Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.
Tarjeta amarilla de la FIFA: un triunfo digno de explicarse
La complejidad de obtener avances en la resolución de la situación de ocupación, discriminación y abusos que sufre el pueblo palestino se ha visto también reflejada en el seno de la FIFA y, especialmente, en el recién terminado 65º Congreso celebrado en Zürich los pasados jueves y viernes. Para muchos, la sensación es que la Federación Palestina de Fútbol (PFA) retiró su propuesta de suspensión de la Federación Israelí de Futbol (IFA). Sin embargo, la verdad dista mucho de ser esa.
Durante los tres días en que estuvimos en Zürich, nuestra delegación comprendió que en el seno de la FIFA existía una fuerte oposición no a nuestra solicitud, sino a que en el ámbito del Congreso se usase el término “suspensión”. Incluso, se nos hizo patente que se pretendería, de cara al futuro, cambiar los Estatutos de la FIFA (EF) para impedir que una federación pudiese presentar una solicitud de estas características en contra de otra. En definitiva, todos -incluidos los representantes de los países árabes- nos pidieron una solución imaginativa para que nosotros obtuviésemos el máximo de nuestras pretensiones sin que ello conllevase la inmediata suspensión o expulsión de la Federación israelí.
Ante tal escenario -y siempre dentro del marco de las normas reguladoras de la FIFA (EF) y del propio Congreso (Standing Orders of the Congress-SOC)- procedimos a elaborar lo previsto en el art. 7.2 de las SOC: una enmienda a nuestra propia propuesta de suspensión de la Federación israelí; enmienda que no presentamos hasta el último momento.
El viernes a las 15.00 hh. fuimos convocados a una última reunión en la cual estuvimos presentes Joseph Blatter (presidente de la FIFA), su secretario general y los tres miembros de cada una de las dos delegaciones. Ahí quedó en evidencia que no existía posibilidad de acuerdo porque la IFA no tenía ni capacidad, ni margen, ni intención de asumir un compromiso respecto de los cinco equipos provenientes de colonias en territorios ocupados palestinos que juegan en la liga israelí. Lo dejaron muy claro. Y nosotros también, porque ese punto separaba de forma irremediable a una y otra delegación. Si algo le quedó claro a Blatter y a su secretario general era que la Federación israelí no cedería en nada porque para ellos era una cuestión política, cuando para nosotros lo era deportiva y en defensa de los Estatutos de la FIFA.
Después de esa reunión, y una vez reanudado el Congreso, procedimos a presentar nuestra enmienda para que, al amparo del art. 9.6 y 7 de las SOC, se procediese a su discusión y votación. Se trataba y se trató de una maniobra jurídica que no implicaba ni ha implicado renunciar a nuestra propuesta, sino simplemente modificarla en aquellos puntos que permitiesen su aprobación.
De acuerdo con las SOC, la enmienda tenía que ser debatida y votada. Así, se procedió a conceder la palabra a Jibril Rajoub (presidente de la Federación palestina), quien expuso cuál era el espíritu de nuestra enmienda y de nuestra pretensión ante el Congreso: buscar una solución dentro del marco de la FIFA a la aberrante situación en que se encuentra el futbol palestino. La gran mayoría de los delegados aplaudieron y comprendieron el planteamiento que -se diga lo que se diga- no es otro que la exigencia de la aplicación estricta del Reglamento FIFA en materia de racismo y territorialidad. Su discurso fue seguido de otro del presidente de la Federación israelí.
En esos momentos Blatter pretendió distraer la atención de todos los presentes intentando matizar nuestra enmienda. Obviamente, procedimos a explicarle a él y a todo el Congreso que la enmienda, de acuerdo con la normativa de obligado cumplimiento, tenía que ser votada en su conjunto, como un único documento. Muy a regañadientes, no le quedó otra opción que proceder a la votación de nuestra enmienda, que es lo único que se ha presentado y votado.
