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Pichiavo, los grafiteros de los mitos clásicos que harán la falla del Ayuntamiento de Valencia en 2019
Tienen trazos de gamberro y destreza para deconstruir el arte clásico. En julio finalizaron un mural en Helsingborg, Suecia; inauguraron una exposición de esculturas en una galería lisboeta, en Portugal, y una de sus piezas protagonizó el evento de la marca Bulgari en el Estadio de Marmi, en Roma, Italia. El cuadro original, una adaptación grafiteada del mito de Las tres gracias, las hijas de Zeus, está en un polígono industrial de Manises, entre botes de pintura en spray y bustos grecorromanos. Es el taller de Pichiavo, un dueto de artistas valencianos, Juan Antonio Sánchez, Pichi, y Álvaro Hernández, Avo; que trabajan por todo el mundo a cuatro manos. Este agosto los pudimos encontrar en su tierra, después de semanas de intentar cuadrar una cita en su agenda internacional.
La clave de su éxito: establecer una continuidad entre la mitología griega y romana con el arte urbano. Dos estilos tan alejados por el tiempo y los cánones academicistas que al superponerse generan una crítica al concepto de arte en sí mismo. Todo empezó como un ejercicio, ambos se conocían de las calles, de esa cultura grafitera tan postmoderna de pintar su seudónimo allá donde el otro no llega. Pero a diferencia del individualismo grafitero convencional, decidieron apartar su ego y trabajar codo con codo. Ambos habían aprendido las técnicas más clásicas en la escuela, y un día practicando una escultura clásica en su estudio empezaron a pintarrajearla como una diversión. El resultado les sorprendió y se pusieron a perfeccionarlo. La mitología griega y romana habla de dramas universales que se pueden extrapolar a nuestros días.
“El arte clásico estaba un poco intocable, y nosotros quisimos retomar esa elegancia, sus formas bellas y llevarlas a nuestro terreno del grafitti, por eso siempre hay un juego de transparencias, de color y le damos otra vida. Cogemos lo bueno de sus mitos y sus proporciones y los actualizamos a nuestros días”, explica Álvaro Hernández, Avo, siempre con su gorra de ala ancha que delata su adscripción a la cultura urbana. Estudió diseño gráfico, una disciplina que le aportó orden frente a la espontaneidad de Juan Antonio Sánchez, Pichi, formado en Bellas Artes. Entre los dos han desarrollado una habilidad para crear relaciones únicas entre arquitectura, escultura y contextos sociales, con un enfoque performativo e innovador.
El jurado independiente que decide la falla para la Plaza del Ayuntamiento cada año, se decantó este mayo por ellos por unanimidad al valorar la conjunción de “tradición y transgresión ” en su proyecto. Su boceto, Procés creatiu, reflexiona sobre el proceso artístico desde una comedia griega.
“La gente no sabe todo el trabajo que lleva una obra de arte, o el de los artistas falleros, tú solo ves la falla terminada pero no sabes lo que hay detrás. Es como los escultores, ves la escultura y se te olvida el bloque de mármol en el que empezó a tallar. Hablamos de ese proceso creativo a partir de una comedia griega donde el artista descubre la obra. Las fallas tienen un elemento cómico así que ese elemento le da coherencia. Es tratar la sátira de una manera elegante”, se explaya Pichi.
Habiendo vivido las Fallas desde pequeños, ambos están muy contentos de crear una y ven vínculos claros con su arte mural. “Ambos son efímeros, de gran formato y con muchos elementos clásicos”, señala Avo.
La materializará otro tándem artístico, los maestros falleros Pep La Torre y Gabriel Sanz, que ya plantaron la pasada falla del Ayuntamiento que diseñó el artista cántabro Okuda San Miguel. Como ya ocurrió este año, la falla estará construida fundamentalmente a partir de madera, aunque también se usarán otros materiales como el cartón piedra para los acabados. La gran escala de las figuras mitológicas facilita la utilización de la madera como material natural que ayudará a una combustión limpia en la cremà.
“Las fallas son un escaparate para nuestro arte en el mundo entero”, continua Avo y recuerda el monumento que diseñó el pintor surrealista Salvador Dalí en 1954 y que la comisión El Foc plantó también en el Ayuntamiento. Su éxito entre el turismo fue proporcional a las críticas entre los falleros. “Para nosotros es un formato muy interesante, tiene muchas historias y esfuerzo detrás y nos gusta que se queme”, añade Pichi.
Como artistas urbanos están acostumbrados a la impermanencia. Una de sus obras que más proyección les ha dado fue el año pasado cuando pintaron Mitología Urbana en el Bowery Wall, el principal escaparate de arte urbano de Nueva York, donde han pintado gente como Bansky, Shepard Fairy o Kenny Scharf. Pichiavo fueron los primeros europeos en llenar el muro, en junio de 2017. Después de eso empezaron a lloverles ofertas en Valencia. Son los responsables del mural de Ciutat Fallera, una superfície de 600 metros cuadrados que ya les encargó el Ayuntamiento para dignificar el barrio y crear sinergias entre el arte urbano y el fallero en noviembre. También podemos ver obras suyas en la Universidad Politécnica así como en galerías de todo el mundo. Porque estos muchachos ya no solo pintan paredes y contenedores –como los del Estadio de los Miami Dolphins– sino que exponen y venden en las mejores galerías.
“Es un oficio como cualquier otro, pero sí que nos alegra poder pintar en casa”, reconoce Pichi entre pinceles de colores, paletas y sprays que llenan de arte su escondite en un polígono industrial anodino.
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