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Saber marcharse
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Salvador Navarro deja la presidencia de la CEV ante la animadversión de Mazón
Renuncia a la reelección un dirigente empresarial predispuesto al diálogo y con visión autonomista
“Llevamos trabajando años en la senda de estabilidad social. La época de pandemia sirvió para reafirmar el compromiso de los empresarios con los sindicatos y con la administración en aras de esa paz social y política que ha tenido la Comunidad Valenciana y que en estos momentos continúa”. Así se expresaba Salvador Navarro hace un año en una entrevista con Sergi Pitarch y Laura Martínez, en la que reclamaba: “El Gobierno tiene que aprobar una quita, el 78% de la deuda valenciana es ilegítima”.
Una predisposición dialogante y un compromiso firme con la reivindicación de una justa financiación autonómica son dos de los perfiles destacados del presidente de la Confederación Empresarial Valenciana (CEV) que esta semana ha renunciado a presentarse a la reelección el próximo 6 de noviembre pese a que hace apenas 15 días había anunciado que optaría a un nuevo mandato.
Navarro, que de momento seguirá como vicepresidente de la CEOE, ha argumentado que no se presenta a la reelección al anunciarle Vicente Lafuente, presidente de la Federación Empresarial Metalúrgica Valenciana (Femeval), que encabezaría otra candidatura. Este último, a su vez, ha expresado su voluntad de dar un nuevo impulso a la organización y ha aplaudido el gesto del todavía presidente como “una muestra más de su compromiso”.
El hecho es que, si la gestión de Salvador Navarro se ha caracterizado por algo ha sido por situar a la CEV, con sus 580 organizaciones y 200 empresas directamente asociadas, como una patronal autonómica de nuevo cuño después del hundimiento de la anterior patronal Cierval y de la desaparición de las provinciales de Castellón (CEC) y de Alicante (Coepa), arruinadas por la mala gestión de sus responsables. Una patronal que no ha respondido fácilmente durante sus 15 años de mandato al tópico de la correa de transmisión política de la derecha, ni con el Consell del Pacte del Botànic ni con el PP gobernando. De ahí que ahora sostenga: “Hemos reducido la dependencia del sector público”.
Pero si con el socialista Ximo Puig como presidente de la Generalitat la relación fue constructiva y cordial, con Carlos Mazón la tirantez ha ido creciendo hasta el punto de que el jefe del Consell y del PP valenciano no solo auspiciaba una guerra contra la CEV desde la Cámara de Comercio de Alicante, sino que hace unos días se permitió reprocharles a Salvador Navarro, al ministro de Economía Carlos Cuerpo y a la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, en su discurso de la noche de la economía organizada por la Cámara de València, que hubieran abandonado “juntos” el acto.
El presidente de la CEV ha restado importancia al incidente:“Conocemos el tono gracioso del presidente de la Generalitat, por lo que no lo tomé como un desplante”. Pero la animadversión de Mazón hacia él es bien notoria y se ha incrementado a medida que pasaban los meses con la extrema derecha de Vox convertida en salvavidas de un liderazgo que naufragó en las inundaciones del 29 de octubre del año pasado.Más aún después de que Navarro saliera a desmentir rotundamente la primera versión falsa deslizada desde el Palau de la Generalitat de que la larga comida del jefe del Consell el día de la catástrofe de la dana había sido con el presidente de la patronal.
En definitiva, la presencia de la CEV, codo con codo con los sindicatos, en la plataforma Per un Finançament Just (desde la que igual ha recriminado a la líder del PSPV y ministra Diana Morant que el Gobierno rechazara crear un fondo de nivelación como ha criticado a Mazón que siga la consigna del PP de rechazar la quita de deuda pública propuesta por la ministra de Hacienda) ha servido para dar un sentido colectivo y cívico a la reivindicación de un nuevo sistema de financiación autonómica, más allá de los vaivenes en las tácticas de los partidos y el cambio de mayorías en las Corts Valencianes. El presidente de los empresarios no ha tenido miedo a discrepar puntualmente de unos y otros en el mantenimiento de ese objetivo, por más atascada que se presente todavía su consecución efectiva. Parece evidente que ahora renuncia a la reelección para salvaguardar la unidad dentro de la CEV. Y de paso, le da una lección al inquilino del Palau de la Generalitat que tan poca simpatía le profesa: la de saber marcharse.
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