Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
La portada de mañana
Acceder
El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio
El voto en Euskadi, municipio a municipio, desde 1980
Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Palestina: una causa entre rejas

Madres de prisioneros palestinos piden la liberación de sus hijos como cada lunes desde hace años, en la sede de la Cruz Roja Internacional de la ciudad de Gaza/ Foto: Isabel Pérez.

Isabel Pérez

Samer es natural de Jerusalén, fue liberado con el intercambio acordado entre Israel y Hamás a cambio de la libertad del soldado israelí Shalit, en 2011. La condición: el exilio en Gaza, nunca volvería a ver a su familia en Cisjordania, tampoco podría participar en actividades políticas. Con 48 años Samer mece en sus brazos a su primogénita de tan solo 2 meses. “Yo sigo en la cárcel. Nunca he vuelto a casa, me liberaron para meterme en otra cárcel más grande, Gaza.”, dice Samer. Ante la pregunta ¿cuál fue tu momento más difícil en las cárceles israelíes? Samer cierra los ojos, apretándolos, como si el dolor de la paliza que le propinaron veinte soldados israelíes volviera a sus costillas, su vientre, sus piernas…

Alrededor de 5.000 palestinos están encarcelados en diecisiete prisiones israelíes, 187 de ellos son menores de edad. Según la Convención III de Ginebra relativa al Tratamiento de Prisioneros de Guerra (1949) deben ser considerados como prisioneros de guerra, pero para Israel son “terroristas” y “saboteadores”. Esta convención internacional establece que los prisioneros de guerra deben recibir tratamiento humano o asistencia médica necesaria, y ser respetados. La realidad es muy diferente y por eso el 17 de abril es un día dedicado al prisionero palestino, uno de los pilares fundamentales de la causa palestina.

“Me había rapado el pelo al cero por primera vez –sonríe Samer- y los camaradas de la celda se echaron a reír cuando entré. Reímos a carcajada limpia durante un buen rato, hasta que un guardián llegó para amonestarnos. Nos dijo: está prohibido reírse. Yo le dije que me enseñara la ley donde eso está escrito. Y se marchó”.

En las prisiones israelíes es común la presencia de un “pájaro”, asfur en árabe, un colaborador que canta como un pájaro todo lo que ve y oye a los oficiales israelíes. En la celda de Samer había uno. Al día siguiente citaron a 'Samer Abu Seir', querían interrogarle. “Me extrañó muchísimo. Pensé que se habían equivocado de preso. La habitación a la que me llevaron estaba completamente vacía y solo había un oficial. Me ordenó que me desnudara. Luego comenzó a insultarme, a insultar a los palestinos, a mi madre…Y me dijo que iba a 'reeducarme'. Entraron 20 soldados en el acto. Me golpearon por todas partes, con todo lo que tenían. Uno incluso rompió una escoba y me golpeó los testículos con la parte astillada. Cada vez que perdía el conocimiento me despertaban echándome agua para seguir golpeándome”.

La paliza duró 5 horas y Samer fue recluido posteriormente a confinamiento solitario durante 10 meses.

El pasado mes de febrero fallecía el preso palestino Jihad Tawil consecuencia de maltratos asestados por soldados israelíes en un centro para interrogatorios. Un año antes, en febrero de 2013, Arafat Jaradat moría también bajo semejantes circunstancias. Los métodos de tortura sistematizada empleados por los Servicios Generales de Seguridad israelí (Shabak) y otras fuerzas de seguridad israelíes continúan amenazando los derechos fundamentales y la vida de detenidos y prisioneros palestinos. Existen, además, mecanismos político-jurídicos que ofrecen impunidad a los oficiales y médicos que participan en las torturas.

Menores prisioneros

Cada año entre 500 y 700 menores palestinos son juzgados en cortes militares israelíes. Al final de 2003, la Orden Militar 1500 israelí se modificó para que los niños palestinos pudieran estar bajo detención más de 8 días sin consultación legal o juicio. Sin duda alguna el caso más controvertido está siendo el de los cinco niños de Hares.

