“¿Qué relación tiene mi grupo sanguíneo con la ingesta de determinado tipo de alimentos?”

Qué relación hay entre grupo sanguíneo y alimentación.

Darío Pescador

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¿Qué relación tienen el grupo sanguíneo y la ingesta de determinado tipo de alimentos?

Josefa lectora de elDiario.es

¿Cuál es tu tipo de sangre? Si has sido donante de sangre en algún momento, lo sabrás. O incluso puede que tengas un tipo de sangre menos frecuente, o seas donante o receptor universal de sangre. La donación es muy necesaria y una forma de contribuir a salvar la vida y mejorar la salud de otras personas. Pero ¿influye el tipo de sangre que tienes en tu salud y, más concretamente, en los tipos de alimentos que debes comer?

Los grupos sanguíneos

A principios del siglo XX se practicaban ya transfusiones de sangre, pero no siempre salían bien. A veces había reacciones adversas y el paciente moría en lugar de curarse. Un médico vienés, Karl Landsteiner, descubrió que la sangre de determinadas personas formaba coágulos al mezclarse. En 1900, identificó tres tipos de sangre, que denominó A, B y C (más tarde renombrado como O). Un año más tarde, un colaborador de Landsteiner descubrió el tipo AB, y en 1940 se descubrió el factor Rh. Todas estas letras se refieren a la presencia o ausencia de ciertas proteínas (antígenos) en la superficie de los glóbulos rojos. Si entra sangre con proteínas 'desconocidas' para tu cuerpo, se puede provocar una respuesta inmune.  

Los grupos sanguíneos son hereditarios, determinados por los genes que heredamos de nuestros padres. Hay varias teorías para explicar por qué aparecieron estas diferencias en nuestra evolución como especie. Una de ellas es que los distintos grupos sanguíneos podrían haber evolucionado como una respuesta a la presión selectiva ejercida por determinadas enfermedades infecciosas. Por ejemplo, el grupo sanguíneo O ofrece cierta protección contra la malaria, mientras que el grupo sanguíneo B puede ofrecer resistencia contra algunas infecciones bacterianas. La otra posible explicación es simple deriva genética, diferencias entre poblaciones aisladas a lo largo del tiempo.

El problema de la dieta del grupo sanguíneo

La dieta del grupo sanguíneo es un invento de Peter D'Adamo, un naturópata estadounidense, propuesto en su libro Eat Right 4 Your Type, publicado en 1996 y traducido en español como Los grupos sanguíneos y la alimentación. La premisa de esta dieta es que el tipo de sangre de una persona (A, B, AB o O) determina qué alimentos son más saludables para ella y cuáles pueden ser perjudiciales.

Según D'Adamo, cada tipo de sangre evolucionó en respuesta a diferentes condiciones ambientales y alimentos disponibles, y por lo tanto, cada tipo tiene necesidades nutricionales distintas:

  • El tipo A, conocido como Agrario, prospera con una dieta principalmente vegetariana.
  • El tipo B, conocido como Nómada, se nutre de una dieta rica en lácteos.
  • El tipo AB, conocido como Enigma, prospera con una mezcla de dietas de tipo A y B.
  • El tipo O, conocido como Cazador, es supuestamente el tipo de sangre más antiguo y prospera con una dieta rica en proteínas animales.

Esto se basa en la suposición de que cada grupo sanguíneo evolucionó de forma diferente. El grupo O sería el más antiguo, por lo que su dieta óptima debería parecerse a la de los cazadores-recolectores. Por el contrario, los del grupo A deberían seguir una dieta vegetariana, ya que según D’Adamo este grupo sanguíneo evolucionó cuando los humanos se establecieron en sociedades agrarias, mientras que el tipo B se beneficia del consumo de lácteos porque se originó en las tribus nómadas.

La mayoría de los estudios realizados no han encontrado evidencia significativa que respalde las afirmaciones de D’Adamo, inventor de la dieta del grupo sanguíneo, que relaciona el tipo de sangre con la ingesta de determinados alimentos

¿Tiene esto sentido? Podría tenerlo si se hubiera encontrado evidencia de que las personas con un determinado tipo de sangre responden mejor o peor a ciertos alimentos. También sería necesaria evidencia de que los grupos sanguíneos diferentes evolucionaron en entornos alimentarios distintos. Pero la mayoría de los estudios realizados no han encontrado evidencia significativa que respalde las afirmaciones de D’Adamo.

