Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Felipe, calladito estabas más guapo

Chus Villar

0

“Calladito estabas más guapo”, le estarán diciendo hoy muchos socialistas a su histórico Felipe, que anoche se descolgaba en prime time con que no le hacía ascos a una coalición PP-PSOE si el país lo necesitaba. “Sigue hablando, majo”, le animarán los populares y también los partidos minoritarios ascendentes. El peso político de González convirtió ayer en mucho más verosímil un hipotético gran pacto de gobierno, e incluso puede hacerlo parecer una posible opción B oculta de la cúpula del PSOE, incluso aunque no sea así.

Desde luego, el ex presidente no le ha hecho ningún favor electoral a su partido, sino que, muy al contrario, ha torpedeado la estrategia de la candidatura socialista a las europeas de desmarcarse de los populares y convencer a los votantes de que los partidos mayoritarios no son lo mismo. Y por consiguiente, como diría el propio Felipe, ha desviado votos indecisos hacia la urna de IU por la izquierda y hacia la de UPyD por el centro (también a las de otros partidos de ámbito autonómico). Así, ha favorecido las aspiraciones del PP, que consciente de su pérdida de mayoría absoluta, se garantizaría la dispersión del voto de centro-izquierda y un socio complaciente que le permitiese continuar con su política neoliberal sin tener que recurrir a pactos más inviables o incómodos.

De hecho, la apuesta por un gobierno de concentración había salido de las filas populares, propuesta por el candidato Arias Cañete y refrendada con entusiasmo por otros representantes del partido en el poder como el president Alberto Fabra, que la defiende para el ámbito de la Comunidad Valenciana. De la mano del PP, apoyando la idea, van los grandes empresarios, como así lo han expresado ya varias patronales tanto a nivel estatal como autonómico.

Desde algún punto de vista, podría pensarse que González hace gala de su gran talla de estadista, pues antepone los intereses nacionales a los partidistas, pero el hecho de que la propuesta posibilista surja de la entente conservadora político-económica, lleva más bien a concluir que el objetivo del pacto no haría ningún bien a esta depauperada nación, pues consistiría en perpetuar las políticas económicas que están llevando a la Unión Europea a retroceder gravemente en los logros del Estado del bienestar y en las conquistas de la dignidad laboral, y a España a una grave situación de emergencia social para cada vez más familias, como afirma una organización tan poco sospechosa de radicalismo como Cáritas y por mucho que Montoro se lo niegue.

Para Fabra, la rumorología de un futuro gobierno de concentración le viene de perlas para contrarrestar a la otra posible coalición, la del tripartito. Los ataques que los populares vienen haciendo contra este posible entendimiento de izquierdas a tres bandas muestran que ven peligrar seriamente su mayoría en beneficio de esta opción. Por eso ahora añaden un plan B, el de intentar ganar el apoyo del principal partido de la oposición hacia su causa.

En el ámbito estatal, las voces oficiales del PSOE ya han negado que estén por la labor de pactar en un hipotético Ejecutivo con sus adversarios. Sería un suicidio político, como se ha demostrado en el caso de la coalición griega entre conservadores y socialdemócratas. Y, por supuesto, si miramos más cerca, al PSPV tampoco le interesaría esta opción, ahora menos que nunca, cuando los escándalos de corrupción y despilfarro salpican un día sí y otro también las filas populares, llegando al propio Fabra que, según acabamos de saber, va a ser investigado por la gestión de la Fórmula 1.

Es cierto que los grandes partidos tienen que contrarrestar el hecho de que cada vez más votantes (y más abstencionistas, que aumentan por momentos) echan pestes del bipartidismo; de la incapacidad que ambos partidos han tenido para amortiguar la crisis y, entre los votantes de izquierdas, del acercamiento que el PSOE ha hecho en determinados aspectos y en demasiadas ocasiones al pragmatismo conservador cuando ha gobernado.

Ni a los populares ni a los socialistas les conviene este descrédito, y en eso pueden coincidir, pero hay algo en lo que no deberían hacerlo: todo este discurso del posibilismo encierra una peligrosa idea: no hay opciones reales de construir sociedades prósperas más allá del capitalismo ultraliberal y de las reglas del mercado. Si el PSOE se acaba creyendo este mantra, más vale que se disuelva hoy.

Sin embargo, la realidad es que en las filas de este partido hay heterogeneidad. La propuesta de Felipe González deja un regusto muy amargo en aquellos políticos, militantes, simpatizantes y votantes socialistas que creen que una política socialdemócrata es posible, que se pueden aplicar reglas y políticas correctoras de los desequilibrios económicos y sociales que produce el mercado, y que se pueden llevar a cabo medidas de estimulación económica que desacralicen la austeridad y la precariedad laboral, pues ya son cada vez más las voces, no ya de visionarios revolucionarios, sino de expertos economistas que así lo aconsejan.

No es que estos socialistas esperaran que anoche Felipe desempolvase su chaqueta de pana, pero seguramente les decepciona y les hace sentirse traicionados algunas de las incoherencias del histórico, como el decir que el problema de los políticos españoles es no determinar qué quieren para España en los próximos diez años (cosa que él tampoco hizo) o no concretar cuáles serías las políticas de la hipotética coalición y qué fórmulas emplearía ésta para luchar contra uno de los principales problemas que él mismo definió: un paro que no se va a solucionar pronto a pesar del famoso toque de fondo. También cínico y algo patético sonaba su “yo no soy monárquico” pegado a su defensa del rey y del príncipe y a su intento por hacer una relectura de las encuestas de popularidad de la Casa Real. Indescriptible fue que el consejero de Gas Natural no vea una incoherencia en serlo a la vez que mantiene, como ayer hizo, que hay que reflexionar en serio sobre la legalidad y moralidad de la puerta giratoria y que él estaría dispuesto a votar a favor de una posible ilegalización de esta situación de los ex presidentes llegado el caso. Lo dicho: calladito estaba más guapo.

Etiquetas
stats