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La experiencia de un enfermero talaverano como cooperante en Mozambique: “Te hace apreciar lo que tienes”

FOTO: Óscar Otero

Teresa Sánchez Garzón

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Óscar Otero, tiene 43 años y es enfermero en el Hospital Nuestra Señora del Prado de Talavera de la Reina. Desde hace varios años está vinculado a la cooperación internacional, algo que le ha cambiado la vida y a lo que, considera, se le debería dar más visibilidad. El último proyecto en el que ha estado implicado ha sido en Mozambique, una zona que junto con Zimbabue y Malaui, sufrió a mediados de marzo los estragos del ciclón Idai, calificado por Naciones Unidas como “el peor desastre natural de la historia del hemisferio sur”. Al cabo de tres semanas, el número de muertos superaba el millar y el de afectados casi los dos millones.

Muchos países y organismos internacionales enviaron rápidamente ayuda humanitaria, entre ellos España que, además de la ayuda, desplazó a petición del Gobierno mozambiqueño y de la Organización Mundial de la Salud el equipo ‘Start’, un grupo de profesionales sanitarios del que forma parte el enfermero talaverano del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (SESCAM), Óscar Otero, y Adoración Ruiz, otra enfermera en este caso de Ciudad Real que también ha participado en este proyecto. 

Otero ha formado parte de la primera rotación del ‘Start’, que partió de la Base Aérea de Torrejón de Ardoz el 29 de marzo. En total, los primeros 'chalecos rojos' españoles, la prenda que distingue a los integrantes del ‘Start’, han sido 71: 30 especialistas de la logística y de apoyo y 40 profesionales sanitarios. El Equipo Técnico Español de Ayuda y Respuesta a Emergencias, ‘Start’ nació en 2016 a iniciativa de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID). Se trata de una unidad formada mayoritariamente por personal sanitario preparada para levantar y atender un hospital de campaña en menos de 72 horas en escenarios de emergencia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) denomina estas unidades asistenciales con las siglas EMT, Emergency Medical Team, y las clasifica con un número: el 1 para los centros de atención básica, el 2 para los que tienen capacidad quirúrgica y 3 para los que, además, cuentan con unidad de cuidados intensivos. El hospital español es del tipo 2, ya que dispone de una sala de urgencias, triaje, consultas externas, paritorio, laboratorios, sala de rayos, área pediátrica, preoperatorio, quirófano, zona de hospitalización de veinte camas, box de esterilización y farmacia como servicios principales.

“No fue una emergencia como tal porque fuimos diez días después del ciclón. Se desplegó un hospital de campaña en la ciudad de Dondo, una de las zonas más afectadas, con servicios de urgencias, hospitalización, rayos o farmacia. Además, dentro de ese equipo contábamos con diferentes tipos de enfermería: de urgencia, de quirófano, y de hospitalización. Yo estaba en hospitalización donde teníamos 20 camas con diferentes especialidades: cirujanos, traumatólogos y médicos de urgencias que son los que se encargaban de la medicina general”, explica Otero. 

Con lo que no contaba nadie del ‘Start’ es con que levantar un hospital de campaña iba a costar tanto y que “los primeros tres días trabajamos como obreros más que de sanitarios porque el terreno estaba impracticable, las lluvias torrenciales lo habían inundado todo y tuvimos que tirar de pico, rastrillo y pala para retirar la maleza y allanar el terreno sobre el que se iba a asentar el hospital”, explica Adoración Ruiz. Sin embargo, a pesar de las condiciones, la gran mayoría de ellos repetiría.

“Lo más bonito es por un lado la satisfacción personal y por el otro ver cómo te trata la gente y cómo confía en ti. Se prestan a todo lo que les digas y a cómo les cuides, todo les parece bien. También llama la atención la tolerancia a las cosas, que aquí en España no se tiene. Por otro lado, lo más difícil es verte allí, ya que las condiciones en las que vives y trabajas son duras pero es lo que hay y has ido a eso. Ha sido durísimo, lo hemos pasado mal en cuanto a calor y humedad pero repetiría una y mil veces y las que hagan falta, ojalá nunca haga falta, pero si hay que hacerlo se hace”, detalla Otero. 

Barro, calor y humedad

El calor y la humedad fue el segundo hándicap que afrontaron los españoles, “unas condiciones duras porque el hospital lo forma un conjunto de tiendas de campaña y estás a más de cuarenta grados, tomas la temperatura a los enfermos a primera hora de la noche o al alba porque durante el día los termómetros no te sirven, no te puedes fiar. Cuando llega el momento de parar un rato y desconectar del hospital vas a la zona de vida, donde están las tiendas de campaña, pero en vez de descansar es cuando convives con los mozambiqueños y, cómo en dos o tres horas vuelves a la asistencia sanitaria al cabo de unos días acabas buscando cualquier rincón para tumbarte”.

Estos inconvenientes no rompieron el grupo y, por el contrario, “crearon un gran ambiente de unidad” y en el mes que el EMT 2 permaneció en la ciudad de Dondo atendió a dos mil quinientos pacientes, un 45 por ciento de ellos mujeres, la mayoría con patologías ginecológicas, aunque también había muchos que aprovechaban la presencia de profesionales venidos del extranjero para ser intervenidos de dolencias antiguas.

“Se debería impulsar mas la cooperación internacional. Nos suena pero siempre se ve como muy lejos, pero hay que verlo más cerca y más ahora en un mundo globalizado en el que este tipo de desgracias nos pueden pasar a cualquiera. Hay que empatizar mucho más y la cooperación es empatía, es ponerte en el lugar de ellos. Nunca se está suficientemente concienciado con la cooperación”.

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