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La propuesta de un nuevo referéndum agrieta el bloque independentista

El líder del PSC, Salvador Illa (i), pasa ante el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (d), y su vicepresidente, Jordi Puigneró (i), durante el pleno del Parlament. EFE/Enric Fontcuberta

Arturo Puente

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Pocas señales hay más claras de que la etapa del procés es cosa del pasado que la votación de este jueves, cuando el soberanismo apenas ha sido capaz de ponerse de acuerdo en una sola propuesta de resolución para trazar una nueva ruta hacia la independencia. La invitación a convocar un nuevo referéndum esta legislatura, promovida por la CUP, ha generado discordia con el resto de formaciones independentistas. Tampoco el aval rotundo a la mesa de diálogo que proponía ERC ha seducido a sus socios de investidura, y sin embargo ha acabado siendo aprobado por el PSC y los 'comuns'.

Solo la propuesta conjunta de los republicanos con Junts de “seguir trabajando para plantear un nuevo embate democrático” ha conseguido ser aprobada, pero con una abstención por parte de la CUP. El debate de política general, que sirve para abrir el curso parlamentario en Catalunya y fijar los objetivos del año, ha constatado que cada una de las tres formaciones independentistas tiene una opinión diferente respecto a un nuevo referéndum.

La autodeterminación, como apuesta genérica, ha recibido un esperable aval parlamentario. Las diferencias han llegado a la hora de llevar la teoría a los hechos. La CUP, socio prioritario del Govern para los presupuestos, ha incendiado el hemiciclo con una propuesta que, de haberse aprobado, comprometía al Ejecutivo de Pere Aragonès a celebrar un referéndum durante esta legislatura.

La iniciativa de los anticapitalistas no ha gustado, especialmente a Junts, que ostenta la presidencia de la Cámara. El partido de Carles Puigdemont ha aducido que, al ser un debate prohibido por el Tribunal Constitucional, tramitar esta propuesta ponía en riesgo penal a la presidenta del Parlament, Laura Borràs, y a la Mesa. Con todo, los cinco miembros independentistas del órgano han acabado dando su visto bueno a la tramitación, pero la propuesta ha recibido un voto negativo en el pleno.

Más allá de las cuestiones judiciales, ninguna de las dos grandes formaciones del independentismo han encajado bien la propuesta de la CUP. ERC tiene problemas con el periodo, pues asegura que quiere darle más tiempo a la mesa de diálogo. “Poner fecha a un referéndum nos aleja de la independencia”, ha asegurado Oriol Junqueras este jueves en Catalunya Ràdio. Por su parte, y dejando de lado el recelo a tramitar la iniciativa por las posibles consecuencias penales, Junts argumenta que solo un referéndum pactado puede pasar por encima del “mandato del 1 de octubre”, por lo que no puede convocarse una nueva consulta unilateral.

El referéndum antes de 2025, por tanto, ha embarrancado en el primer gran pleno de esta legislatura, lo que marca un hito inédito en la última década. La unilateralidad se ha caído de la agenda catalana.

Pero la división del bloque independentista ha ido más allá, pues los tres partidos tampoco han sido capaces de ponerse de acuerdo en las resoluciones que hablan de la mesa de diálogo. ERC había propuesto un texto para “avanzar hacia una resolución democrática del conflicto político entre Catalunya y España, mediante el impulso del proceso de negociación articulado a través de una mesa de diálogo y negociación política entre ambos gobiernos”. Un redactado que ha dejado fríos a Junts y a la CUP.

Pese a los recelos del resto de independentistas, los republicanos han sido capaces de ganar varias votaciones claves para ellos. Aunque con importantes matices y teniendo que hilar fino, la apuesta por el diálogo institucional de ERC ha recibido un espaldarazo importante, igual que el texto que defiende la amnistía y propone a los partidos presentar una proposición de ley al respecto en el Congeso.

También han contado con un capote envenenado de los 'comuns', que habían presentado una iniciativa en la que, si bien mostraban el apoyo de la Cámara a Aragonès para la negociación, también se garantizaban que dejaría fuera a Junts al exigir que las delegaciones fueran solo “entre gobiernos”. Pese a que les obligaba a votar separados, los republicanos han dado apoyo a la propuesta, que también ha salido adelante con los socialistas.

Aragonès salva la unidad con Junts

Pere Aragonès sale del debate de esta semana habiendo salvado por la mínima la unidad con Junts respecto al diálogo y el plan independentista, pero habiendo perdido a los anticapitalistas como soporte en la Cámara. Una cuestión que puede convertirse en un problema a la hora de aprobar los presupuestos de 2022. Esas cuentas, las primeras tras la pandemia, son estratégicas y tanto Aragonès como el conseller de Economía, Jaume Giró, preferirían aprobarlas de la mano de la CUP. Pero, ante los recelos de los anticapitalistas, el PSC también se ofrece como socio.

Los socialistas han jugado un papel protagonista esta semana, no solo como líderes de la oposición sino también buscando y haciendo aflorar las diferencias entre ERC y Junts. Con los primeros se han puesto de acuerdo para sacar adelante una agenda comprometida con el diálogo y la mesa establecida entre la Moncloa y la Generalitat. Mientras, los socialistas han sacado adelante con Junts iniciativas de tipo económico, como mantener el acuerdo para ampliar el aeropuerto de El Prat o el aval a la candidatura de los Juegos Olímpicos de Invierno. De esta forma, el PSC no solo ha hecho explícitas ante el pleno las costuras que existen entre los socios del Govern sino que ha demostrado poder convertirse en una bisagra útil para ambos.

Que el PSC y Junts hayan sacado adelante puntos en común ha sido una de las realidades duras de tragar para ERC, que consideran que ambas formaciones tienen intereses en común para desgastarlos. “Se vuelve a imponer la sociovergencia”, ha denunciado en tono duro Marta Vilalta, portavoz de los republicanos. “Nos duele ver que hoy se llega a acuerdos que rehuyen la lealtad y los pactos entre socios”, ha dicho.

Pero, detrás de las palabras agrias, la imagen que deja el debate de este inicio de curso político catalán es que la división en el Govern se ha enquistado y que ambos socios pueden necesitar en un futuro cercano al PSC para sumar una mayoría. No por casualidad el pleno ha dado también un espaldarazo casi unánime a que se renueven órganos institucionales importantes, como el Consejo de Garantías, los órganos de control o la corporación de medios públicos que dirige TV3. Organismos que necesitan mayorías cualificadas para salir adelante y que, pese a la división en muchos aspectos que vive la mayoría del Govern o el independentismo, ahora son posibles de forjar en el Parlament gracias a la mano tendida de grupos de la oposición.

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