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Las teorías neomarxistas de Theodor Adorno vuelven con fuerza y contra la extrema derecha

Horkheimer y Adorno se saludan en  Heidelberg, en 1964

Aldo Mas

Este mes de agosto se cumplían 50 años de la muerte del filósofo alemán Theodor W. Adorno, miembro del núcleo duro de la neomarxista Escuela de Fráncfort. Para la señalada fecha, la editorial berlinesa Suhrkamp tenía previsto la reedición de varias obras de esta influyente figura intelectual alemana del siglo XX. Esa recopilación reunía una serie de trabajos e intervenciones de Adorno aún no publicadas.

Los responsables de la reedición, sin embargo, cambiaron de idea al toparse con el contenido del discurso que Adorno daba el 6 de abril de 1967 ante un grupo de estudiantes de la Universidad de Viena. El filósofo hablaba entonces sobre la extrema derecha, un tema especialmente preocupante ahora en Alemania y en el resto de Europa en vista del auge de los populismos de derechas.

La editorial decidió publicar la intervención íntegra de ese discurso en lugar de una recopilación de los trabajos del filósofo. Aspekte des neuen Rechtsradikalismus o “Aspectos del nuevo radicalismo de derechas” es el título del nuevo volumen.

El libro presenta un epílogo firmado por Volker Weiß, autor, historiador y hoy día especialista germano de referencia en la temática de la extrema derecha. Weiß, al igual que está haciendo la crítica en Alemania estos días, alaba la vigencia de las inéditas reflexiones de Adorno sobre la extrema derecha. “En Alemania y en otros países europeos, las fuerzas de derechas radicales se están haciendo fuertes. Y aquí el análisis de Adorno tiene una cierta continuidad”, explica Weiß a eldiario.es.

De ahí que, por ejemplo, en un artículo de Arno Widmann, periodista especializado en temas de política y cultura, el diario generalista Frankfurter Rundschau titulara con un “Nazis en mitad de la sociedad: Adorno permanece alarmantemente actual”. “El nuevo texto [de Adorno] publicado ahora se lee como si fuera escrito para los tiempos políticos actuales”, ha escrito por su parte Jens-Christian Rabe, crítico literario del periódico Süddeutsche Zeitung.

Con todo, los años sesenta y la segunda década del presente siglo son obviamente tiempos distintos. En los sesenta, Adorno se enfrentó al auge del Partido Nacionaldemocrático de Alemania (NPD), el aquí conocido como partido neonazi. Esta formación logró en aquella época entrar en media docena de parlamentos regionales. Hoy, el electorado del NPD está, en buena medida, en el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), una formación que también ha sabido aprovechar parte del descontento ciudadano con los partidos que han dominado tradicionalmente la política germana.

En la actualidad, AfD no está sólo representada en todos los parlamentos de los Länder alemanes, sino que se ha convertido en el principal partido de la oposición en el Bundestag, un estatus que esta formación le debe sobre todo a la 'gran coalición' de conservadores y socialdemócratas germanos.

Pero hoy, como en los sesenta, según Weiß, el análisis del filósofo se mantiene útil. “Adorno siempre se interesó por los mecanismos psicológicos de la sociedad, en particular, por el de la agitación. Adorno habla del agitador y del psicoanálisis negativo. Es decir, de que los agitadores hacen como si fueran terapeutas con la tarea, en lugar de destensar y relajar al paciente, de hacer justo lo contrario”, explica Weiß. “Los agitadores buscan puntos de tensión en las personas y los fortalecen”, abunda el historiador autor del epílogo de Aspekte des neuen Rechtsradikalismus.

Agitadores de la política internacional actual bien pudieran ser presidentes como Donald Trump o Jair Bolsonaro. Weiß matiza al apuntar que, en Estados Unidos, “los fascistas están en lo que se ha venido a llamar alternative-right [o derecha alternativa], un sector que apoyó a Trump, pero que no es Trump”. El historiador alemán conviene en afirmar que las nuevas personalidades de la ultraderecha y la extrema derecha no son tanto fascistas propios de los años treinta sino lo que el historiador estadounidense Timothy Snyder, de la Universidad Yale, llama ahora “not even fascists”, una expresión de difícil traducción por la que se podría entender “ni siquiera fascistas”.

Un intelectual represaliado por los nazis

Sea como fuere, los peores agitadores que ha conocido la política, Adorno y sus colegas de la Escuela de Fráncfort los sufrieron de primera mano. El Instituto para la Investigación Social, que en sus inicios estuvo asociado a la Universidad de Fráncfort, se vio obligado a mudarse a Estados Unidos para evitar así el cierre y la represión de los nazis.

Adorno y compañía fueron intelectuales represaliados. “Fueron perseguidos por el nacionalsocialismo. Por un lado, eran marxistas o neomarxistas, antifascistas y en el núcleo duro de la Escuela de Fráncfort también eran judíos”, comenta Weiß. “Era gente que vivió las catástrofes europeas: desde la Primera Guerra Mundial, a la Segunda Guerra Mundial y la Shoah”, reflexiona.

En sus investigaciones, Adorno y compañía siempre se preguntaron cómo una sociedad moderna como la alemana de principios del siglo XX cayó en la dinámica destructiva que llevó al Holocausto. Esos interrogantes siguen sin encontrar una respuesta a día de hoy.

En un contexto como el actual, marcado por la influencia de las nuevas tecnologías en la política, andan triunfantes partidos y personalidades escorados a la derecha del espectro político. Un ejemplo de ello, según Weiß, es el caso de Bolsonaro en Brasil, en cuya elección presidencial fueron decisivas nuevas formas de comunicación como los mensajes a través de WhatsApp. Adorno puede llevar medio siglo muerto, pero con él no se apagó la luz de sus ideas sobre la extrema derecha. Aspekte des neuen Rechtsradikalismus ya va por su segunda edición.

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