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La generación pandémica de la cultura: librerías y cines nacidos en plena crisis del coronavirus se juegan su futuro

Los Cines Embajadores pararon su apertura, prevista para marzo, con una inversión de 600 mil euros realizada: ahora ya están abiertos

Rocío Niebla

7 de noviembre de 2020 23:05 h

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La cultura es necesaria. Nos mantiene despiertos, es segura y osada. No hay virus que la inmovilice y si los tiempos piden escasa presencialidad y aforos acotados, los profesionales se reinventan: se abren librerías, lanzan nuevas editoriales, el arte y la fotografía activan otras marchas y los festivales de cine y música renuevan sus herramientas.

En el barrio de la Barceloneta había dos lugares casi míticos: el bar la Electricitat y la Librería Negra y Criminal. La única librería especializada en novela negra echó el cierre en 2016 y la institución que era su librero Paco Camarasa —una enciclopedia negrocriminal— falleció en 2018. A comer boquerones, pegar palmas por rumbas catalanas y beber vermut en el bar la Electricitat se iba algo más cabizbajos hasta que, hace tres semanas, Sergi Lledó y Azra Ibrahimovic levantaron la persiana en el Carrer de la Sal, 5. “La gente de este barrio nos ha recibido con los brazos abiertos, teníamos un poco de miedo por si creían que veníamos a usurpar el espíritu de la Negra y Criminal, pero no, la Barceloneta tiene carácter y estamos contentos”. Ahora solo falta que su librería Fahrenheit 451 levante el vuelo. Lledó e Ibrahimovic cuentan que no han querido poner la vida en pausa por la pandemia, que miedo e incertidumbre no les falta pero que las ganas de arrancar con la librería han sido más poderosas que el miedo. 

Lledó e Ibrahimovic, como otros muchos lectores negroadictos, también estuvieron compartiendo mejillones y vino tinto algún fin de semana en la Negra y Criminal. Echan de menos poder hacer actividades y que los bares estén abiertos, eso le daría más presencia al barrio. De actividades, talleres y becas generosas estará repleta y a rebosar la futura librería Finestres en Barcelona. 800 metros cuadrados con unos 53.000 volúmenes que, a partir de febrero 2021, será parada obligatoria. Y de Barcelona a Madrid abre sucursal la librería especializada en literatura latinoamericana Lata Peinada, en el barrio del Raval, ahora en conexión Malasaña. 

Y de valientes y soñadores está plagado el sector cultural. Elena Picó es una de las dos patas de la editorial Mármara. Con seis años y 27 títulos ha sido más un hobby que un negocio. Elena Picó en mitad de la pandemia ha dejado su trabajo fijo para defender a capa y espada Mármara. “La pandemia me ha enseñado que de la noche a la mañana la situación puede cambiar por completo, la inestabilidad ahora mismo es total; así que lo tomé como la señal que me faltaba para lanzarme y profesionalizarme en la editorial”. Elena cuenta que, ahora mismo, está trabajando en el libro Un pequeño demonio: “En 1907 fue un enorme éxito porque ofrece una visión muy realista de la sociedad rusa de provincias de la época. A pesar de los años y de la distancia cultural es muy fácil no sentirse identificado en el retrato social que hace”.

Y qué diría Sologub de otros aventureros del libro como son los hermanos Trueba. No solo siguen sacando agua de la canoa con la librería La Buena Vida, sino que este mes relanzan su editorial Plot. Parida en 1987, fue la primera que publicó a Martin Amis, pero desde 2007 ha estado en hibernación. Pilar Torres es la editora in session: “Ese espíritu de descubrir cosas, de encontrar libros que quieres recomendar a todo el mundo es lo que estamos recuperando”. Este mes se tiran a la piscina con Plano a plano de Steven D. Katz, un manual de dirección y planificación de películas actualizado al cine digital. 

Y si hablamos de esfuerzos heroicos, el de abrir un cine de tres salas y 300 metros cuadrados en el barrio de Embajadores (Madrid), bien podría llevarse la medalla. Fernando Lobo, el impulsor de los recién inaugurados Cines Embajadores, cuenta que al principio pensaban que el Estado de alarma iba a ser cosa de pocos días. El 17 de marzo pusieron las butacas del cine. Habían hecho una inversión de 600 mil euros y de pronto tuvieron que cerrar. Al menos hasta el 10 de julio, cuando los cines por fin echaron a rondar. “Ahora estamos con el 75% de aforo y de momento no nos lo han reducido, con la restricción horaria hemos puesto la última sesión entre las 9 y las 10 menos cuarto”. Dice que están como en una burbuja, que las ventas de butacas no van mal. “Nuestra supuesta locura y valentía de abrir un cine en esto tiempos ha hecho que la gente nos respalde. Tenemos el convencimiento de que el cine es un bien cultural para el barrio y así lo estamos defendiendo”. La oscuridad solo se cierne sobre ellos cuando empiezan sus películas. 