El resultado de la votación fue de 165 votos a favor, 18 en contra y 26 abstenciones. Es decir, que el 90% de los votos escrutados fue favorable a la aprobación de la enmienda que la Federación palestina presentó a su propia propuesta. Nunca antes se había conseguido tal consenso sobre una propuesta realizada por Palestina y, seguramente, el éxito del trabajo realizado no está siendo debidamente comprendido ni reconocido. Pero ello se debe a la confusión surgida entre las palabras y los hechos, entre los dichos y los documentos aprobados.
En resumidas cuentas, lo que se ha conseguido es que el Congreso de la FIFA haya acordado, por mayoría absoluta, la creación de un Comité que supervisará e investigará sobre el terreno las violaciones de derechos humanos cometidas por Israel y amparadas por su Federación de fútbol. Ese comité, que estará compuesto por la FIFA, la IFA y la PFA, comprobará que Israel respete las normas FIFA en materia de libertad de movimiento de equipos, materiales y personas del fútbol; que Israel actúe con eficacia y firmeza en materia de discriminación y racismo; y, sobre todo, será el Comité quien solicite a Naciones Unidas la notificación de la Resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas 67/19. Sobre esa base se acordará lo que proceda conforme a los Estatutos de la FIFA.
¿En qué consiste esta Resolución 67/19? Básicamente establece qué es y qué no es considerado como territorio palestino. Su relevancia a los efectos de conseguir la penalización de Israel en la FIFA es importantísima porque, si como nosotros sostenemos, la IFA tiene al menos 5 equipos jugando en su liga pero radicados en suelo palestino, entonces será de aplicación lo establecido en el art. 83.2 del EF en relación con los arts. 13.2 y 14.1 del mismo Estatuto: la suspensión o expulsión de la Federación israelí de la FIFA.
La mayoría absoluta de los delegados en el Congreso entendieron que, de ser cierto lo que nosotros decimos, entonces corresponderá a la FIFA suspender o expulsar a Israel. Blatter entendió muy bien el sentido de la resolución cuando dijo: “la FIFA no puede entrar en determinar de quién es un territorio, pero el Comité que se establecerá sí que puede, porque está facultado para ello por este Congreso”.
Hemos cambiado términos por artículos del Estatuto, pero no hemos renunciado a nada. Es un error pensarlo así, pero un error justificado en el debate público de nuestra enmienda. Lo importante es tener en consideración que lo votado y aprobado ha sido nuestra enmienda y no los dichos en torno a la misma.
Cosa distinta habría sido que Israel, en uso de su derecho, hubiese planteado una enmienda a nuestra enmienda, pero no lo hizo porque eso ha de hacerse por escrito (art. 7.2 SOC) y, de haberlo hecho, se habría tenido que votar primero su enmienda - que no la hubo- y luego la nuestra. Solo hubo una enmienda y una votación que ganamos por aplastante mayoría (90%).
Mayoritariamente los delegados nos felicitaron. Sabían que lo conseguido era un éxito sin precedentes y que es el comienzo de un camino que conducirá a la suspensión de la Federación israelí en caso de no comportarse de conformidad con lo establecido en los Estatutos de la FIFA. Es la hora de que Israel decida si quiere seguir teniendo equipos en las colonias establecidas en territorio palestino ocupado o si prefiere seguir siendo miembro de la FIFA. Las dos cosas son incompatibles y así lo hemos demostrado.
Entiendo perfectamente la frustración y confusión que se ha generado, pero en esta lucha no existen atajos. Lo planteado, enmendado y ganado en Zürich es algo de tal intensidad que, sin duda, el tiempo hará que todos comprendan y apoyen porque se han logrado 165 votos de 209 posibles. Votos que han sacado una tarjeta amarilla a Israel que, en poco tiempo, se transformará en roja para quienes siguen creyendo que la discriminación, el abuso y la ocupación pueden ser actos impunes.
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Contrapoder es una iniciativa que agrupa activistas, juristas críticos y especialistas de varias disciplinas comprometidos con los derechos humanos y la democracia radical. Escriben Gonzalo Boye (editor), Isabel Elbal y Sebastián Martín entre otros.