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La Plataforma per la Llengua denuncia que una sala de fiestas negó la entrada a dos jóvenes por hablar en valenciano y que fueron golpeados

Manuel Carceller, portavoz de la Plataforma per la Llengua del País Valencià, a las puertas de la discoteca.

Miguel Giménez

Valencia —

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El pasado 20 de diciembre, según denuncia la Plataforma per la Llengua del País Valencià, un miembro de la seguridad privada de la discoteca Rubik de València, “que se presentó también como socio de la sala de fiestas”, impidió el acceso a la sala a un joven, “por expresarse en valenciano”. Después de preguntar en esta lengua por el precio de la entrada el empleado manifestó que no lo entendía, según explican desde este colectivo: “Cuando Julian le repitió la pregunta de nuevo en valenciano, el portero le prohibió la entrada a la discoteca, y ejerció así un comportamiento claramente discriminatorio”.

Según el relato, Julian, acompañado de dos amigos que todavía no habían accedido al local, pidió la hoja de reclamaciones al mismo portero para quejarse de estos hechos. Cuando rellenó el formulario, asistido por sus dos acompañantes, el trabajador manifestó a los jóvenes que ellos tampoco podrían acceder a la sala “por haber ayudado Julián a rellenar el impreso”.

En aquel momento, una amiga, Aitana, que ya había sido admitida anteriormente a la misma discoteca y que había salido un instante, se dirigió “educadamente y en castellano” al mismo portero, para preguntar por qué motivo no podía entrar Julián a la discoteca. El controlador de accesos le dijo, “con prepotencia”, que se trataba de un local privado y que él podía decidir“. Según la Plataforma per la Llengua, ”en ningún caso“ Rubik presentaba el cartel informando de la reserva del derecho de admisión.

La conversación continuó brevemente, en castellano, hasta que Aitana se dirigió en valenciano para preguntar si había algún problema. En el momento mismo en que Aitana se expresó en valenciano, el portero, “que en todo momento habló en castellano, le dijo que ella tampoco podía entrar, a pesar de que ya había sido admitida con anterioridad a la discoteca 'Tú tampoco entras', fueron sus palabras”. Aitana manifestó que aceptaba la decisión pero que entraría un momento a coger las pertenencias en el interior del local y se iría. “Entonces, otro miembro de la seguridad de la discoteca se dirigió contra ella haciendo uso de la fuerza y la lanzó contra el suelo. Entre los dos empleados cogieron Aitana y, en un ejercicio desproporcionado de fuerza, la arrastraron por el suelo”, detalla la denuncia.

Fruto de esta “violencia”, Aitana sufrió contusiones en las piernas y lesiones cervicales. “Julian intentó ayudar su amiga Aitana a levantarse pero el portero lo agredió con un puñetazo a la cara, que le provocó una contusión con hemorragia nasal”, denuncia la Plataforma per la Llengua, que añade que el otro empleado procedió a apartar a Julian.

Los jóvenes avisaron la Policía Local de València, que se personó en la sala Rubik e identificó a los dos porteros. La policía avisó a una ambulancia que trasladó a Julián y Aitana al Hospital Clínico de València, donde “recibieron atención médica y se acreditaron las lesiones sufridas”.

En opinión del portavoz de la Plataforma per la Llengua, Manuel Carceller, “es evidente que los controladores de acceso de Rubik querían impedir con violencia el derecho de acceso de unas personas a un local por hablar valenciano”. En concreto, recuerda que el artículo 8 del Estatuto de los Consumidores y Usuarios de la Comunitat Valenciana ampara, de forma genérica, los derechos lingüísticos, cuando afirma: “Los consumidores tienen derecho a utilizar cualquiera de las lenguas oficiales de la Comunitat Valenciana”. Además las “actuaciones violentas” de los guardas de la discoteca son consideradas como “delito de lesiones con el agravante de discriminación, según el vigente Código Penal”.

Desde la Plataforma per la Llengua se afirma que negar la entrada, “injustificadamente, a una clienta que había sido admitida e impedir el acceso de un cliente son actos de discriminación intolerables”. La conducta de los controladores de entrada y socios de la discoteca Rubik “es considerada como delito de lesiones y de discriminación, según los artículos 22 y 147 del Código Penal, y una infracción del artículo 69 del Estatuto de los Consumidores y Usuarios, que puede ser penalizado con multas de hasta 3.000,5 euros”, concluye la denuncia.

La sala descarta cualquier caso de discriminación

La sala, en respuesta a la pregunta de eldiario.es sobre lo sucedido, descarta que se trate de ningún caso de discriminación lingüística: “No tiene sentido, cuando uno de los controladores es de Sueca y habla y entiende perfectamente el valenciano”. Sí que reconoce, sin embargo, que se produjo una discusión: “Una persona que ya había causado problemas anteriormente se dirigió con insultos a nuestro personal”.

Respecto a lo que sucedió con Aitana, relata que a la chica, que había estado dentro de la sala, se le invitó a marcharse si estaba a disgusto en el local: “Se enganchó a la puerta y sí que se la cogió para intentar apartarla, entonces se puso a gritar, pero en ningún momento se le agredió”. Reconocen desde la sala que se presentó en la discoteca una ambulancia, “porque a la chica le dio un ataque de histeria”, y una patrulla de la Policía Local que identificó a uno de los porteros, “pero, por el momento, no nos ha llegado ninguna denuncia”, añaden.

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