Casi tres meses encerrados ha podido ser soportables, en parte, gracias a ventanas de ficciones como las de Neflix, HBO o Filmin. La cultura nos ha salvado de ahogarnos y plataformas como la española Filmin han sido un salvavidas. Toni Bestard es director de cine y llevaba un año trabajando en Pullman, su nuevo largometraje. “Cuando llegó la cuarentena lo primero que pensé es que si lo iban a tener difícil las películas grandes, no me podía ni imaginar lo difícil que sería estrenar una pequeña e independiente. Era misión imposible, así que la veía condenada a algún pase esporádico en alguna televisión autonómica”. Entonces decidió estrenarla en una plataforma. “Aprovechando que la gente estaba en su casa y tenía necesidad de consumir cine, cualquier novedad sería bienvenida. Pensé en Filmin y les propuse el estreno exclusivo. Esto era a finales de marzo, fijamos la fecha de estreno en el 24 de abril. Fuimos la segunda película española en estrenar directamente en una plataforma durante la cuarentena”.

Aterrizan en Filmin los festivales de cine que ahora pasan a denominarse 'híbridos'. Según el director editorial de Filmin Jaume Ripoll: “Los híbridos funcionan tan bien porque combinan las ventajas de ambos modelos y eliminan sus posibles inconvenientes. Se mantiene el hecho diferencial de un evento físico: la sala, la cercanía con el talento y el diálogo con el público, sin sacrificar el alcance nacional y sin límites horarios que ofrecen la plataforma”.

Éxito rotundo ha sido la tercera edición de Animario. Gonzalo de Pedro, director artístico de Cineteca Madrid, cuenta que “lo que distingue a Animario es la forma en que pone el apoyo a la creación contemporánea en el centro del festival, con el premio más importante a la producción de animación, con la producción de contenidos exclusivos, y defendiendo la animación como un lenguaje contemporáneo”. Nos cuenta que este año incorporaron Internet como un espacio más del Festival: “La incertidumbre de no saber si podría celebrarse en sala nos llevó a diseñar lo híbrido, con puntos en común entre lo físico y lo online, y también puntos de divergencia. El online ofrece cosas muy positivas, y ha permitido multiplicar exponencialmente los espectadores del festival, pero también tiene pérdidas, hemos ofrecido cosas exclusivas en las salas que nunca podrían disfrutarse online”. Sobre DocumentaMadrid nos anuncia que tras haberse pospuesto en su edición de mayo, se va a celebrar en diciembre, y que será una edición con la misma ambición artística y adaptada a las nuevas circunstancias.

Manuel H. Martín es director de películas y director del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. Su última película, El viaje más largo, se estrenó en la Seminci de Valladolid y pronto también estará en Filmin. Este año en Huelva participan 54 películas: “Tras reuniones con las instituciones patronas y con otros profesionales del sector tomamos la decisión: en caso de que la situación se agravara, el formato híbrido nos permitiría al menos celebrarlo online”. Manuel siente Filmin como una sala más de proyección, por ello las películas de la Sección Oficial se podrán ver en la plataforma del 13 al 20 de noviembre, en un plazo de 72 horas desde el día en que sean programadas. Contra viento y marea Manuel y el equipo luchan para que Huelva siga teniendo un festival a la altura.

El Santas Pascuas de Pamplona lleva cinco años poniendo música a las navidades. Javier Muruzábal es el codirector: “Preparar este año está siendo particularmente complicado. Hemos tenido que buscar espacios mucho más grandes para luego limitar los aforos, eso encarece bastante el presupuesto de producción. En el Navarra Arena con capacidad de 12.000 nosotros ofreceremos 1.200 butacas y en la Sala Baluarte de 1.200, 800 butacas”. Silvia Pérez Cruz o María Arnal actuarán allí. “La programación también ha cambiado, por miedo a cuarentenas y fronteras cerradas no viene ningún artista internacional. Hemos tenido que buscar música más sosegada porque la gente disfrutará sentada”. El equipo de Santas Pascuas ha querido apoyar el tejido cultural navarro y ha programado el 40% de bandas locales como El Columpio Asesino. “Si las medidas de seguridad no nos permiten, pospondremos el festival, porque no vemos el streaming. Tiene un alto coste y genera poco retorno, no solo económico sino también de impacto, de generador de redes y creación de públicos. Sí creo que se generarán propuestas en streaming que funcionen, pero han de ser más inmersivas. Pero nosotros de momento no tenemos esas herramientas a nuestro alcance”. 

