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Barcelona se plantea restringir las grandes reuniones y un mayor control de los locales de ocio para frenar los contagios

Un camarero atendiendo una terraza en Barcelona.

Pau Rodríguez / Neus Tomàs

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El coronavirus avanza rápido en el área metropolitana de Barcelona y, aunque las autoridades todavía no se atreven a calificarlo de una segunda ola como la de marzo, sí se preparan para tomar medidas restrictivas, inminentes en el caso de la capital. Después de los brotes de L'Hospitalet de Llobregat, los casos se han disparado en algunos de los distritos barceloneses colindantes, como es el caso de Sants-Montjuïc.

El origen desconocido de la chispa que prendió los brotes de L'Hospitalet es una de las principales preocupaciones del Departamento de Salut, que sospecha de un encuentro masivo que habría derivado posteriormente en los brotes pequeños que detectó la semana pasada, y de ahí saltó a la vecina Barcelona. “Ha comenzado de forma muy rápida, por eso pensamos en un origen común de muchas personas, aunque no lo podemos afiliar del todo”, reconocía este jueves Jacobo Mendioroz, el nuevo responsable de la unidad de COVID-19 del Departamento de Salud de la Generalitat.

Tanto la Zona Metropolitana Sur, a la que pertenece L'Hospitalet, como la región sanitaria de la ciudad de Barcelona han multiplicado sus contagios en una semana. La incidencia del virus en la capital era a fecha 13 de julio de 4,9 casos de media diaria en la última semana por cada 100.000 habitantes, el doble que la semana anterior, aún lejos de L'Hospitalet (12,5), que es el tercer gran municipio de Catalunya en incidencia de coronavirus después de Balaguer (64) y Lleida (59).

Lo que preocupa sin embargo a las autoridades es que L'Hospitalet y Barcelona –como otros municipios metropolitanos– son una continuidad urbana con una enorme movilidad y densidad de población. A ello hay que añadir una cifra de contagios que sube día a día con la seria duda de que el sistema de rastreo esté funcionando (en Lleida la Generalitat ya ha reconocido que quedó superada). Este jueves Barcelona ha contabilizado 372 casos y L'Hospitalet, 123, si se tiene en cuenta tanto las PCR como los tests rápidos. Esto es cerca de un 40% del total de los 1.293 nuevos casos contabilizados en Catalunya, aunque los analistas advierten que la capital catalana suele sumar tests rápidos en sus datos y esto puede introducir en la fotografía algunas infecciones pasadas.

Por todo ello, desde hace varios días el Departamento de Salud y el Ayuntamiento mantienen reuniones técnicas diarias para acordar las medidas de contención que atajen una transmisión comunitaria que todo el mundo da por hecha, pero cuyo alcance se desconoce. Desde ambos lados de la plaza Sant Jaume se plantean anunciar estas acciones en las próximas horas, cuando acaben de cerrar los flecos, pero el mensaje más claro que llega desde el consistorio y la Generalitat es que no habrá un nuevo confinamiento. Esto está de momento descartado.

Lo que sí se plantean es restricciones de las grandes reuniones de personas, el principal desencadenante de los brotes que tienen detectados. La concejal de Salud de la capital catalana, Gemma Tarafa, así lo daba a entender este jueves: “Van orientadas a bajar la actividad social. Serán medidas en base a los datos, y los datos dicen que la grandísima mayoría de contagios se están dando en actividades de reencuentro y de ocio. Estamos acabando de atarlas”. En L'Hospitalet de hecho se trató de prohibir los encuentros de más de 10 personas, una medida finalmente tumbada por la Justicia, y sí se han cancelado actividades de ocio nocturno y deportivas.

Junto a las grandes reuniones familiares y de amigos, están en el punto de mira las congregaciones en locales de ocio nocturno, “una fuente principal de contactos y contagios de gente no tan bien protegida”, apuntaba Antoni Trilla, Jefe de Epidemiología del Hospital Clínic. “Sería una de las primeras cosas a pensar”, concluía sobre las restricciones en este ámbito durante una entrevista en Catalunya Ràdio. Sin ir más lejos, también Mendioroz ha puesto las discotecas como una de las actividades de mayor riesgo debido al elevado número de gente, con poca protección y poca relación entre ellos a la hora de buscar contactos.

Además de Barcelona y su área metropolitana, el gran foco que sigue preocupando a las autoridades catalanas es la comarca del Segrià y su capital, Lleida. Ya con una elevada incidencia del virus durante toda la desescalada –debido a la mayor actividad económica en el sector agroalimentario–, primero fue un matadero, después una residencia y cuando los contagios empezaron a multiplicarse entre trabajadores del sector hortofrutícola (y de ahí, a sus familias y entorno), la curva se disparó. El 19 de junio solo había un paciente ingresado por COVID-19 en el Hospital Arnau de Vilanova. Seis días después ya eran 16 y en estos momentos hay tres unidades destinadas a enfermos de coronavirus mientras que se han derivado pacientes. 

Según los datos que ofrece diariamente la Generalitat, de los 1.300 casos registrados este jueves en Catalunya, 198 corresponden a la región sanitaria de Lleida, y de estos la práctica totalidad (178) se sitúan en la comarca del Segrià, confinada desde este martes para intentar reducir los contagios. La única buena noticia es que el número de personas hospitalizadas en hospitales leridanos ha bajado de las 129 del miércoles a las 120 de este jueves. Según los datos de los Servicios Territoriales de la Conselleria de Salud en Lleida hay 13 personas en las UCI de los hospitales públicos. Pasados 14 días desde la orden de confinamiento perimetral de la comarca, deberían empezar a notarse los efectos sobre los contagios, según auguraron desde la Generalitat. Desde Salud creen ahora que podrían pasar más días hasta que se aplane la curva. 

Los alcaldes de las poblaciones más afectadas se han quejado públicamente de que al principio de la campaña de la fruta ya advirtieron al Departamento de Salut de que había que tener en cuenta las condiciones en las que viven muchos temporeros y que podían convertirse en focos de transmisión de la enfermedad. Y, según señalan los expertos, así ha sido. Por edades, según datos ofrecidos por el Ayuntamiento, la media de edad de los contagiados en la capital es de 50 años.

La Generalitat ha reconocido este jueves que se actuó tarde en Lleida y no descarta que igual que se ha confinado el Segrià se acaben tomando medidas restrictivas en otras dos comarcas vecinas: el Pla d'Urgell y la Noguera. En la capital de esta última, Balaguer, la incidencia del virus ya es superior a la de Lleida. Y los contagios empiezan a crecer también en zonas como Girona (41 casos en los últimos 14 días en Figueres y 23 en Olot)

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