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El humor de 'Hermano lobo', “el triunfo y la derrota de la inteligencia” en los últimos años del franquismo

La Nau de la Universitat de València acoge una exposición sobre 'Hermano lobo'.

Miguel Giménez

València —

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Hermano lobo es “el triunfo y la derrota de la inteligencia” en las postrimerías de la dictadura franquista. Así resume la trayectoria de la revista satírica Francesc-Andreu Martínez, coordinador junto a Antonio Laguna de la exposición 'Hermano Lobo (1972-1976). Un huevo duro para el Caudillo', la muestra que recorre la trayectoria de esta irreverente publicación humorística que se podrá visitar en la Nau de la Universitat de València hasta el próximo 14 de mayo. 

La exposición, que pretende dar continuidad a la muestra que en 2016 tuvo a la también revista humorística 'La Traca' como protagonista y que cosechó un gran éxito, está acompañada por un libro-catálogo diseñado por Patricia Bolinches y en el que participan los mayores especialistas en humor periodístico durante la Transición, como son Josep Lluís Gómez Mompart, Francesc Salgado, Ramón Tena, Gerardo Vilches, Jaume Guillamet y Francisco Segado, además de Laguna y Martínez y los escritores Manuel Vicent y Jaime Millás, protagonistas de la breve pero intensa vida de 'Hermano lobo'. 

Precisamente, Vicent presumía de que llevar 'Hermano lobo' bajo el brazo “te definía como joven rebelde, progresista y divertido. Era el glamur de la época mientras la dictadura había empezado a hundirse”. El escritor evoca aquellos tiempos: “La revista se fabricaba con todo el equipo de humoristas y escritores en unas cenas de los jueves en el restaurante Casa Picardías. Las recuerdo como una fiesta que ya anunciaba la inminente libertad. Era incluso divertido ir a declarar al Tribunal de Orden Público de las Salesas, que al final se tomaba como una excursión casi deportiva”.

Tal como afirma en el catálogo de la muestra la rectora, Mavi Mestre, la revista “cambió el miedo por la risa. Y esto, para un régimen que había hecho de la represión su base existencial, era una amenaza en toda regla”. En opinión de la rectora, “los mejores y más excelentes pensadores del humor del momento, auténticos maestros de la ironía y el doble sentido, a través de dibujos y breves textos demostraban cada semana cómo había que reírse de censores y represores, de curas y dictadores de una moral desfasada, de políticos y dictadores tan ridículos como desfasados”.

Martínez, que presentó la muestra junto a la vicerrectora de Cultura y Sociedad de la Universitat de València, Ester Alba, se referió a esta situación y al hecho de que Hermano lobo fuera víctima de seis expedientes y de la suspensión de uno de sus números, el 183: “En esos años, con la Ley de Prensa de Fraga de 1966 vigente, se utilizaban las multas para coartar la libertad de expresión, y era la inteligencia de quienes participaron de este proyecto la que lograba esquivar la censura. El suspendido número 183 prácticamente se publicó de forma íntegra en el número 184”. Hermano lobo llegó a alcanzar los 170.000 ejemplares de tirada, más que su “hermana mayor” e insignia de la empresa editora, la revista Triunfo. La publicación, en opinión de Martínez y Laguna, nació para demostrar que Ley Fraga, “no era más que un ligero retoque de maquillaje a la ya deteriorada y casi fúnebre cara de la dictadura”.

El humor como oposición a la dictadura

La exposición ‘Hermano Lobo (1972-1976): un huevo duro para el Caudillo’ es un homenaje a unos humoristas que, a través del dibujo, la caricatura y la palabra escrita, abrieron en el tardofranquismo espacios de libertad que la Transición, a continuación, iba a requerir. La revista apareció en junio de 1972, por iniciativa del editor José Ángel Ezcurra (que venía editando Triunfo desde 1962) y del humorista gráfico Chumy Chúmez. Pensaron que era la hora de añadir al humor surrealista y costumbrista de La Codorniz, otro explícitamente político, que rompiera los límites de la escasa tolerancia franquista hacia la libertad de expresión.

La publicación semanal estuvo en la calle hasta 1976 y reunió a extraordinarios autores, como Chumy Chúmez, Manolo Summers, Perich, Forges, Miguel Gila, Andrés Rábago Ops (El Roto), Joaquín Rodríguez Dodot, Vallés, Cesc, Ramón o Quino; así como una nómina brillante de escritores encabezada por Manuel Vicent, Francisco Umbral, Carlos Luis Álvarez Cándido, Jimmy Giménez Arnau, Rosa Montero, Manuel Vázquez Montalbán, Eduardo Haro Tecglen, Luis Carandell, Jaime Millás o Emilio de Cruz Aguilar. Todo ello, en una redacción risueña, excepcional y políticamente comprometida con la conquista de las libertades.

Hermano Lobo y las revistas satíricas coetáneas (Por favor, El Papus, Barrabás, etc.) fueron instrumentos dinamizadores del cambio, finalmente destruidos por el mismo cambio. Murieron cuando la Transición todavía no había culminado. Aún así, demuestran que la narrativa –la ficción histórica– según la cual la Transición fue divisada desde dentro del franquismo es sencillamente falsa. Hicieron falta fuerzas sociales en la calle, pero también fuerzas intelectuales en los periódicos, para ir infinitamente más lejos de lo que los franquistas “reformistas” pretendían.

Martínez, historiador y profesor del Área de Periodismo de la Universitat de València, apunta a tres cuestiones que sucedieron al mismo tiempo y que provocaron la desaparición de Hermano lobo. La primera es el “acoso” del régimen: “Seis expedientes son dinero, y eso hace mella en una editorial pequeña y con escasos recursos como la de Ezcurra, que centraba sus esfuerzos en Triunfo. La segunda se refiere a los escasos medios de financiación, ya que no tenía publicidad y sólo se sostenía con las ventas, que empezaron a caer cuando comenzó a aparecer la competencia, ”con 'El Papus', que apostó por un humor escatológico y por el destape, como principal exponente“. Y la tercera es que ”contra Franco se vivía mejor. Es decir, los humoristas habían aprendido a decir y dibujar entre líneas, por lo que costó asumir que se podía escribir y dibujar todo. Se enfrentaron a una crisis de creatividad“.

Esta exposición, para la que se ha contado con la colaboración del sindicato CC OO que ha aportado su archivo, no es la primera que se celebra en València sobre la conocida revista satírica. Hermano lobo, cuyos números, igual que los de Triunfo, están publicados en internet, ya fue objeto de dos importantes muestras. Una de ellas en París y la otra en la capital valenciana. “No somos originales”, ha reconocido Martínez, quien ha finalizado: “Todos somos herederos de Hermano Lobo, porque ahora no tenemos aquí al lado a una persona que me puede abrir un expediente por vulnerar la ley al utilizar mi libertad de expresión”.

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