Feminismo en el apogeo del conservadurismo
Si Valencia fue descrita por el poeta Vicent Andrés Estellés como una ciudad donde brotaba el erotismo, no es nada extraño que la obra 'Insolación' haya recalado en el cap i casal. Transgresora, irreverente y rompedora con los cánones de la época, la adaptación de la novela de Emilia Pardo Bazán llega al Teatro Principal de la mano de la compañía Miguel Parros.
Una actuación con un cartel de lujo -cuenta con actores como María Adánez-, que pretende homenajear un texto que sufrió las críticas machistas más feroces en siglo XIX. No en vano, en medio de una sociedad anclada en el conservadurismo y en lo tradicional, reivindicar el papel de la mujer, su libertad de elegir a quien amar sin importar las clases sociales, era una auténtica provocación. Tanto que fue calificada de pornográfica.
Amor, romanticismo y evocación del placer que se mezclan en esta creación. “Es una obra para dejarse llevar. Y para venir con el corazón, con la cabeza en casa”, ha espetado Adánez. La trama gira alrededor de una marquesa viuda que se enamora de Diego Pacheco, donde, según el adaptador de la obra Pedro Villera, “se deja requebrar por él más allá de lo aceptable”. Y en ese enamoramiento, la moral sexual impuesta acaba siendo derrotada. O cómo él expresa: “Capitanea la relación admitiendo que cada uno debe ser dueño de su propio destino. Y se entrega sin medio al placer”.
Con un vestuario “cinematográfico” y con una disposición “sencilla”, a juicio del director, Luis Luque, “se trata de una bendita historia de amor que nos permite soñar”. Y con la que se atestigua “la penosa condición de la mujer a finales del siglo XIX”. “Nosotros no rescatamos en esta nueva comedia amorosa la oscuridad de esa España, sino la lucha de la luz por abrirse paso”, ha afirmado. Es decir, mustra la lucha de los mujeres que apostaron por amar de forma libre, sin ataduras a quienes ellas quieran.
Una creación que ya ha recorrido muchas de las ciudades que componen la geografía española motivada por el 125 aniversario de la novela, que se escenifica a través del teatro. El feminismo decidido que plasmó en 1889 Emilia Pardo vuelve a cobrar vida de forma cómica, desenfadada, tierna pero con el mismo propósito atrevido que cuando se escribió: reivindicar la libertad de la mujer dentro de la sociedad. Un grito aún necesario pese a los avances.
