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La restauración de un torreón en Toledo redescubre una de las puertas enrejadas más antiguas de Europa

Rastrillo del torreón del puente de Alcántara, en Toledo

Fidel Manjavacas

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La restauración que se ha llevado a cabo del torreón medieval del puente de Alcántara, que fue una de las principales puertas de entrada a Toledo por el este y el sur de la ciudad, ha permitido averiguar que el rastrillo que alberga es, con seguridad, coetáneo a la construcción del torreón, fechada en 1214.

En concreto, el análisis de radiocarbono 14 realizado del rastrillo original de la torre-puerta ha permitido situarlo entre 1156 y 1266, desvelando que se trata de “uno de los más antiguos datados fehacientemente en Europa”, según explica Gabriel Morate, director de Patrimonio de la Fundación Montemadrid, entidad que ha promovido este proyecto de restauración mediante un convenio con el Ayuntamiento de Toledo.

Se trata de una reja que se desliza verticalmente entre hendiduras laterales para poder bloquear rápidamente el pasaje de ingreso a una fortificación de puertas enrejadas se popularizó en la Edad Media. Su uso se daba habitualmente en castillos, fortalezas, alcázares y otros edificios.

En el caso del rastrillo que alberga este torreón toledano, situado a orillas del río Tajo, su importancia no sólo fue defensiva sino estratégica, al confluir en esta torre-puerta los caminos que desde el otro lado del río provenían del este y del sur, así como también fiscal (cobro del impuesto del pontazgo), policial y sanitaria, ya que ayudaba a aislar la ciudad en momentos de epidemias, remarca Morate.

Un cuarto de hora

En este sentido, ha destacado que los muy pocos rastrillos que se conservan en la actualidad en el mundo son o bien del siglo XIV o bien reconstrucciones contemporáneas y están realizados con listones de madera de hierro a modo de reja. El tiempo estimado tanto para bajar como para subir el rastrillo es de aproximadamente 15 minutos.

El hecho de que este rastrillo esté compuesto por pesados tablones de madera y de que se haya conservado a lo largo de los siglos convierte en “más insólito aún el hallazgo”. Además, gracias a esta restauración se ha reconstruido su mecanismo de izado en el cuerpo superior de guardia del torreón, permitiendo así que la visita que se podrá hacer del torreón -a partir del mes de junio- sea “más atractiva, didáctica y excepcional”.

De Toledo a Miami

Tras la presentación que han hecho de esta restauración, en la que Morate ha participado junto a la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón, y la directora general de la Fundación Montemadrid, Amaya de Miguel, el director de Patrimonio de esta entidad ha explicado que el análisis de radiocarbono 14 se ha realizado en Miami (Estados Unidos).

“En España sí se hacían este tipo de pruebas. De hecho, en la anterior restauración que hicimos en las murallas de la puerta de Bisagra, hicimos tanto un análisis endocronológico (un análisis de la madera a partir de los anillos que quedan) como por radiocarbono 14 y se los encargamos al Consejo Superior de Investigaciones Científica (CSIC). Años después cuando nos hemos puesto en contacto con ellos para mandar muestras de estos rastrillos las personas que lo hacían se han jubilado y no han tenido repuesto, por lo que hemos tenido que ir a Miami”, ha indicado Morate.

Inscripciones y escudos

En el proceso de restauración de este torreón han participado nueve jóvenes de entre 18 y 30 años de la Escuela Municipal de Empleo, bajo la tutela y supervisión del maestro albañil Ángel Sánchez y del director de la Escuela Taller, Juan Carlos Fernández Layos. 

A partir de ahora dará comienzo una segunda fase de la mano de especialistas en la que se contempla la restauración de bóvedas, analítica y restauración de inscripciones presentes en el conjunto de lápidas con epigrafía para el repincelado de letras y diseño del plan de visita pública, comunicación y difusión.

También se restaurará el escudo situado en la parte exterior, que está partido y que es de época de los Reyes Católicos, se limpiará el escudo de armas ubicado más arriba y otro con una lápida de inscripción de época de Felipe II, que tiene “un texto muy interesante”, ha dicho Morate. “Felipe II quitó todas las lápidas islámicas que había a lo largo de todas las murallas de la ciudad y las puso en cristiano, recogiendo gran parte de la información documental e histórica que aparecía en las lápidas árabes pero añadiendo otras cosas”, agregó.

Un mirador abierto a la ciudadanía

Esta nueva fase supondrá la puesta en valor de este monumento, proporcionando la contemplación de un elemento de arquitectura militar medieval excepcional, con el añadido de una gran estancia con miradores inéditos sobre el Tajo y la ciudad de Toledo para disfrute de sus visitantes. La visita permitirá llegar desde el nivel del puente hasta el piso primero y a partir de éste, una vez contemplado el rastrillo y su funcionamiento, acceder al terrado con su adarve o andador perimetral.

Durante el acto entregaron también los diplomas al alumnado de la Escuela de Formación y Empleo que ha participado en las obras. Milagros Tolón ha destacado que con esta actuación se persiguen varios objetivos. Por una parte, “dar formación a jóvenes para mejorar su empleabilidad, recuperar patrimonio” en un espacio vinculado a Alfonso X en el año de su VIII Centenario y se añade al catálogo de la ciudad un nuevo foco de atracción turística, descongestionando los itinerarios habituales.

“Además, adecentamos un nuevo mirador en un entorno de gran riqueza paisajística, natural y patrimonial”, ha dicho la alcaldesa, quien ha agradecido la iniciativa de la Fundación Montemadrid y ha recalcado que con este proyecto “se une el pasado con el futuro de los jóvenes” que han recibido formación para su inserción en el mundo laboral.

Por su parte, Amaya de Miguel ha expresado su satisfacción por que su primer acto institucional como directora general de la Fundación Montemadrid fuera en Toledo y “por lo bien que representa este proyecto dos de las señas de identidad más relevantes de la Fundación: la acción social y formativa, en primer lugar, y la cultural.

La restauración del torreón

El puente de Alcántara de Toledo es uno de los más importantes elementos del complejo y variado sistema de fortificación de la ciudad. Su origen se remonta a época romana, si bien la primera noticia en crónicas históricas data del año 788. No obstante, el puente actual se debe a una reconstrucción en época de Alfonso X acometida tras los estragos que un gran diluvio provocó en 1259.

El torreón occidental, cuya construcción las referencias históricas sitúan en 1214, es un auténtico “hito visual” en la ciudad de Toledo. Se trata de una torre-puerta exteriormente ejecutada con fábrica de sillería granítica, con una altura sobre su nivel de arranque en la ribera que supera en algunos puntos los 30 metros.

El proyecto de restauración dirigido por la Fundación Montemadrid ha recuperado la gran estancia superior y el sistema defensivo completo de esta torre-puerta. Los trabajos ejecutados hasta el momento se han realizado en la terraza superior (completado de cúspides de almenas, recrecido parcial de las faltantes, colocación de quitamiedos, reejecución de la parte perdida del adarve, colocación de luminarias, sustitución de piezas de solado deterioradas y reparación de poterna de salida,…); en la escalera de acceso a la azotea y en la sala de cuerpo de guardia (pasamanos, iluminación y señalización, restauración de peldaños, mallas de protección antiaves, descegado manual de arcos, etc); y en el rastrillo (análisis, reparación, estudio y consolidación).

Así mismo, esta intervención ha permitido redescubrir la buhedera practicada en una de las bóvedas y los orificios practicados en las dos bóvedas que probablemente sirvieran para disponer contrapesos que aligeraran las maniobras del rastrillo.

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