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CV Opinión cintillo

Necesidad de las ciencias de la educación para impartir clase

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“Hay que aprender a aprender, es decir, aprender a la vez separando y relacionando, analizando y sintetizando, a considerar los objetos no ya como cosas encerradas en sí mismas, sino como cosas que se comunican entre ellos y con su entorno, formando dicha comunicación parte de su organización y de su propia naturaleza. Hay que superar la causalidad lineal de causa-efecto, para aprender la causalidad mutua, interrelacional y sus incertidumbres” (Edgar Morin).

Con estas palabras el conocido filósofo y sociólogo Edgar Morin –una de las mentes más preclaras de nuestro siglo- razonaba la necesidad de los conocimientos de la Pedagogía para encajar el reto de la complejidad que nos viene de todos los campos del conocimiento y enfatizando la integración del observador en su observación. Esto conlleva  -como ya científicamente demostró el pedagogo Josep D. Novak con técnicas en el propio autoexamen– el autoanálisis y la autocrítica del conocimiento y de la acción: solo así construiremos un pensamiento estructurado. Asimismo ello propicia que podamos enseñar a aprender y a razonar, y a aprender a enseñar. Esto no es un juego de palabras sino que nos pone sobre la pista de una serie de confusiones y descalificaciones que algunos profesores –ignorantes- van extendiendo, con demagogia, contra el Magisterio, la Pedagogía y los pedagogos. No obstante, gracias a las neurociencias y a la psicología hoy se ha podido comprobar la importancia de estos ejercicios metacognitivos. El cerebro es mucho más poderoso de lo que creemos en su capacidad de aprender, y cada vez que aprende bien algo modifica su estructura.

El tema vuelve a la palestra a raíz de que en algunos lugares piensan contratar profesores sin tener el Master de Formación del Profesorado, ni el Magisterio, ni la Pedagogía. Ello ha reavivado la obsesión patológica de algunos profesores de Filosofía: de que la educación se estropeó, en los institutos y en las universidades, cuando los pedagogos ganaron poder y metieron cuchara. A enseñar –repiten como loros- se aprende enseñando, pero los pedagogos no saben cómo se han de enseñar las matemáticas, a menos que sepan matemáticas. Esto es confundir las tareas de los pedagogos y las diversas didácticas. Para colmo, ahora –interesadamente- dicen que antes de existir ese master el profesorado no era malo. 

Sin embargo, llevan dos décadas afirmando que desde la LOGSE se ha perpetrado la destrucción de la enseñanza por culpa de los pedagogos. ¿En qué quedamos? Valga decir que los pedagogos y los graduados en Magisterio, en los institutos tienen tareas de orientación al alumnado sobre salidas profesionales, competencias o Pedagogía Terapéutica (es decir, dar clases de refuerzo al alumnado con problemas de aprendizaje: dislexia, discalculia, autismo, diversidad funcional intelectual, etc.) Pero los pedagogos no se meten en la clase del profesor ni le obligan a realizar una didáctica concreta para su asignatura. Solo a quien le interese pueden mostrarle las bondades de múltiples estrategias para mejorar la práctica docente.

La función del pedagogo se centra además en la didáctica general, es decir, en definir, diseñar y ordenar las formas sistemáticas de la enseñanza y el desarrollo del currículo, mediando entre los objetivos generales de la escolaridad para unos contenidos concretos y las posibles y numerosas metodologías y formas de evaluación.

Otra cuestión –en la que no participa el pedagogo, excepto si se le consulta sobre lo conveniente según las edades de los alumnos- es la didáctica específica que se enfoca en las normas y métodos aplicables para el aprendizaje de una materia específica. Y es ahí donde cada experto en cada materia ha desarrollado su didáctica correspondiente y diferencial o publica sus libros al respecto: Didáctica de la Lengua y Literatura; de la Música; de las Ciencias Sociales; de las Matemáticas; de la Historia, etc. Es pues injusto y un chivo expiatorio utilizar y propagar que si los resultados PISA son malos para España –y solo si son malos- la culpa es de los pedagogos (dicho sea de paso: las evaluaciones de PISA son un engendro lleno de sesgos no científicos producto de un modelo neoliberal de la educación impuesto por la OCDE, y que obvia la justicia curricular). Por último estaría la didáctica diferencial, que tiene en cuenta la evolución y características del individuo o la diversidad funcional de modo que se personalice la enseñanza de acuerdo a ello, y se establezca la correspondiente adaptación curricular.

Esto nos lleva a concluir, sin una pizca de duda, que si el alumnado ha bajado sus niveles de comprensión y aprendizaje los responsables son el profesorado de esa asignatura: no el pedagogo. La simpar cara dura de algunos profesores tirando fuera sus balones es propia de jumentos. La Pedagogía es una noble e histórica materia –ciencia, tecnología y arte, según la definen los diccionarios- que se ha ido conformando bebiendo y asumiendo los avances de otras materias para fundirlas en un discurso coherente sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje, sobre la reflexión del currículo, la organización y política escolar o sobre la filosofía de la educación. Grandes pensadores –que no resentidos profesores- escribieron sobre pedagogía y educación: Platón, Aristóteles, Kant, John Locke, Karl Marx, Engels, Max Weber, Durkheim, Rousseau, Condorcet, Voltaire, Makarenko, Freud, Gramsci, Bourdieu… amén de una larga lista de grandes pedagogos y psicólogos de carrera.

Por último, otra vertiente en la que psicólogos y pedagogos son imprescindibles es en las competencias psicológicas que debe dominar un profesor para saber controlar y hacer entretenida una clase captando la atención del alumnado, sabiendo formar proyectos interdisciplinares, cooperativos y creativos: como propone Edgar Morin, aprender a aprender, es decir, aprender a la vez separando y relacionando, analizando y sintetizando. Las personas que solo se basan en argumentos de autoridad para mantener sus afirmaciones, sin buscar razones propias que las apoyen no persiguen la verdad y actúan de forma absurda. Solo quien aprende libremente a razonar y argumentar con pruebas persigue la verdad. De aquí la importancia para la democracia del aprendizaje por proyectos y cooperativo. Ser profesor es mucho más que solo conocer la asignatura. De aquí también que el profesor deba aprender a ser reflexivo, a mantener la calma, a poseer el autocontrol, a propiciar la socialización, a tener una actitud resiliente, a no perder la autoestima (su profesión tiene un alto número de depresiones), y a dominar todo tipo de habilidades interpersonales y de estrategias pedagógicas para optimizar la docencia.

Carles Marco es pedagogo y psicólogo.

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