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Almodóvar y Cannes: un amor a distancia

Almodovar durante el rodaje de Julieta

Francesc Miró

Hoy Almodóvar ha estrenado Julieta en Cannes y el pase ha terminado entre aplausos. A la buena acogida de la película se han sumado cálidas preguntas en la rueda de prensa posterior, en la que su nombre en los papeles de Panamá ha pasado de puntillas.

La primera vez que Almodóvar compitió en Cannes en Sección Oficial, fue también el “descubrimiento” internacional, mediático y de prestigio, del manchego. La comilllas no son baladí: Almodóvar llevaba dos décadas detrás de las cámaras cuando estrenó Todo sobre mi madre, y ya se había granjeado una carrera más que notable y más que reconocida.

Sin embargo, no fue hasta el estreno de la película por la que ganaría el Oscar, en el 99, cuando Almodóvar empezó su relación con el Festival de Cannes. Aquél año entró por la puerta grande llevándose el Premio a Mejor Director y el Premio del Jurado Ecuménico. Desde entonces, casi todas sus películas han pasado por La Croisette.

Con La mala educación, en 2004, inauguró el festival fuera de competición, y formó parte del jurado. Dos años después, Volver le granjeó el premio a Mejor Guión y sus protagonistas se llevaron el premio a Mejor Actriz. Aunque no se llevase nada, Los Abrazos Rotos también compitió por la Palma de Oro en Sección Oficial, al igual que La piel que habito que, esta vez, se llevó el Premio de la Juventud. Los amantes pasajeros no pasó por un jurado cannoise, aunque más le valía.

Él admite que prefiere competir: “Ya que vienes a Cannes, yo prefiero hacerlo en competición. La película la vais a ver los periodistas, va a recibir criticas y prefiero estar en competición porque es más excitante, demuestro que no soy una vaca sagrada, vengo a estar a la altura de las películas de competición”, dijo en la rueda de prensa posterior al pase.

Realmente, el director dice que no tiene miedo a perder, en un Festival que, por lo demás, le ha tratado bien. “Yo, de momento, no tengo el talento ni de Woody Allen ni de Steven Spielberg”, dos directores que también han participado en el Festival con sus últimos trabajos, pero fuera de competición.

Julieta es su vigésima película: “Veinte eslabones que me representan absolutamente”, dice Almodóvar, “mi vida está en estas 20 películas”. Pero también es la quinta vez que el director pisa la alfombra roja de Cannes. Y, sin embargo, muchos no consideran a Almodóvar un director “muy de Cannes”. Ahí están sus películas, que habiendo pasado con muy buena acogida por el festival, siempre le han dejado a las puertas de la Palma de Oro.

Julieta en Cannes

Julieta es, sin duda, una apuesta arriesgada pues se trata de una película profundamente triste y mucho menos tocada por el humor irónico, negro y muy articular que punteaba, por ejemplo, Volver. Cierto es que ésta cuenta con un personaje casi hitchcockiano como el de Rossy de Palma, una suerte de la mítica Mrs. Danvers que Judith Anderson inmortalizó en Rebeca, pasado por la batidora del universo creativo del manchego.

Sea como fuere, Julieta es una película que no deja indiferente. Su pulso en la narración, la intensidad de las interpretaciones de Emma Suárez y Adriana Ugarte en la piel de una Antía de diferentes edades, hace que su visionado cale. Además de la capacidad de magnetismo de personajes secundarios como los de Daniel Grao o Inma Cuesta o su inteligencia para captar ambientes confieren al relato una capacidad de empatía ciertamente inédita en el Almodóvar de los últimos años.

Las buenas críticas que van surgiendo en los medios internacionales auguran una buena trayectoria comercial internacional. Pero también, abre la puerta a apuestas y voces que ya le mencionan como firme candidato a la Palma de Oro. Un premio que él niega ansiar, pero que parece ser que siempre se ha quedado a muy poca distancia de sostener. ¿Estaremos ante la primera Palma de Oro desde la que se llevó Buñuel por Viridiana en 1961? Muchos dudan del tirón del manchego entre el jurado de este año, pero su acogida no hace más que abrir interrogantes.

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