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Col·lectiu Feral: Mujeres creadoras “al margen” en búsqueda de su espacio
El acompañamiento en el proceso creativo y la necesidad de encontrar un espacio común y seguro en el que poder desarrollar un arte “al margen” fueron dos de las muchas motivaciones que un grupo heterogéneo de mujeres artistas sintieron a la hora de comenzar a organizarse. La música, la escritura, la ilustración, la escultura, la performance o la pintura, son solo algunas de las disciplinas artísticas que manejan en el, por ahora, pequeño y casi recién nacido Col·lectiu Feral. Su idea es sumar todas las artes y creaciones posibles para crecer juntas a partir de bases comunes con perspectiva feminista.
Fue a raíz de un vídeo o, más bien, de “un llamamiento” a través de las redes sociales grabado por dos de ellas cuando empezaron a darse cuenta de que había muchas más mujeres creadoras con necesidad de encontrarse en ese espacio común. “Contamos en un vídeo nuestro proyecto y empezaron a contactarnos muchas mujeres que querían participar y sentían esa misma necesidad de encontrar un lugar físico, de ‘convivencia’ artística, donde desarrollar y compartir sus creaciones”, comenta Liliana Luis Sogues, una de las componentes del Col·lectiu Feral.
Todas han vivido las trabas y las dificultades a las que se enfrentan por crear un arte que “no encaja” -ni quiere encajar– en los circuitos culturales artísticos que definen como “tradicionales”. “Hay dificultad, pero también partimos de un desinterés”, explican. “Romper” con esas dinámicas y generar espacios “no hegemónicos” serán parte de la esencia de este colectivo que este 19 de enero se presenta en la Escuela Meme del barrio valenciano de Benimaclet.
Para esta primera presentación pública del colectivo han decidido organizar unas jornadas, desde las 10.30 horas del domingo hasta las 22.00 horas, que incluyen un mercado de autoras, talleres de jabón artesanal, reparación de bicis y fotografía, conciertos, una jam no mixta, formación en arteterapia o poesía visual, como una pequeña muestra de todo el arte que está por llegar.
El objetivo final es recaudar fondos para una casa/taller en la huerta de València donde poder desarrollar todo tipo de proyectos artísticos y continuar organizando jornadas y encuentros para visibilizar las creaciones. En ese taller proponen convivir -que no residir- durante el tiempo necesario, sin horarios ni distracciones, pero sí acompañadas del resto de creadoras.
“Todas sufrimos la opresión del sistema”
Los perfiles son tan diversos como las artes que crean. Estefanía Berlanga es mexicana y trabaja en la hostelería, aunque su inquietud artística nace y se desarrolla con la escritura y la poesía. Cristina Salmerón, de Ontinyent, es cantautora, no obstante, para definirse como tal han debido pasar casi dos décadas creando música. “¿Cuándo nos sentimos artistas? Llevo desde hace 20 años dando conciertos y aun así es difícil reconocerse como tal”, apunta Salmerón. O Liliana Luis Sogues, una joven artista interdisciplinar valenciana que aborda cuestiones de género e identidad sexual a través de diferentes artes.
“Como mujeres creadoras, independientes, migrantes, madres, con cuerpos no normativos, colores varios y sexualidades no normativas, hemos vivido la dificultad de poder ser artistas en muchas formas”, apunta Valentina Romero, de Colombia. Ella ilustra y tatúa y busca en este colectivo poder conciliar la crianza con la creación. “Quiero que mi proyecto artístico sea amable y compatible con mi proceso de maternidad y que no sea al contrario, que me duela ser madre porque he tenido que dejar de lado mi proyecto creativo”, describe.
Esta primera composición del Col·lectiu Feral la completan Claudia Pascual, con la performance, la música y la pintura, Silvia Noire, de Jaén, suma la escultura con la historia del arte y la ilustración, y Sarah Scheurenbrand, de Alemania, es educadora cultural a partir de la danza, el teatro y otras disciplinas. Un equipo heterogéneo en edades, procedencia y artes, que quiere escapar de lo normativo.
“Todas hemos vivido las opresiones del sistema”, explica Berlanga. En ese sentido, todas comparten, además de los obstáculos para entrar en ese circuito “tradicional”, las inseguridades para creer en una misma como mujer artista y las dificultades para superar la precariedad y conciliar la creación con la vida laboral. “Tejer una red de compañeras ayuda en ese proceso personal de aceptación y también para compartir saberes”, explican.
De momento, esta red de mujeres creadoras diversas está formándose y centrándose en continuar sumando artes y experiencias en este colectivo con “energía feral”, que busca volver a su estado artístico más salvaje.
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