Ali Shamlawi, Mohammed Kleib, Mohammed Suleiman, Ammar Souf y Tamer Souf del pueblo de Hares en Cisjordania se encuentran detenidos desde hace más de un año en la prisión de Megido por el supuesto delito de tirar piedras contra un coche de colonos judíos que sufrió un accidente. Se enfrentan a una lista de acusaciones entre las cuales está la de veinte intentos de asesinato que, según la ley israelí, tiene como castigo mayor la cadena perpetua. “La fiscalía pide el castigo máximo –explica un representante de Defense for Children International en Nablusa-. La Convención de los derechos de los niños está siendo quebrantada en este caso por varios motivos: por las torturas y maltratos que han sufrido estos menores durante la detención, el traslado a la cárcel y la interrogación, por haberles obligado a confesar usando la violencia. Además, el criterio del juez mismo es injusto y se trata de menores palestinos que viven en una zona ocupada, juzgados en un tribunal militar”.

Los cinco menores palestinos pasaron 20 días de interrogatorios forzosos en los que sufrieron, según han informado familiares y abogados, de privación del sueño, considerada una forma de tortura.

Mujeres prisioneras

Do'a pasó sesenta días bajo interrogatorios constantes. El sistema de cárceles israelí solo cuenta con cuatro prisiones para prisioneras de seguridad.“Recuerdo la cárcel de A-Ramla, es de las peores, la administración es pésima. Nos metían junto a prisioneras criminales y nos trataban como a ellas. Eso no es justo. Nosotras tenemos una ideología política. Así que decidimos comenzar una huelga de hambre para exigir mejoras”.

Las huelgas de hambre son la única forma de protesta con la que los y las prisioneras cuentan. “Hicimos varias huelgas de hambre. Una de las veces decidimos, además, quedarnos en el patio y nos negamos a entrar en nuestras celdas. Nos enviaron una unidad especial de hombres soldados que nos echaron gas, luego agua y luego nos electrocutaron con bastones”.

Los presos y presas palestinas son trasladados de una prisión a otra cada cierto tiempo. “La administración israelí quiere que no desarrollemos relaciones sociales, que no lleguemos a sentir estabilidad”.

Los insultos están a la orden del día, sobre todo durante los traslados a los juicios. “Los soldados israelíes siempre nos insultan: sois asesinas, sois saboteadoras, tenéis que morir”. Antes de los juicios, los prisioneros y prisioneras no pueden hablar ni con sus familias ni con sus abogados. “Lo peor de todo es que hay prisioneras en muy malas condiciones de las que no se sabe nada, no hay información sobre ellas”.

Negligencia médica

Como primera obligación para la entidad carcelaria, la III Convención de Ginebra establece la protección de la vida y la salud de los prisioneros de guerra.

El 5 de noviembre de 2013 moría por leucemia el preso palestino Hassan Turabi, destapándose un nuevo caso de negligencia médica en las cárceles israelíes. La desatención médica o el diagnóstico tardío son prácticas comunes. Los prisioneros enfermos, tras mucho insistir, pueden recibir algún analgésico, pero nada más.

La historia de Yusri podría terminar también en muerte por negligencia. Preso hace once años, Yusri comenzó a sentir fuertes dolores de cabeza, se mareaba a menudo e incluso se desmayaba en su celda. La solución de los médicos carcelarios fue darle paracetamol. El diagnóstico de cáncer llegó mucho más tarde, cuando la enfermedad se había apoderado de su cuerpo. Hoy se encuentra recluido en la cárcel de Eshel, cerca al hospital de Soroka en Beer Sheva, esposado de manos y pies a las barras metálicas de la cama. Sbeta, su madre, ya ha perdido la esperanza. “Se va a morir, ¿por qué lo mantienen en prisión? Es inútil tener a un preso moribundo. Que me lo den a mí, por lo menos morirá entre los suyos”.

Yusri no está recibiendo ni el trato ni el tratamiento adecuado para su estado, dice su madre. “Cuando lo trasladan, se ríen de él. Es inhumano. Hubo un médico bueno que le confesó que él no podía hacer nada para curarle, que necesita un médico especializado. Y así está, sin recibir medicación. Un día le pusieron una inyección que ni siquiera estaba esterilizada. Se le quedó el brazo inmóvil y amoratado. Yo no quiero que me devuelvan a mi hijo en una bolsa de plástico negra. Que me lo den antes, al menos lo podré abrazar antes de que muera”.

Con el día del prisionero palestino se quiere recordar que la detención de palestinos es la clave del control israelí sobre el territorio palestino. Desde 1967, Israel ha detenido a más de 800.000 palestinos, aproximadamente el 40% de la población masculina en territorio palestino ocupado.

Etiquetas
stats