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“Soy partidario de estudiar a fondo, no de querer en dos años estar en la cresta de la ola”

Víctor Ullate celebra los 30 años de su compañía de danza en los Teatros del Canal de Madrid

Laura García Higueras

“Después de sufrir dos infartos decidí que si sobrevivía, haría una Fundación para ayudar a los niños que no tienen un puesto en la sociedad”. El arte y la humildad de Víctor Ullate emanan acompañando cada una de sus palabras. El bailarín y coreógrafo de 71 años anunció en enero que se retiraba y, ahora que su compañía de ballet cumple treinta años, los Teatros del Canal de Madrid programan un espectáculo con el que rendir homenaje a sus tres décadas de sentimiento, talento e historia de la danza de nuestro país.

Lo dirige junto a Eduardo Lao, director artístico de la compañía desde hace 16 años y pareja del aragonés, ante el que se rinde en elogios por haber unido piezas de ambos dándoles un sentido. Les toma el relevo Lucía Lacarra, alumna de la Escuela Víctor Ullate en la que se han formado otros grandes de la danza española como Tamara Rojo, Ángel Corella, Joaquín De Luz, Igor Yebra o Ruth Miró.

El bailarín ha apostado siempre por quedarse en su país, el mismo del que marchó en 1964 para formar parte del Ballet del Siglo XX de Maurice Béjart, su gran maestro, y para el que llegó a ser el intérprete principal. Regresó a España en 1979 para crear una Compañía de Ballet dentro del Nacional, fundó su escuela y, en 1988, el Ballet de Víctor Ullate, la primera compañía privada española a nivel internacional, cantera de bailarines estrella y emblema de la danza en España.

Más de una década más tarde, puso en marcha su Fundación con el objetivo de promocionar el ballet clásico en todas sus facetas, además de la formación técnica y humana de jóvenes con grandes aptitudes y en situación de vulnerabilidad.

Premio Nacional de Danza en España en 1989, Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes en 1996, Premio Max de las Artes Escénicas en 2007, Medalla de Oro al Mérito del Trabajo en 2016. Los premios avalan también la carrera de Ullate. Una trayectoria que han tratado de compendiar en 30 años de danza, incluyendo piezas de sus reputadas y alabadas coreografías como Seguiriya, Samsara, Wonderland o Carmen.

¿Es este compendio del trabajo de tantos años la mejor celebración posible de su carrera?

Sí, estoy muy feliz por haber llegado hasta aquí. Han sido treinta años de éxitos. La compañía tiene hoy reputación no solo a nivel nacional, sino también internacional. Eduardo ha dado forma a este espectáculo combinando piezas de ambos y estoy muy emocionado. La compañía tiene futuro y queremos que siga adelante porque es historia.

¿Hay alguna constante o algo que haya querido expresar siempre en sus coreografías?

Cada una está hecha en un momento determinado de mi vida y tiene su tiempo. Samsara, por ejemplo, fue después de haber sufrido dos infartos de corazón. Es un viaje por Oriente con un mensaje de paz y amor hacia la humanidad que yo tenía la necesidad de decir.

Wonderland la hice en homenaje a mi hermana. Ella es una persona que, por desgracia, ha estado en centros psiquiátricos y el ballet que le hice me motivó, emocionó y dio mucha satisfacción. Fue un proceso bonito y difícil porque cada bailarín representaba una enfermedad mental. En Carmen decidí construir una mujer fuera de complejos y prejuicios. Hablaba de la libertad del ser humano. La gente puede ser lo que quiera y no pasa nada.

¿Ha notado que a medida que ha avanzado su carrera ha podido ser más libre?

He podido decir cosas. Hay gente que las escribe, otros que las dicen, yo las expreso a través del baile, que es lo que sé hacer. A la gente le llega y dejas un legado.

¿Está España hoy más preparada para que un niño diga que quiere bailar que cuando usted empezó?

España es un país complicado, muy inestable políticamente. La crisis ha hecho que la danza se vea perjudicada. Me fueron quitando presupuesto hasta quedarnos con el 40% de lo que recibía. En países en los que se educa cerca del arte es más fácil porque el arte es una necesidad para el espíritu. El ser humano necesita soñar y crear. Aquí está muy presente el fútbol, que está muy bien como deporte, pero tiene unos intereses creados que no existen en la danza. Aun así, hay mucho público que ama la danza. He hecho adictos, gente que a raíz de vernos sin conocer ni gustarle el baile se ha acabado apasionando.

¿Cómo ve que haya gente que se esté acercando a la danza a través de programas de televisión como Fama, a bailar?Fama, a bailar

Siempre que se hable de danza y haya danza es muy bueno para el arte. Aunque ocurre que estos jóvenes artistas que llegan a la fama muy rápido lo mismo que suben, bajan. Son gente con aptitudes, pero a muchos les falta formación de base. ¿Dónde van cuando termina el programa? No soy muy entusiasta pero tampoco puedo decir mucho porque no lo sigo, lo vi cuando estaba mi hijo -Víctor Ullate Roche, que fue director en las tres primeras ediciones emitidas en Cuatro entre 2008 y 2009-.

Me interesa ver a la juventud, su espontaneidad, la ilusión que tienen. Es verdad que la juventud rápidamente se cansa, no es constante. Quiere resultados en seguida y para conseguir algo sólido hay que trabajar muchas horas. Por eso soy partidario de que la gente debe estudiar a fondo, desarrollar su carrera y no querer en dos años estar en la cresta de la ola porque caerá en seguida.

¿Qué es lo que más le interesa de enseñar danza?

Hacerle ver a un niño con interés que el baile no es solamente mover un pie o un brazo, sino el sentimiento que le pongas. Que entienda que lo que está haciendo es para conseguir algo más tarde, que todos los pasos que haga en una clase al llegar al centro tendrán un porqué.

¿Qué puede diferenciar a un bailarín?

Que tenga personalidad. Su relieve, el espacio que ha de utilizar, cómo proyecte el cuerpo hacia el público. La diferencia entre la gimnasia deportiva y el baile es el sentimiento. La gimnasia es todo deporte, virtuosismo. La danza es virtuosismo pero hay que darle sentimiento y llegar al corazón del público.

Un bailarín es un artista y el arte se emana de dentro. Interpretes el papel que interpretes no puedes abandonarlo en ningún momento del ballet. El maquillaje ayuda, es un ritual de concentración para que al salir al escenario te olvides de todo, de quién eres y de que estás delante del público. Eres tú nada más y llegar a conseguir eso es lo bonito, pero para ello se necesitan muchas horas de trabajo que te permitan olvidarte de la técnica y empezar a interpretar.

¿Qué le llevó a querer crear su propia Fundación?

Sufrir dos infartos fue una pesadilla. No sabíamos qué me pasaba, me hicieron dos catéteres en una semana y me quedé muy tocado. Me dije que si sobrevivía lo primero que haría sería una Fundación para ayudar a niños que no tienen un puesto en la sociedad. Niños que han sufrido mucho por no haber tenido una familia, un padre y una madre que tan importantes son en la infancia.

Muchos de estos niños no han recibido nunca un beso o un abrazo y necesitan ese apoyo. Quiero hacer la Casa de la Danza para que puedan estudiar, dormir, comer y que el día de mañana sean el orgullo de este país. He visto a muchos llorar en los años que he estado yendo a centros de acogida porque sus familias no venían y quiero ayudarles porque creo que verdaderamente lo necesitan.

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