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“La hegemonía del inglés margina las traducciones de otros idiomas”

La traductora Carmen Gauger en una imagen de archivo

Miguel Ángel Villena

A sus 81 años esta cartagenera que lleva media vida en Alemania ha visto, al fin, reconocida su trayectoria como una de las traductoras españolas más brillantes y prestigiosas. Más vale tarde que nunca y Carmen Gauger ha recibido el Premio Nacional de Traducción con alegría y sorpresa. “Somos unos profesionales en la sombra, con unas condiciones laborales bastante penosas y desconocidos para los lectores, incluso para la gente más ilustrada”, comenta Gauger en conversación con eldiario.es.

Añade con tristeza que la mayoría de sus colegas en España no puede vivir sólo de la traducción literaria y necesita compaginar esta actividad con otros trabajos. “Existe un abismo”, afirma, “entre el trato que se dispensa a los traductores en otros países europeos comparado con España”.

Licenciada en Filología Clásica y Románica, ejerció como catedrática de bachillerato durante décadas en Alemania donde impartió clases de latín, francés y español y a partir de los años ochenta comenzó a traducir libros. Es responsable de las traducciones al castellano de muchos importantes autores en lengua alemana de los siglos XIX y XX y bastaría citar a unos cuantos, como Thomas Mann, Franz Kafka, Georg Büchner, Heinrich von Kleist o Rainer Maria Rilke, para calibrar la inmensa contribución de esta mujer activa y animosa al conocimiento de la cultura germana en España.

Si tuviera que destacar a dos escritores en alemán cuya literatura siga hoy vigente no duda en apuntar a Mann y a Kafka, cuyos libros se reeditan con frecuencia y le dejan “algún dinerito anual” a Carmen Gauger, nacida Rodríguez García pero que tuvo que adoptar el apellido de su marido alemán.

Sin embargo, lamenta que la cultura alemana continúe siendo muy desconocida en nuestro país. “Los españoles en general”, explica, “apenas saben cuatro tópicos sobre los alemanes en torno a los nazis, la cerveza o los coches. Pero a la inversa ocurre tres cuartos de lo mismo, es decir, playas, flamenco y poco más”. A modo de ejemplo, la traductora menciona el caso de Georg Büchner, uno de los dramaturgos más sobresalientes del siglo XIX e inexistente para el público español.

Después de mostrarse de acuerdo con aquella sentencia de Umberto Eco que calificó a la traducción como “la auténtica lengua de Europa”, Carmen Gauger deplora que la mitad de las traducciones de idiomas extranjeros al español proceda del inglés, mientras un 10% proviene del francés y un 5% del alemán. El tercio restante se lo reparten todas las otras lenguas del mundo. “Está claro”, manifiesta la ya jubilada profesora, “que la hegemonía del inglés ha marginado las traducciones de otros idiomas. Además si echamos la vista atrás observamos que la enseñanza de otras lenguas ha sufrido un grave retroceso no sólo en España, sino en la mayoría de países europeos. No es de extrañar por tanto que esta supremacía anglosajona empobrezca y uniformice cada vez más la cultura europea”. No desdeña Gauger las aportaciones de programas como el Erasmus al intercambio cultural, pero como tanta gente de su generación concluye que, desgraciadamente, los universitarios leen poca literatura.

Tal como han propuesto, una y otra vez, las asociaciones de traductores, esta profesora la mujer que ha recibido ahora un premio a toda su obra defiende el respaldo de las instituciones públicas al fomento de la traducción. Esas reivindicaciones del sector a nivel europeo incluyen el apoyo a editores que favorezcan las versiones a otros idiomas, la creación de una red de librerías europeas o el impulso a la enseñanza de lenguas en los niveles de Secundaria de todos los países de la UE.

“Algunos países”, aclara Carmen Gauger, “como Alemania, y no digamos Francia, dedican muchos fondos públicos al impulso exterior de sus idiomas en la literatura, en el cine, en la música o en el teatro. Así, los franceses han desplegado más esfuerzos en favor de la francofonía que los españoles en defensa de una lengua hablada por mucha más gente. De todos modos, hay que reconocer la encomiable tarea de difusión que realiza el Instituto Cervantes en los últimos años”.

A pesar de los obstáculos, Carmen Gauger no oculta a lo largo de la conversación que se avanza, aunque muy lentamente, en la consideración de unos traductores literarios que sufren unas condiciones económicas y de trabajo peores que sus colegas comerciales o jurídicos.

Desde su experiencia de colaboración con importantes sellos editoriales españoles, reconoce la fructífera labor que desempeña la asociación ACE Traductores, fundada en 1983 para defender los derechos de estos profesionales literarios. De cualquier manera y por encima de todo, Carmen Gauger se muestra satisfecha de su trabajo y cuando logra que una traducción se parezca al original se lleva siempre una gran alegría. “Reconozco también que he sido una privilegiada”, destaca con sinceridad, “porque mi independencia económica como profesora me ha permitido traducir sólo a autores realmente buenos. Los otros los he rechazado”.

Con una vitalidad envidiable, Gauger regresará pronto a su residencia habitual en Friburgo tras pasar unas semanas en España. Allá en Friburgo avanzará en la traducción de otro libro de Timur Vermes, un escritor alemán que consiguió un gran éxito con una novela satírica sobre Hitler titulada Ha vuelto (Seix Barral, 2015). “Es el único best-seller que he traducido en mi vida”, apostilla Carmen Gauger.

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