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Voluntariado entre refugiados para fomentar la empatía y la sensibilidad entre los futuros médicos

Cocina de la Movil Kitchen por dentro, con las estudiantes voluntarias en Lesbos

Francisca Bravo Miranda

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Cerca de medio centenar de estudiantes de la Facultad de Medicina de Albacete han participado como voluntarios en el campo de refugiados Moria, en Lesbos, Grecia. Fue el profesor de Fisiología, Pedro Tranque, el encargado de impulsar la iniciativa que se discutió en las jornadas 'La salud y sus retos en la nueva agenda 2030', celebradas en el camus de la UCLM en Ciudad Real. “De este modo los alumnos pueden prepararse para tratar con pacientes”, explica Tranque, que también ha acudido al campo en calidad de voluntario.

“Ahora mismo en España nos falta sensibilidad, porque no hemos vivido esta situación en primera persona. Por eso tenían que ir a verlo en directo, para poder formarse una opinión. Creo que lo han logrado”, aprecia el docente. Además, gracias a esta experiencia, explica, los alumnos pueden realizar también difusión acerca del problema de los refugiados en Europa, como ocurrió en las jornadas celebradas en la facultad.

Marta García Morata es una de las alumnas que fue parte de la iniciativa. Junto a otros 23 alumnos, trabajó en grupos de cuatro o cinco personas con ONGs como Acción Directa Sierra Norte o Proemaid, con distintos proyectos. Por un lado, con una 'movile kitchen' en la parte trasera de un camión convertido en cocina, haciendo comida para los refugiados. Un refugiado afgano trabajaba como jefe de la cocina, con el que preparaban unas 300 comidas diarias. “Dábamos comida en función de las necesidades de las familias”.

Además de la cocina, trabajaban también con una panadería autogestionada por los refugiados en las que hacían pan árabe, que luego vendían para colaborar con Proemaid. Junto a ellos, también realizaron clases de natación para que las mujeres refugiadas pudieran “perder el miedo al agua”, dos tardes a la semana.

“Hasta que no acabas la carrera no puedes hacer nada desde el punto de vista médico”, explica la alumna, pero eso no significa que la experiencia no fuese constructiva para su formación. De hecho, todo lo contrario. “La salud también es empatía. Nosotros muchas veces creemos que los problemas sólo son un resfriado o cosas menores, pero no vemos los problemas sociales”. Para ello, la experiencia en el campo de refugiados fue clave.

“La gente no sólo consulta por sus problemas, sino también por su vida”, recalca. Y esto, recuerda, también se trata en la facultad, con las asignaturas de psicología o bioética. “Pero se suele tratar de un paciente 'normal', por llamarlo de alguna manera. Es importante conocer también otro tipo de medicina”, señala la alumna.

La vida de los alumnos también cambia, afirma. “Cada año vas notando más cambio. El primer año vas con miedo, pero luego ves situaciones que pensabas que nunca jamás ibas a ver en tu vida. Cuando vuelves, la realidad es que nunca terminas de volver”, reflexiona Marta. Ahora, afirma, “dan las gracias” por la posibilidad de tener que dar un examen. “Además, nosotros como estudiantes podemos cambiar las cosas que están ocurriendo, aunque sea poco a poco”, señala.

El racismo, concluye, también se puede combatir desde el punto de vista médico. “Nosotros en consulta oiremos comentarios racistas. Y eso ocurre porque la gente no ha venido a ver qué ocurre. Pero tienen que tener en cuenta que estas personas huyen de situaciones muy difíciles y desde el punto de vista médico no se puede tolerar comentarios de ningún tipo. El desarrollo de la empatía nos ayuda a ser mejores médicos”, concluye.

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