Si todo marcha, el Columpio Asesino abrirá el Festival Santas Pascuas, aunque su vocalista Albaro Arizaleta cuenta que el sector de la música está en estado de shock. “El último disco lo sacamos en febrero, tres años de trabajo previos, y justamente cuando venía la cosecha se viene todo abajo. Tuvimos que encajar el golpe, que fue duro, y no nos queda otra que ir preparando material nuevo porque pensamos que, para cuando vuelva todo a ponerse en marcha, quizá el disco se quede atrás”. La gira se canceló y al final se ha reducido a cuatro conciertos. “Evidentemente sin conciertos no se puede sobrevivir, vivimos de los cachés de los festivales y las empresas de las salas”. Albaro cuenta que dentro de la banda hay un par de personas que lo están pasando mal económicamente, así que “no nos queda otra que trabajar y esperar a que esto se abra”.

Natalia Puccioni es profesora y bailarina de tango. Antes de que el virus lo parase todo daba clases en Navel Art y Estudio Luna. “En principio no se me ocurrió las sesiones online porque el tango es difícil a distancia, pero empecé con zooms o skypes de técnica para personas que estaban solas en casa y nos hacíamos compañía”. Natalia señala que el tango es complejo enseñar desde cero sin el contacto físico, así que está trabajando con personas con ciertas nociones. “He tenido que estudiar historia tanguera, porque ahora las clases tienen más carga teórica. Los alumnos me envían videos y corrijo a distancia y el pago lo hacen por trasferencia o por bizum”.

Otra profesora que ha tenido que adaptarse al encierro es Eva Romero, directora de la Escuela Municipal de Teatro de Guareña (Badajoz). Desde hace diecisiete años el Ayuntamiento de Guareña apuesta por consolidar la academia pública y gratuita. Hablamos de un pueblo de 7.000 habitantes con más de 130 alumnos de teatro. “Con los adultos a través videollamadas en las que hacemos ensayos y lecturas dramatizadas, análisis activo de personaje y dramaturgia, dinámicas de introspección y gestión emocional aplicada a los personajes”. El teatro en Guareña está experimentando la videocreación colectiva. Eva Romero reparte los textos, los alumnos se graban en casa y ella les dirige por medio de audios de whatsapp o videollamadas. También monta en casa las grabaciones frase a frase. Y así precisamente pusieron en marcha Las Troyanas de Eurípides, que ha sido galardonada con el Premio Buero de Teatro Joven.

Daniel Rosado del colectivo artístico La Majara cuenta que su proyecto de danza Labranza: “Habla de las ganas de volver a la esencia, de encontrarnos con el campo. La obra tiene una estética rural, estuvimos una temporada por las mañanas trabajando con campesinos y por la tarde en la sala de ensayo poníamos la fisicalidad de los jornaleros al servicio de la danza”. La Majara ha perdido bastantes bolos, pero pusieron en marcha la iniciativa LABranza en red, que ha abierto una puerta de oportunidades en Latinoamérica. “La AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo) abrió un catálogo de propuestas artísticas españolas para el extranjero y nosotros presentamos una adaptación de Labranza. Enfocamos la posibilidad de generar formación para formadores, plantamos semillas con nuestra metodología de trabajo vivencial. Las clases que damos online vienen acompañadas del video de la pieza. Estamos generando un avance donde presentar en un futuro físicamente nuestro trabajo. En este momento estamos de gira online en México, Chile, Argentina y Bolivia”.

La cultura es una vía de conciencia crítica y no solo de entretenimiento. Los artistas tienen un papel y un compromiso importante con el aporte de nuevas miradas y enfoques. Y sobre retratos de realidad sabe Claude Bussac, directora de PHotoESPAÑA: “La fotografía ayuda a construir y tejer la memoria individual y colectiva, por eso es tan importante ahora. Primero lanzamos #PHEdesdemibalcón que invitaba a compartir por Instagram fotos del confinamiento. A su vez 50 ciudades españolas aceptaron el reto de colgar de las ventanas el resultado”. Puede que cierren las salas de exposición, pero los balcones es un imposible. “Hemos organizado conversaciones y encuentros online con expertos, artistas y pensadores de todo el mundo”.

PHotoESPAÑA inaugurará su última exposición en la Fundación Canal en noviembre, una colectiva de fotógrafos de Magnum bajo el título El cuerpo observado. Lanzarán opciones online de la mano de esta muestra. Bussac nos adelanta que durante noviembre se podrá ver en el mobiliario urbano de Madrid la exposición Cuidadoras. 7 relatos de vida de Sofia Moro. Retratos de mujeres que dedican su vida al cuidado de otros, ya sea desde su ámbito profesional o por motivos familiares, pero que ahora más que nunca hay que reivindicar y agradecer.

Porque como bien reflexiona la editora de Plot, Pilar Torres: “Necesitamos dejarnos calentar por la cultura, permitir que nos dé un poco de fuerza y haga que el mundo dé un poco menos de miedo. Yo a la cultura le pido aprender continuamente a hacerme mejores preguntas, aprender más sobre lo que me rodea y entender cómo esta parálisis general puede darnos algún camino en positivo”.

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