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Cifesa, la productora valenciana que creó el 'star system' de la posguerra franquista

Imagen de la productora Cifesa.

Lucas Marco

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La gala de los premios Goya, que se celebra en Les Arts este próximo sábado, ha colocado a Valencia en el epicentro del cine español. La ciudad, sin embargo, ya tuvo un papel clave en el séptimo arte con la productora Cifesa, una empresa valenciana nacida durante la era republicana y que catapultó el cine de comedia e intrascendente durante la posguerra franquista.

En plena Segunda República, el rico industrial Manuel Casanova Llopis se hizo con el accionariado de la productora y distribuidora, que controló durante décadas su hijo Vicente hasta su abrupto final. En 1933, consigue un acuerdo con la estadounidense Columbia para la distribución en exclusiva en España de sus films, un negocio que nutriría de fondos a la empresa cinematográfica líder de la época. Con los ingentes ingresos de la distribución, la productora estrena La hermana San Sulpicio, en la que debuta Imperio Argentina, el primer éxito comercial del cine sonoro español por el tirón popular que arrastra. 

Cifesa abre sucursales en el extranjero, especialmente en América Latina, y estrena sus siguientes éxitos en la taquilla: la comedia musical Rumbo al Cairo y El cura de aldea. “Seguían la línea de buscar un público mayoritario, no era una productora con una vocación ideológica muy marcada”, explica a este diario el historiador Juan Antonio Ríos Carratalá, autor de una completa reseña de Cifesa en el Diccionario del audiovisual valenciano, editado por la Generalitat Valenciana.

El estallido de la Guerra Civil supuso un paréntesis en el éxito de la productora. El empresario Vicente Casanova, pese a su adscripción al republicanismo moderado, se pasa al bando sublevado y dirige la productora desde Sevilla. Los estudios cinematográficos en Valencia son colectivizados y pasan a depender de un consejo obrero que produce documentales en apoyo a los milicianos republicanos y tres episodios del Noticiario Cifesa.

Mientras, en Sevilla, Vicente Casanova encarga películas de propaganda del bando franquista como Entierro del general Mola y Homenaje a las brigadas de Navarra, entre otras. “La adhesión de Cifesa a los vencedores de la Guerra Civil no evita tensiones y desencuentros con los sublevados, pero resulta muy beneficiosa para la continuidad de la empresa y su expansión durante los años de la Victoria”, escribe Ríos Carratalá. Así se convierte en la primera productora española con un rápido crecimiento a pesar de no contar con estudios bien equipados ni de divisas para importar material cinematográfico.

“A Franco le encantaba el cine”

El empresario no pierde el tiempo y regala un proyector al general Francisco Franco, además de financiar el montaje de la sala cinematográfica privada que el dictador disfruta en su residencia oficial de El Pardo. “A Franco le encantaba el cine”, recuerda el historiador, “y para la dictadura tener en aquella época una productora importante y puntera era esencial de cara a la imagen pública y el adoctrinamiento”.

A diferencia de los films de exaltación del bando vencedor, sin demasiado éxito de público, las películas que produce Cifesa en la posguerra son de género folclórico con estrellas taquilleras y comedias dirigidas a un público mayoritario. El régimen franquista otorgaba unas “condiciones excelentes para comprar licencias de distribución y para promocionarse”, señala Ríos Carratalá.

En aquella época todos los actores españoles soñaban con participar en films de Cifesa, que prestaba unas condiciones laborales extraordinarias. El mercado hispanohablante, con la actriz Imperio Argentina como estandarte, fue otra de las vías de financiación de la empresa. “Consiguieron algo tan importante como crear un star system en la posguerra”, explica el historiador. Cifesa se convirtió en un éxito de tal calibre que cuanta con un estudio monográfico del catedrático de Historia del Arte de la Universitat Autónoma de Barcelona Fèlix Fanés, editado por la Filmoteca Valenciana.

La decadencia de la productora empezó tras el final de la Segunda Guerra Mundial, cuando Cifesa sufre el bloqueo de sus películas en el mercado internacional, especialmente en Estados Unidos, debido al aislamiento del régimen franquista. La firma sufre una tremenda descapitalización (en 1950 Vicente Casanova cifra en 15 millones de pesetas las pérdidas de Cifesa tras su inclusión en la lista negra de empresas que habían estado vinculadas a la Alemania nazi).

A mediados de la década de 1950, Cifesa arrastra una deuda con el Banco Rural de 50 millones de pesetas, por lo que la entidad pasa a controlar el consejo de administración de la empresa. Un grupo de accionistas se querella contra el empresario valenciano, que es condenado en 1963. Al año siguiente se produce el “descalabro definitivo” de la productora y Vicente Casanova decide abandonar España para instalarse en la Costa Azul. El productor, artífice de la industria cinematográfica del franquismo, murió en Biarritz en 1955.

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