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Aragonès intenta sortear el desgaste por la pandemia con una remodelación de emergencia de su cartera más social

El vicepresident Pere Aragonès junto al conseller El Homrani, en una reunión de febrero pasado

Arturo Puente

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El fiasco en la gestión del último paquete de ayudas a los autónomos para paliar los efectos de la COVID fue la gota que desbordó el vaso en una conselleria, la de Trabajo y Asuntos Sociales, que ha estado en el centro de la polémica desde el inicio de la pandemia. El martes de la semana pasada, cuando el departamento gestionado por ERC y liderado por el conseller Chakir El Homrani llegó al tope de solicitudes tras dos días de caos informático y furia de los autónomos, en la dirección del partido se impuso la idea de que la conselleria debía afrontar cambios profundos y de forma urgente.

Para el viernes de la semana pasada los cambios estaban decididos, explican fuentes del Govern. Se trataba, aseguran, de “reforzar” el departamento con un relevo completo del equipo más estrecho del conseller. Caían el secretario general, Josep Ginesta, quien, además, ha llevado la gestión de Trabajo durante las dos últimas legislaturas, y también salía el secretario de Asuntos Sociales, Francesc Iglesias. Como número dos entraba Oriol Amorós, un hombre con amplia experiencia en el departamento, de la máxima confianza en el partido y que, según fuentes de ERC, había demostrado “talla en la gestión de la crisis”.

Tanto fuentes de la conselleria involucrada como desde la vicepresidencia que ha pilotado la operación niegan que la salida del conseller haya estado sobre la mesa. “No se ha contemplado”, afirman escuetos sin entrar en los motivos. Sin embargo, la situación de interinidad en la que se encuentra el Govern hacía muy complicada la salida de El Homrani, puesto que el Ejecutivo en funciones no puede nombrar nuevos consellers, por lo que toda la gestión del departamento debería haber pasado a otro de los miembros del Govern. Una patata caliente que a nadie le venía bien y que se ha acabado despachando sin tocar la estructura de la administración, pero sí troceando las responsabilidades y colocando a un secretario general fuerte para pilotar los tres meses que quedan hasta las elecciones.

En septiembre, el equipo del vicepresident Pere Aragonès asumió con resignación la jefatura efectiva del Ejecutivo catalán, convencidos de que sus socios de Junts per Catalunya utilizarían el tiempo que quedaba hasta los comicios para tratar de quemar al candidato republicano. Pero, hasta la semana pasada, el balance que hacían era relativamente positivo. Salut estaba comenzando a controlar el ritmo de contagios y la gestión económica de la vicepresidencia, basada en aumentar el presupuesto, inyectar liquidez y dar ayudas a diversos sectores, se mantenía a flote.

Pero la crisis de la “carrera de autónomos”, tal y como bautizaron al episodio los propios afectados al verse obligados a competir entre sí para obtener alguna de las 10.000 ayudas que repartían a los primeros que llegaran, cambió el escenario. Organizaciones empresariales, sindicatos y asociaciones de trabajadores por cuenta propia, incluyendo una plataforma creada ad hoc, cargaron con dureza tanto contra el diseño de la ayuda como contra el caos generado de su gestión. El Govern se vio obligado a pedir disculpas públicas tras la reunión del martes por la mañana y, por la tarde, el vicepresident Aragonès anunció que tomaba las riendas de los siguientes paquetes de ayudas que la Generalitat dispusiera para autónomos.

La intervención de Aragonès suponía la segunda ocasión durante la pandemia en la que la conselleria de El Homrani había visto reducido el perímetro de sus competencias. La primera ocurrió a principios de abril, después de dos semanas en las que se disparó la mortalidad en las residencias, el Govern optó por dar un golpe de timón y pasar ese área directamente al departamento de Salut, también en manos de ERC. Los roces entre el titular de Trabajo y Alba Vergès, que gestiona la cartera sanitaria, habían sido sonados en el seno del Ejecutivo y, después de que el president Quim Torra presionase a sus socios, Aragonès acabó cediendo y dando luz verde al cambio de manos en la gestión de las residencias de ancianos.

El departamento de Trabajo y Asuntos Sociales optó entonces por centrarse en la materia laboral, sobre la que el secretario general del departamento, Josep Ginesta, tiene más conocimientos. Sin embargo, los problemas no acabaron. A finales del mes pasado El Homrani se vio envuelto en una polémica que puso en guardia al mundo empresarial cuando aseguró que el teletrabajo era “obligatorio” en Catalunya. El Govern tuvo que salir a desmentirlo unas horas después, para aclarar que únicamente era una recomendación y que las empresas únicamente estaban obligadas a activar el teletrabajo cuando no podían garantizar las condiciones sanitarias del puesto presencial.

El departamento desde el que ERC creía poder lucir perfil social ha acabado convirtiéndose en un quebradero de cabeza para un partido que trata de convertir la gestión en una de sus divisas. A la espera de unas elecciones en las que Carles Puigdemont acudirá en las listas de JxCat y en las que la candidata a la presidencia de sus máximos rivales puede ser Laura Borràs, el equipo de Aragonès ha apostado por realzar su perfil responsable y administrador, en un momento de fuertes turbulencias por la crisis sanitaria y económica. Una faceta para la que necesita que la triada formada por los departamentos de Salut, Educación y Trabajo funcione o, al menos, que ninguno de ellos sea un lastre.

El cese de la cúpula del departamento de El Homrani fue comunicada a la consellera de la Presidència este mismo lunes, solo unos minutos antes de emitir el anuncio públicamente. Un gesto que pagaba con la misma moneda al que hizo Torra en septiembre pasado, cuando avisó a Aragonés con el tiempo justo de que iba a relevar a hasta tres de sus consellers. El president preguntó entonces al jefe de ERC si él quería sumar a alguno de sus consellers a la lista de cesados, a lo que este se negó.

Después de que Torra ejecutara la última renovación del Ejecutivo, en la cúpula republicana veían como un logro haber mantenido prácticamente intacto al núcleo de consellers que había soportado el peso de la gestión de la pandemia. Este martes, voces de JxCat se preguntaban con cierta sorna si, de poder volver atrás, Aragonès volvería a mantener la confianza en El Homrani.

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