual se ganó con apoyo de la Alemania Nazi liderada por Adolf Hitler y la Italia fascista de Benito Mussolini según condena la ONU. No merece ningún honor.

Y sobre todo, y lo más grave, no se puede seguir engañando a la ciudadanía con espurias epopeyas. Lo que sucedió en el Alcázar y en los meses posteriores en Toledo, fue una tragedia para la ciudad. No hay nada que celebrar , no hay nada que resaltar... Y sí mucho que lamentar.

Conmemorar esta efeméride y honrar a sus artífices nos convierte en cómplices del genocidio cometido en la ciudad de Toledo durante el franquismo. No queremos ni debemos seguir siendo parte ( directa o indirecta) de esta ignominia. 

… De Jaime Milans del Bosch, también inhumado en la cripta del Alcázar de Toledo, hablaremos otro día.

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