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“El acoso en el Ejército español es una arma de trabajo”

Luis Gonzalo Segura, exteniente y autor de "El libro negro del Ejército español".

Sergi Pitarch

-En “El libro negro del Ejército español” define la palabra corrupción como una “cualidad militar”. ¿Esta lacra social también ha infectado a las Fuerzas Armadas?

-Sí y además es estructural. Y lo que llama la atención es que es visible. A la vista de todos los soldados. Las Fuerzas Armadas son un mundo cerrado desde que se termina con el servicio militar. La ciudadanía deja de entrar en los cuarteles y, además, los progresistas dejan de preocuparse de lo que pasa allí dentro. En la actualidad, cualquier soldado que lleve dos o tres años en el Ejército es consciente de lo que sucede. Y lo grave es que esa corrupción está absolutamente normalizada.

-Bautiza ese desvío de dinero público como “los fondillos”.

-Tenemos más de 10 millones en facturas falsas pero en general hay corrupción a todos los niveles. En la alimentación, en los cursos de formación, en el combustible... Cualquier partida presupuestaria va hinchada. ¿Por qué? Porque los propios militares son los que ejercen de órgano de control. Son los que juzgan, son su propia policía -es la Guardia Civil la que les investiga-, en definitiva, la paradoja de que el investigado es el investigador.

-¿Y ese dinero defraudado dónde va a parar?

-Esta claro que a muchos mandos militares. Voy a poner un ejemplo. En el Yak 42 fallecen 75 personas y tenemos claro que el 70 % de los contratos no fueron a parar a donde tenían que ir, que era a la contratación de un avión y se perdieron por el camino. Tenemos claro que no se contrataron los seguros de esos militares. Tenemos claro que una negligencia terminó con la muerte de esos militares. ¿Cuántas personas han sido juzgadas por corrupción? Ninguna. ¿Cuántas por negligencia? Ninguna. ¿Quienes han sido las únicas personas juzgadas en el Yak 42? Tres médicos militares de los que dos de ellos fueron indultados y el tercero falleció. Nadie ha pagado por el Yak 42. Si con 75 cadáveres encima de la mesa nadie ha investigado la corrupción en las Fuerzas Armadas, la cuestión es muy grave. Cuando el sistema es mafioso y sectario nadie quiere terminar con ello.

-De la lectura de su libro se desprende que tampoco se hace nada contra los comportamientos machistas y homófobos en el Ejército.

-Y racistas. De hecho, hay sentencias que concluyen que un mando le diga a una soldado que se vaya a “hacer dedillos” puede ser considerado lenguaje castrense. No me imagino a un director de periódico diciendo eso a una periodista. En el mundo militar nadie paga por lo que hace.

-También denuncia impunidad por las agresiones machistas.

-Absoluta. La propia Zaida Cantero es un ejemplo paradigmático. Porque ella sufre acoso y lo denuncia siendo mando del Ejército, pero reconoce que ella conocía que este teniente coronel sometía a soldados a este tipo de vejaciones antes de haberlas sufrido. ¿Por qué no lo denunció? La respuesta que dio es que era capitana. En el acoso ya no sexual, en el acoso laboral que posteriormente sufre Zaida es terrible la cantidad de oficiales y suboficiales que eran conocedores de lo que pasaba. Incluso le hicieron una pintada en una tienda de campaña para que se fuera. Nadie lo detiene o se va a un juzgado. El acoso en las Fuerzas Armadas es un arma de trabajo.

-Acoso por se diferente.

-Por ser diferente, por ser de izquierdas, homosexual... Di parte de altos mandos por llamar a una soldado híbrido porque era lesbiana o a un soldado mono por ser sudamericano. Ese parte desapareció. Te puedes imaginar cuál es la situación. Hay absoluta permisividad.

-Usted habla de un Ejército franquista con estándares OTAN. ¿Las fuerzas Armadas no se han democratizado?

-Hemos pasado de tener un Ejército en los años 80 para trabajar en el interior, es decir, para dar o impedir golpes de estado, a tener unas Fuerzas Armadas de alcance internacional, que sabe cumplir misiones en el exterior y que lo hace bien. Pero que hayan cambiado esa misión no significa que se hayan democratizado.

-En época de crisis muchos jóvenes optaron por entrar en el Ejército profesional como una salida. Usted habla de una precarización laboral de la tropa. ¿Ya no es una opción?

-La tropa no tiene contrato de funcionario, lo que favorece las corruptelas y los privilegios anacrónicos. Son tan sangrantes que sería muy difícil que pasaran en la Guardia Civil o en la policia nacional. ¿Por qué? Porque hay sindicatos y asociaciones. A un agente que es funcionario le amargas la vida y se puede ir a su casa sin perder el empleo. Un soldado no lo puede hacer y le toca aguantar. La precariedad laborar es un caldo de cultivo para las malas prácticas.

