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¿Qué pasa cuando se celebra un festival en mi pueblo? Los impactos más allá de las ganancias millonarias: sostenibilidad y efectos en la población

Viña Rock 2020 amplía su cartel con una veintena de fichajes para su 25 aniversario

Francisca Bravo Miranda

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Mucho falta para poder celebrar nuevamente un festival de las dimensiones del Viña Rock. En la última edición, la del 2019, el Festival de Arte Nativo comunicó una asistencia de más de 240.000 asistentes a los siete escenarios, que albergaron conciertos de 117 grupos de música. “El más grande y mejor festival del país”, recalcaban desde el Ayuntamiento de Villarrobledo. Los números de asistencia se “doblaron” en relación al 2018, pero no fueron los únicos datos que dio la organización. Desde la promotora destacaron la creación de más de 2.000 puestos de trabajo, de forma directa, y otros 3.000 de forma indirecta. El impacto económico en toda la provincia se cifró en unos 22 millones de euros.

Ahora bien, ¿es el impacto económico lo único que se cifra? Es la pregunta que se hace la profesora Alicia Orea Giner, de la Universidad Rey Juan Carlos I. Aprovechando el contexto de la pandemia del coronavirus, la docente ha puesto en marcha un estudio enfocado en la población de Villarrobledo para conocer qué otro tipo de impactos tienen la celebración de macroeventos como el Viña Rock en localidades relativamente pequeñas como la albaceteña, que llegan a aumentar su población en diez veces mientras se celebran.

La investigación se basa en una encuesta dirigida exclusivamente a los habitantes de Villarrobledo, en la que pueden valorar si consideran que el festival, efectivamente, ayuda a atraer turismo a su pueblo o supone una “oportunidad para la población local en términos de empleo” y si es efectivamente sostenible económicamente, es decir, genera ingresos adicionales para empresas locales. No sólo para la promotora. También pregunta a los habitantes habituales del pueblo si los visitantes que llegan esos días son “respetuosos” con la cultura local o si enriquecen con su presencia la vida cultural de la ciudad, ofreciendo “oportunidades” en relación a la oferta y programación cultural que ya está disponible.

El estudio es colaborativo entre la institución madrileña y la Universitat Oberta de Catalunya. “Queremos analizar el impacto del coronavirus, sobre todo en la población local, y como puede existir una serie de condicionantes respecto a la celebración de un festival”, explica la docente. Es decir, qué ocurrirá cuando se pueda celebrar de nuevo un evento de esta magnitud, más de 200.000 asistentes en una localidad que no supera los 30.000 habitantes. “Es importante conocer cómo se siente la población local, cómo percibe la celebración de un festival”, señala.

El caso del ViñaRock ha sido elegido, al ser uno de los eventos más establecidos dentro del panorama español, con ya más de dos décadas de existencia, y porque hace que la población de Villarrobledo aumente en “unas diez veces”. En estos casos, asegura la profesora, no sólo se pueden ver consecuencias positivas, sino que también se puede crear una “sensación de peligro” o, por lo menos, de “precaución”. “Ahora mismo, bajo el punto de vista de la información que se difunde acerca del turismo responsable, es muy importante tener en cuenta qué es lo que necesita realmente la población local, que se les escuche y que su opinión sea tomada en cuenta si el festival pretende salir adelante”.

Por ahora, recuerda, la celebración del evento no se ha cancelado, sino que se ha aplazado a octubre, si bien en la localidad ya se han visto los escenarios siendo desmontados. “Es un caso curioso en el que se pretenda continuar adelante en el mismo 2020”. De hecho, el festival publica en su página web las fechas de celebración, para el 8, 9, 19 y 11 de octubre de este año. Sin embargo, recalca que la “idea” del ayuntamiento y de las instituciones públicas es que se anule por parte de una “autoridad superior”, porque las condiciones actuales pueden no ser las “más adecuadas”. Orea recuerda que sí se han celebrado festivales como el de los Sentidos, en La Roda, pero con un formato con público más reducido y con conciertos en acústico. El contrato con la empresa externa se acaba en 2020, en el caso del Viña Rock.

El estudio que lleva a cabo es enfoca precisamente en la idea del “macrofestival” que es el Viña Rock. “Nos interesa conocer cómo se van a tomar las medidas en este caso y conocer se trata de un caso de estudio de un macrofestival y nos interesa saber cómo se van a tomar las medidas en este caso”, explica la docente. En este sentido, explica que no se trata sólo de los impactos económicos, sino también de los socioculturales y medioambientales, en especial contando con el papel que juega la crisis sanitaria. “Necesitamos analizar la percepción de la comunidad sobre la COVID-19 en cuanto a su celebración, viendo el impacto que tiene desde la celebración del festival”, explica.

Gestión de residuos, ruidos, control de tráfico... Los puntos a tratar del estudio son varios, y se centra en aquellos que, hasta ahora, “se han considerado de manera importante” por parte de los organizadores, pero que ahora “parecen haber pasado a un segundo plano”, debido a la situación sanitaria. “Queremos valorar cómo se puede tener otra perspectiva alrededor de estos eventos, y que se celebren no sólo tomando en cuenta el dinero que producen, sino también otros impactos”. Además, explica la profesora Oreo, los resultados podrían extrapolarse, al considerar a la población local como un factor crucial a la hora de volver a celebrar macrofestivales en una época en la que debemos convivir con la COVID-19.

La falta de transparencia, en este caso del Viña Rock, es algo que también ha llamado la atención de la investigadora, pues sí hay festivales que ofrecen informes de manera abierta para ver realmente el impacto sociocultural del evento. “La idea es que la organización de los festivales sea, en general, más transparente para que las personas puedan sentir que el evento es suyo, aunque sea una empresa la que lo organiza”, concluye.

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