Para Irene Villalón, nutricionista del Centro Cristina Andrades de psicología, pedagogía y nutrición, “esta dieta está dentro de las consideradas 'dieta milagro' para la pérdida de peso”, explica. “Su ‘efectividad’ no es por el grupo sanguíneo, sino porque hay una restricción de la ingesta de alimentos y calorías, como en cualquier otra dieta restrictiva”, añade Villalón. “Como cualquier otra dieta restrictiva, puede producir daños en la relación con la comida de las personas”.

Una de las afirmaciones de D’Adamo, por ejemplo, es que el grupo sanguíneo O (que no tiene antígenos A o B) fue el primer grupo sanguíneo humano, y después aparecieron los grupos A, B y AB. Pero los estudios muestran que el gen A fue el primero en evolucionar

En una revisión de estudios publicada en el American Journal of Clinical Nutrition en 2013 se analizaron más de 1.400 estudios al respecto y ninguno de ellos había tenido resultados concluyentes. La conclusión fue que cualquier beneficio percibido puede atribuirse a una mejor calidad de la dieta en general, pero no está específicamente relacionada con el tipo de sangre.

Otra de las teorías centrales de la dieta del tipo de sangre de D’Adamo tiene que ver con unas proteínas llamadas lectinas, que son antinutrientes presentes sobre todo en las legumbres. Estas proteínas se unen a moléculas de carbohidratos y evitan su absorción. Algunas son tóxicas en grandes cantidades y pueden provocar náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal.

Según la teoría de la dieta del tipo sanguíneo, el consumo de tipos incorrectos de lectinas puede provocar coagulación en personas con determinados tipos de sangre. Algunos experimentos indican que, por ejemplo, distintos tipos de judías crudas pueden provocar aglutinación de los glóbulos rojos de distintos tipos de sangre, pero en realidad todos se ven afectados. Comer judías crudas no es una buena idea.

Esta dieta está dentro de las consideradas 'dieta milagro'. Su 'efectividad' no es por el grupo sanguíneo, sino porque hay una restricción de la ingesta, como en cualquier otra dieta restrictiva que, además, puede dañar nuestra relación con la comida

Irene Villalón nutricionista en el Centro Cristina Andrades

En qué sí puede influir el tipo sanguíneo

Todo lo anterior no quiere decir que el grupo sanguíneo sea irrelevante para la salud. Por ejemplo, una amplia revisión de estudios encontró asociaciones entre los grupos sanguíneos y diversas enfermedades, como hepatitis, trombosis, enfermedades cardiovasculares, trastornos cognitivos, tuberculosis y otras infecciones, pero ninguna de ellas tenía que ver con la dieta. Por el contrario, muchas tenían que ver con el consumo tabaco. 

En otro estudio de 2014 se puso a más de 1.400 personas a comer la dieta del tipo A (más rica en frutas y verduras), y esto hizo que mejorara su salud metabólica y se redujera el riesgo cardiovascular. Pero esto era cierto independientemente de su grupo sanguíneo.

Dietas perjudiciales que prometen cambios rápidos

En primer lugar, hay que aclarar que los estudios indican que en general una dieta para adelgazar formulada clínicamente funciona para perder peso cuando este supone un problema de salud, independientemente de su composición. El factor decisivo aquí es mantener esa forma de alimentación saludable en el tiempo, y aquí hay algunas diferencias en resultados. Estudios muy extensos, como el estudio PURE, apuntan a que la clave para que una estas funcionen está en el control de los carbohidratos.

Por eso es probable que las personas a quienes 'les funciona' la dieta del grupo sanguíneo en realidad estén simplemente prestando más atención a lo que comen. Cualquiera de las opciones de la dieta del tipo sanguíneo elimina la comida ultraprocesada, y eso ya es un factor determinante en la pérdida de peso y las enfermedades cardiometabólicas.  

Según Irene Villalón, “la evidencia muestra que este tipo de dietas son perjudiciales porque una pérdida de peso rápida compromete la masa muscular, hay riesgos de ganar de nuevo el peso perdido y efectos negativos a nivel metabólico”.

*Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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