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Las cinco caras de Matthew Dear

Matthew Dear is in da house

Marta Peirano

“Soy 4 o cinco personas distintas en cualquier momento dado”, observa el productor. Desde que salió de un rancho de Kingsville, Texas para comerse con patatas la mítica escena de Detroit en los 90, Matthew Dear ha vivido varias vidas, todas heroicamente productivas, incluyendo la fundación del fundamental sello Ghostly International que montó con Sam Valenti IV en 1998. Como muestra, que estas cinco pistas sirvan de introducción. El resto, esta noche en el Mondo a partir de las 00:30h.

CHICAGO

Black City es, de momento, su Magnum Opus, un viaje de intensidad variable que marca su mudanza del Detroit minimalista al cinemático Nueva York. Y no sólo es uno de los mejores en lo suyo sino que también es único: a diferencia del resto de los grandes productores actuales, sabe escribir letras y canta formidablemente bien. La romántica Slowdance -no confundir con la más reciente y diabólica Slow Dance de Duke Dumont- es la pista más memorable, gracias en parte al delicado video de Charles Bergquist y lo bien que le sale en directo.

NUEVA YORK

Su quinto y último álbum como Mathew Dear (Beams, 2012) explora su faceta más cínica y vanguardista. Su primera pista, Her Fantasy, es de hecho una fantasía retrofuturista donde una voz de cadencia mecánica se pregunta genuinamente sobre la naturaleza de sus sentimientos amorosos (Am I the chrome man, am I not of great design? / Do I feel love like all of the others or this feeling only mine?). Como contraste, el videoclip de Tommy O'Haver ofrece una serie de personajes típicamente neoyorquinos a medio camino entre Diane Arbus y la Factory, humanos que se esfuerzan en ser lo más artificiales posible.

MÁQUINA

Audion, el menos melódico y más maquinero en una lista de alteregos que incluye False y Jabberjawde, nació en 2004 con los EPs Kisses y The Pong. Aunque su primer disco Suckfish generó interés y buenas críticas, el pelotazo no llegó hasta 2006, cuando Richie Hawtin decidió cerrar su set en el DEMF con Mouth to Mouth, convirtiéndolo en el himno electrónico del verano. De la playa a la fábrica y de la cocina al festival, no hubo plato que no lo pusiera en su salsa ni festival internacional que no lo incluyera en el programa. El último Sónar estrenaba su nuevo espectáculo Subverticul.

TIGA

Dos magos del sampler, con un dominio cuántico de los tiempos y unos puentes impecables y sutiles que trituran el corazón, Audion y Tiga son un matrimonio hecho en el cielo. El hedonismo chulazo y ochentero del canadiense, cuyas portadas son un contínuo homenaje a Roxy Music y cuyos grandes éxitos incluyen decisiones tan bizarras como una versión del ahora rídículo Sunglasses at Night de Corey Hart, se templa bajo la oscura influencia del tejano, en una mezcla que es al mismo tiempo descarada y elegante, despiadada y erótica.

El primer single de su co-producción fue el triposo e infatigable Lets go dancing, donde el estribillo reitera con falso desprendimiento una ansiosa invitación a la pista. La segunda, Fever, es algo menos pegajosa pero más incendiaria, con Tony Manero en la portada haciendo de hada madrina y una única letra donde una voz satánica repite atávicamente I got a fever a fever / I fever I got it / It's burning me up and it's burning me down. Alguien quien dijo que era la banda sonora perfecta para El ocaso de los Dioses de Nietzsche. Exagerado, pero no del todo ridículo.

LO DE LOS OTROS

Es verdad que sus producciones tienen tendencia a devorar el original, aunque cuando esto se transforma en esto y esto en esto otro, ¿puede uno en conciencia quejarse?. Y no siempre es el caso: cuando Sara Quin de Tegan and Sara le pide una remezcla de su propia versión de Pale Shelter, el clásico de Tears for Fears, consigue alejarse del original sin sacrificar su esencia y las deja sonar a Chvurches, Cyndi Lauper y a The Knife sin perder personalidad. El propio Dear se ha convesado muy fan de la canción y dice que “ha sido un honor intentar hacerle justicia”. Quién lo pillara.

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