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El PSOE y su doble vara de medir con Susana Díaz y Dolores de Cospedal

Díaz asegura que gobernará "en solitario" y reafirma su compromiso con Andalucía

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El hecho de que la presidenta andaluza Susana Díaz pueda compaginar la Presidencia de la Comunidad Autónoma y el liderazgo o la Secretaría General del PSOE “no es un problema en el corto plazo”. Es la opinión del presidente regional y secretario de los socialistas castellano-manchegos, Emiliano García-Page.

“Solo faltaría que les pusiéramos muchas pegas a los que saben ganar elecciones o en realidad tienen ambición de ganar”, decía ayer Page cuando era preguntado por la intención de Susana Díaz concurrir a las primarias socialistas.

Sin embargo, la prerrogativa que el castellano-manchego concede a Díaz no se la otorgó a Dolores de Cospedal cuando ésta accedió a la Presidencia de Castilla-La Mancha en 2011. Entonces ya era secretaria general del PP y presidenta de los ‘populares’ en la región. El hoy presidente de Castilla-la Mancha se sentaba en la bancada de la oposición en el Parlamento regional y el PSOE convirtió la duplicidad de cargos de Cospedal en ariete para socavar su credibilidad durante toda la legislatura.

El paralelismo en las carreras políticas de Cospedal y Díaz es significativo. También su acumulación de cargos si la andaluza llegase a dirigir el PSOE nacional. “Cospedal gobierna con la cabeza en Madrid”. Era una de las frases más repetidas en la pasada legislatura en Castilla-La Mancha a cuenta de su pluriempleo como secretaria general del PP. En 2014, Cospedal llegó a calificar de “curioso” que se la criticase por compaginar cargos mientras se aplaudía la idea de Susana Díaz como futura líder del PSOE.

En marzo de 2015, durante una visita a Alcázar de San Juan (Ciudad Real), García-Page acusaba a Cospedal de “echarle el morro de pedirle a Aguirre que deje la Presidencia del PP de Madrid cuando ella sigue siendo secretaria general del PP nacional y presidenta de Castilla-La Mancha”. El socialista hacía entonces un vaticinio que no se ha cumplido: “lo que va a acabar pasando es que va a acabar dejando de ser las dos cosas: presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP”.

Después, y en los días previos a las Elecciones Autonómicas y Municipales de 2015, García-Page decía no estar en contra de que Cospedal forme parte de la cúpula del PP. “Todo lo contrario, a mí me parece bien, yo mismo estoy en la directiva de mi partido, no es algo malo. Pero no puede ser que estés en unos puestos que requieran de una dedicación de todo tu tiempo, y no puede ser que pongas por delante ese trabajo a tu trabajo con la ciudadanía”, en referencia a la Presidencia de Castilla-La Mancha. Su mensaje ahora, con respecto a Susana Díaz, es bien distinto.

El vicepresidente regional y secretario del PSOE en Cuenca, José Luis Martínez Guijarro repetía en septiembre de 2015 ese mismo argumento sobre la “desconexión” de Cospedal con Castilla-La Mancha durante la legislatura en la que fue presidenta regional y secretaria general. “Durante este tiempo ha estado más preocupada de resolver las cuestiones internas del PP que los de la región”, repetía. ¿Podría pasarle lo mismo a Susana Díaz si ha de estar en Andalucía y en Madrid?

Más recientemente las críticas arreciaban con motivo del Congreso regional del PP castellano-manchego para renovar los órganos de la formación. La acumulación de cargos de Dolores de Cospedal (secretaria general del PP, ministra de Defensa, diputada nacional y presidenta del PP castellano-manchego) desataron tanto contestación interna, que se tradujo en una (fallida) candidatura alternativa a presidir el PP castellano-manchego, como externa.

“Todos los partidos necesitan un líder que se dedique 24 horas a la región, a jornada completa”, decía el diputado socialista Emilio Sáez el pasado mes de febrero. “No puede venir cada quince días a regar las plantas de su patio. Es un mensaje que le mando a la militancia”, añadía. Esta máxima no parece aplicarse a Susana Díaz que, además, es secretaria general de los socialistas andaluces y que también tendría que pasar el 'trámite' de la militancia en el Congreso Federal socialista. ¿Cómo justificar entonces la doble vara de medir?

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