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Temporal que arrecia en la prensa

Xavier Ribera Peris

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“No tot será, però, silenci.

Car diràs la paraula justa,

la diràs en el momento just.

(…)I tu, greument, has escollit.”

Vicent Andrès Estellés, ‘Assumiràs la veu d’un poble’, 1971

Recordar a Albert Camus, periodista, es un deber. Para el Premio Nobel de Literatura- 1956, “un país vale lo que vale su prensa”. Si es cierto, el País Valenciano tiene que rehabilitar sus medios de comunicación. Hay libros importantes. El de María Santos-Sainz sobre Camus crece con el prólogo de Edwy Plenel. Recuerda las ideas de Hanna Arendt en su “Verdad y política”. Dos conceptos antagónicos para la escritora exiliada de origen judío. Sin los periodistas,“ no encontraríamos nuestro lugar en un mundo de cambio constante y (…) no sabríamos nunca donde estamos”. Sin periodismo comprometido no hay libertad ni democracia. Los políticos no deberían dormir ante el estado del periodismo. Por la carencia de reacción responsable ante su creciente degradación.

Periodistas

Días atrás la Unió de Periodistes Valencians alertaba del estado de la prensa en materia laboral. Silencio. Despidos, regulación de empleos y reducción de las plantillas. Ahora en las redacciones de los diarios ‘Las Provincias’, de Valencia e ‘Información’, de Alicante. El año 2019 ha sido duro. El cierre del ‘Diari La Veu’, con el cese de todos sus trabajadores. Meses antes cerraba el ‘Levante de Castelló’ y se recortaban los recursos humanos en ‘Levante’, ‘Superdeporte’ y ‘El Mundo’. Con la delegación del diario El País-Comunitat Valenciana, diezmada hasta su mínima expresión. Panorama sombrío de los medios de comunicación en momento grave y decisivo para el País Valenciano.

Influencia

La crisis de la prensa autóctona hay que enmarcarla en el contexto de decadencia de los medios en España. De 2007 a 2017 los seis grandes diarios españoles perdieron el 61% de la audiencia. El deterioro se acrecienta en los años siguientes. La peor parada es la prensa escrita. Hasta ahora la más influyente. Lo sigue siendo en los países occidentales sobresalientes. Reino Unido, EE.UU., Francia, Alemania o Canadá e Italia. La buena salud de la prensa está ligada al grado de madurez democrática. La prensa española padeció su gran castigo con la crisis económica iniciada en 2008 y que todavía colea. Sufre los efectos colaterales de la invasión de los medios digitales. Superan en aceptación a los tradicionales en papel, convencidos de que son cátedras magistrales, antes que un medio informativo más que ha de conseguir el favor del público. La prensa española tradicional, como otras áreas de la vida pública, padece excesiva centralización, coincidiendo con los males que aquejan a la política, a la Administración y a las grandes corporaciones. Un tercio de los medios de comunicación tradicionales tienen su negocio concentrado en Madrid. La prensa de provincias, incluida Barcelona, acusa el agravio comparativo de un panorama periodístico, en el que sólo importa aquello que pasa en la capital de España.

Calidad

La prensa española, en la que se están produciendo cambios notables—adquisición del diario Mediterráneo de Castelló y del resto de periódicos de Ediciones Z por el Grupo Moll, propietario de Levante e Información de Alicante. Y de muchos otros rotativos repartidos por toda España. La crisis periodística provoca absorciones y concentración. En el panorama de la información vencerá quien consiga una red más amplia y equilibrada. Donde las sinergias aportan la mejor garantía de éxito. Pero la causa real de la pérdida de lectores—el diario El País perdió casi el 60 % de su audiencia entre 2007 y 2017 -- radica en la calidad del producto periodístico y en la ausencia de sintonía con la clientela. Las cabeceras que se consideran punteras: El País, La Vanguardia, ABC, La Razón, El Mundo, El Periódico, rozan el éxito si venden cien mil ejemplares diarios sin engaños ni trampas. El desafío consiste en mantener el equilibrio entre costes y calidad del contenido. Donde el factor humano es básico. Se necesitan suficientes profesionales de la información. Con la preparación y experiencia idóneas para conectar con los lectores. Los periódicos han de ser imprescindibles para la opinión pública.

Subvenciones

La crisis económica, causa primera del ocaso de los medios, provocó el desplome del mercado publicitario. Su principal fuente de ingresos. La restricción publicitaria y la competencia de los medios digitales, han precipitado la dependencia de las subvenciones públicas. Con un menú variado. En las distintas autonomías se condiciona su obtención— con preferencia, en el campo cultural y lingüístico—a determinadas concesiones no escritas en el tratamiento del contenido político.

Financiación

La dependencia de las entidades financieras por el endeudamiento de las empresas periodísticas, ha llevado a la integración de bancos y grandes empresas en el accionariado de los periódicos. Que ven condicionados los contenidos y la independencia informativa. Por las imposiciones que – con miopía—ejercen los grupos de presión económica. Comprometen la calidad y la credibilidad del medio. Con riesgo de acabar con el negocio periodístico. La ampliación norte junto con la composición del Consejo de Administración del Puerto de València y el caso Intu Mediterráneo, son ejemplos de intoxicación informativa desde el flanco empresarial. Feria València viene detrás.

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