-Explica el caso de “puerta giratoria” del exministro Pedro Morenés, que paso de trabajar para la industria militar al departamento que les contrataba servicios por valor de millones de euros. Morenés disparó el gasto militar, aunque primero el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero había ya sextuplicado esta partida. ¿No hay color político en el gasto militar?

-Zapatero hizo un trabajo descomunal en el incremento del gasto militar en siete años. Pero esa senda Morenés la disparó en dos años al duplicar esa partida. Pero no es solo el ministro, hay numerosos oficiales que han protagonizado puertas giratorias. El caso Defex o el submarino de Navantia que no flota tiene apellidos ilustres de militares, como Sanjurjo. En cada escándalo de la industria armamentística aparece un militar involucrado.

-¿No extraño que un país acreditadamente antimilitarista, lo demostró con el “No a la guerra”, no haya censurado ese incremento del gasto militar?

-Hay dos motivos. El primero es el desconocimiento. Este libro es un ensayo que debería estar en todos los medios. No porque lo haya hecho yo, que tengo muchas limitaciones, sino porque no existe otro libro crítico de las Fuerzas Armadas. Por otro lado, ha habido una renuncia expresa de la izquierda a todo lo que tenga que ver con el Ejército. La izquierda consigue acabar con el servicio militar, aunque sea Aznar el que lo derogue, y desde ese momento el movimiento activista y antimilitarista se desconecta. Esto es un problema, porque en el libro se habla de 3.500 millones de armamento almacenado. Chatarra que no se podrá usar. Un submarino que no flota y que costó 2.500 millones, el A-400M del que tenemos que devolver 13 unidades con un coste de más de 5.000... En total, más de diez mil millones dilapidados. ¿Cómo puede ser que los ciudadanos no se hayan concentrado frente al Ministerio de Defensa porque se hacen estas barbaridades mientras se recorta en Sanidad y Educación?

-¿Cómo entiende usted que debe ser esa visión de izquierdas sobre el Ejército?

-Dedico un capítulo a ese ejército popular, ese ejército para la ciudadanía. No es un libro destructivo, es constitutivo. Hasta aquellos que se oponen a la existencia de las Fuerzas Armadas tienen que abandonar esa idea. El primer paso es reformar el Ejército.

-También habla de que se oculta dinero del gasto militar en los presupuestos. ¿Eso es muy grave no?

-Sistemático y absolutamente consentido por el Tribunal de Cuentas, los partidos políticos... Lo destapó en su día UpyD, que hizo una gran labor de dignificación de las FFAA. Pero da la sensación de que es un tema marginal. España ha estado, según el criterio OTAN, gastando el doble de lo que decía. En todos los ministerios menos en Justicia hay partidas para Defensa.

-¿Tiene sentido que continúe existiendo la Guardia Civil cuando sus competencias ya las tienen las policías locales, nacional o autonómicas?

-Es un disparate porque, según un informe de la Asociación Unificada de Guardias Civiles, la duplicidad de policía nacional y Guardia Civil nos cuesta a los españoles 3.000 millones de euros al año. Si se unificaran se reducirían muchos puestos de mandos y administrativos duplicados que se podrían destinar a poner más agentes en las calles. ¿Esto por qué no sucede? Porque los que mandan quieren seguir mandando y porque la Guardia Civil es el cuerpo que investiga al Ejército. Si la policía nacional tuviera la competencia de la investigación en la jurisdicción militar significa que podrían entrar en los cuarteles. Porque hasta la fecha no hemos visto a generales detenidos.

¿Es el Ejército español democrático?

No. Hay capítulo del libro que demuestra que la cúpula militar no es una institución democrática. De hecho, hay una gran disonancia con la sociedad. Si hiciéramos una encuesta sobre esta cúpula seguramente ganaría un partido que no está representado en el Congreso. En 2006 con la amenaza de golpe de estado del teniente general Mena hasta cincuenta generales justifican ese golpe y solo uno se muestra contrario. Ese díscolo fue el único sancionado. El anterior director general de la Guardia Civil es un conocido cadenero que aporreaba a sindicalistas y a chicas que se ponían minifalda. Agustín Conde, el número dos de la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, es un filofranquista. Conde pidió hacer una comisión de Defensa un 18 de julio en el alcázar de Toledo. Tenemos 126 símbolos franquistas en instalaciones militares. Uno hace recopilación de estos hechos y concluye que la cúpula militar es poco democrática.

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