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'Catastrophe': comedia, drama y viceversa
Catastrophe nunca ha estado interesada en la tensión sexual no resuelta. La dramedia dinamitó uno de los recursos favoritos de las comedias románticas en el primer minuto de su andadura. Rob, un estadounidense de viaje de negocios en Londres, y Sharon, una profesora irlandesa residente en la capital británica, solo necesitaron media copa para consumar su atracción a primera vista.
Lo que vino a continuación, y lo que ha alimentado las tres temporadas que ya suma Catastrophe (disponible en Movistar+), es la vida real, el después que pocas veces se contaba tras las promesas de los finales felices. El planteamiento de Catastrophe, que ha cargado desde el principio con la etiqueta de 'comedia anti-romántica', tiene su mejor explicación en la forma en la que sus dos creadores la pusieron en marcha.
Sharon Horgan y Rob Delaney, creadores, guionistas y protagonistas, se conocieron por Twitter, intercambiaron ideas por DM y decidieron que ya que tenían tantas cosas en común y una historia por contar lo mejor era hacerlo a través de una serie. Comprobaron que su química creativa también se trasladaba a la pantalla y, aunque no son pareja en la vida real, es muy fácil creerse la relación de sus personajes. Algo tan cercano y tan real como lo que pasaba con Connie Britton y Kyle Chadler interpretando al matrimonio Taylor en Friday Night Lights.
Como sus dos personajes principales, Catastrophe ha evolucionado con el paso de las temporadas. La primera, más cercana a la comedia, tenía como eje a Rob y Sharon asimilando su próxima paternidad y construyendo su relación a toda velocidad y al revés de la 'normalidad'.
La segunda, un poco más amarga pero sin perder los alivios cómicos, enfrentaba a los protagonistas a la paternidad (aquí ya por partida doble), la obligación/necesidad de alcanzar un modo de vida estable y, sobre todo, a Sharon a lidiar con una maternidad no del todo buscada y llena de dudas, temas y situaciones que casi nunca se cuentan.
La tercera temporada puede que haya sorprendido por la amargura que se ha ido apropiando de muchos aspectos de la vida de Rob y Sharon y que ha enterrado los momentos de humor. Este año ha sido el turno de Rob, con una historia personal que siempre ha estado latente.
También una sentida despedida para Carrie Fisher. La actriz volvía de Londres, de grabar sus últimas escenas, cuando sufrió un infarto, y Catastrophe le ha brindado uno de los mejores homenajes, permitiendo que su personaje exhibiera en todo su esplendor la condición de robaescenas que había tenido desde su primera aparición.
Catastrophe sabe cómo congelarte la sonrisa porque de eso se trata: que te identifiques con Sharon y Rob, aunque duela. Convierte sus vidas en algo reconocible y a su historia en una serie que no se conforma con ser convencional ni etiquetable. Ni drama, ni comedia: Catastrophe.
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